El asesinato de un líder indígena vuelve a sacudir la Amazonia brasileña
Paulo Paulino Guajajara tenía 26 años y era miembro de los llamados 'guardianes del bosque', que protegen la selva por su cuenta.
El asesinato de un guardián indígena en un violento enfrentamiento con madereros ha vuelto a estremecer la Amazonía brasileña y expuesto la delicada situación de los pueblos originarios frente a las invasiones ilegales de aquellos que desean sus riquezas.
Paulo Paulino Guajajara resultó muerto de un disparo en el rostro en el ataque ocurrido la noche del 1 de noviembre en la reserva Araribóia, en el estado de Maranhao, nordeste de Brasil. Guajajara, también conocido como Kwahu Tenetehar, tenía 26 años y era miembro de los llamados ‘guardianes del bosque’, que protegen la Amazonía por su cuenta.
Otro líder indígena, identificado como Laércio Souza Silva, fue herido por arma de fuego en el brazo y la espalda, aunque su vida no corre peligro, según indicaron a Efe fuentes del Consejo Indigenista Misionero (Cimi), un organismo vinculado a la Iglesia católica.
También está desaparecido un maderero, de acuerdo con la Secretaría de Derechos Humanos de Maranhao.
Organizaciones de derechos humanos y medioambientales, como Greenpeace, exigieron que “se tomen acciones inmediatas para evitar más conflictos y muertes en la región”.
“Kwahu estaba completamente dedicado a defender su selva y a sus parientes no contactados, a pesar de los riesgos. También era una de las personas más humildes que he conocido. Sabía que ponía en riesgo su vida, pero no vio otra alternativa, ya que las autoridades no hicieron nada para proteger la selva y defender el estado de derecho”, ha declarado la investigadora de Survival International Sarah Shenker.
“Esta es la realidad que viven muchos indígenas en Brasil y la situación ha empeorado mucho bajo la presidencia de [Jair] Bolsonaro. Está alentando a los madereros y a los acaparadores de tierras, mientras ningunea a los defensores que protegen la selva y los deja a merced de mafias madereras fuertemente armadas y crueles”, ha lamentado Shenker.
El choque se produce en un momento de gran tensión en la Amazonía de Brasil, cuyo territorio alberga el 60 % de la superficie total del mayor bosque tropical del planeta.
Según el Cimi, las invasiones ilegales de tierras indígenas en todo Brasil han aumentado un 44 % en los nueve primeros meses del año, coincidiendo con la llegada a la presidencia brasileña del ultraderechista Jair Bolsonaro, quien está favor de la explotación de los recursos naturales de la Amazonía.
La emboscada fue contra dos de los guardianes de la reserva de Araribóia, homologada en 1990, con una superficie de 413.000 hectáreas y hogar de cerca de 6.000 indígenas de las etnias Awá-Guajá, Guajajara (o Tenetehar) y algunos Awá aislados de forma voluntaria.
Según el Cimi, Paulino Guajajara y Souza Silva partieron de la aldea ‘Lagoa Comprida’ para cazar, cuando fueron sorprendidos en medio de la selva por cinco madereros armados, que les exigieron rendirse y entregar sus arcos y flechas.
Fue entonces cuando los invasores empezaron a disparar, provocando la muerte del primero, padre de un hijo.
Souza Silva huyó entre el follaje, pero fue tiroteado en el brazo y la espalda, aunque logró escapar con vida y volver a la aldea para pedir ayuda.
El ministro brasileño de Justicia, Sergio Moro, adelantó en redes sociales que la Policía Federal “investigará el asesinato”.
“No ahorraremos esfuerzos para llevar ante la Justicia a los responsables de este grave crimen”, señaló Moro en un tuit, sin ofrecer mayores detalles.
Por su parte, el Gobierno de Maranhao afirmó que “acompaña la situación” y anunció el traslado de varios equipos al lugar del conflicto con el objetivo de “esclarecer el caso y proteger a los amenazados”.
Las reservas indígenas de ese estado, uno de los nueve que componen la Amazonía brasileña, sufren los ataques de compradores ilegales de tierra (‘grileiros’) y madereros desde hace años, según organizaciones de derechos humanos, que también denuncian la impunidad imperante para perseguir este tipo de delitos.
“Las tierras indígenas vienen sufriendo a lo largo de los últimos años constantes invasiones a pesar de las denuncias realizadas por los indígenas. Son muchos los problemas y muchos los indígenas que están siendo amenazados por defender su territorio”, afirma a Efe Gilderlan Rodrigues, coordinador del Cimi en Maranhao.
En los alrededores de la aldea ‘Lagoa Comprida’ fue asesinado en 2007 otro indígena, Tomé Guajajara. Un año después, un grupo de madereros invadió otra aldea de la zona a tiros.
Según un reciente informe de Human Rights Watch con datos del Cimi, en Maranhao ha habido 16 asesinatos desde 2015 relacionados con conflicto de tierras, de los que líderes indígenas estiman que al menos ocho fueron represalias de madereros ilegales. Ninguno de los casos ha acabado en los tribunales.
La organización reveló que redes mafiosas están detrás de la extracción ilegal de madera en la Amazonía, así como de la violencia contra los indígenas y los incendios que estos grupos criminales provocan para transformar las áreas deforestadas en tierras de ganado y cultivo.
De acuerdo con un estudio del Cimi, en los primeros nueves meses del año se han registrado al menos 160 casos de invasiones en un total de 153 tierras indígenas de 19 estados del país.
Esa cifra es un 44 % superior con respecto al mismo periodo de 2018 y supera a la registrada en todo 2018.
El Cimi culpa de ello a la retórica antiecologista de Bolsonaro, quien prometió anteriormente que durante su mandato, que empezó el pasado 1 de enero, no se demarcará “ni un centímetro cuadrado más para tierras indígenas”.
El mandatario es favorable a explotar los recursos minerales de la Amazonía junto con otros países. En septiembre, durante su primer discurso en la Asamblea General de la ONU, afirmó que es una “falacia” decir que la Amazonía “es patrimonio de la humanidad”.