Crecer en espacios naturales o en ciudades contaminadas también afecta a tu salud mental
La naturaleza puede mejorar la salud mental mientras que la contaminación afecta a las habilidades cognitivas.
La ciencia reafirma las diferencias en la salud de los adultos que han crecido en contacto con la naturaleza o expuestos a la contaminación.
El Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) ha publicado esta semana dos estudios al respecto. El primero, difundido en la revista International Journal of Environment Research and Public Health asegura que las personas adultas que durante su infancia tuvieron más contacto con espacios naturales podrían tener una mejor salud mental que aquellas que estuvieron menos expuestas a la naturaleza.
En cambio, el segundo informe, publicado en la revista Environmental Health Perspectives, afirma que la exposición a la contaminación atmosférica antes y después del nacimiento podría afectar a habilidades cognitivas fundamentales.
Cerca de 3.600 personas de Barcelona, Doetinchem (Holanda), Kaunas (Lituania) y Stoke-on-Trent (Reino Unido) han participado en esta investigación, que pretendía comprobar el impacto de los espacios verdes y azules en el bienestar mental y la vitalidad física de la población.
Hasta ahora, la exposición a espacios naturales al aire libre se ha asociado con beneficios para la salud, como un mejor desarrollo cognitivo y un mejor bienestar mental y físico, pero pocos habían explorado el impacto de la exposición a entornos naturales durante la infancia en la salud mental y la vitalidad en la edad adulta.
Este nuevo trabajo, se basa en las respuestas de los participantes a un cuestionario sobre la frecuencia de uso de espacios naturales durante su infancia, incluyendo tanto las visitas intencionadas -por ejemplo, salidas a la montaña- como las no intencionadas -jugar en el jardín de casa-. También se les preguntó sobre la cantidad, uso y satisfacción de espacios naturales alrededor de su vivienda, así como la importancia que le dan en la actualidad.
La salud mental de los participantes -nivel de nerviosismo y sentimientos de depresión en las últimas cuatro semanas- y la vitalidad -nivel de energía y fatiga- se evaluó a partir de un test psicológico. El índice de vegetación alrededor de la vivienda en la vida adulta se estimó a partir de imágenes de satélite.
Los resultados mostraron que los adultos que durante la infancia se habían expuesto menos a los espacios naturales mostraban peores resultados en los tests de salud mental, en comparación con las que tenían más exposición durante la infancia.
Actualmente, el 73% de la población en Europa vive en áreas urbanas -a menudo con acceso limitado a espacios naturales- y se prevé que este número aumente a más del 80% en 2050.
Este otro trabajo ha hallado una relación entre exposición a las partículas finas (PM2,5) durante la gestación y los primeros años de vida y una reducción en habilidades cognitivas fundamentales, como son la memoria de trabajo y la atención ejecutiva.
El objetivo de la investigación era profundizar en el conocimiento generado por anteriores estudios hechos por el mismo equipo, que observaron que los niños que van a escuelas con mayores niveles de contaminación procedente del tráfico tienen un menor desarrollo cognitivo.
En esta ocasión contaron con 2.221 participantes de colegios de la ciudad de Barcelona con edades entre los siete y los diez años, a los que evaluaron sus capacidades cognitivas con diversos test por ordenador. La exposición a la contaminación atmosférica en el domicilio desde el inicio del embarazo y a lo largo de la infancia se estimó usando un modelo matemático a partir de mediciones reales.
Los resultados mostraron que una mayor exposición a partículas finas (PM2,5) desde el embarazo hasta los 7 años de edad está asociada a una menor memoria de trabajo al alcanzar las edades en que se practicaron los test cognitivos (entre los siete y los diez años).
La segregación de los resultados por sexos permitió observar que la relación entre exposición a PM2,5 y menor memoria de trabajo se daba únicamente entre los niños y no en las niñas. Asimismo, han detectado que una mayor exposición a partículas finas estaba asociada a una menor capacidad de atención ejecutiva, tanto en niños como en niñas.