Hagámoslo mejor en el post-COVID-19: dejémonos inspirar por las ballenas
Las ballenas son los animales más fuertes que existen, pero dóciles y respetuosas al mismo tiempo.
Por Sandra Pina, directora de Quiero y Sustainable Brands Madrid, y Joseba Botingui, fotógrafo:
Una de las principales características de la ballena franca es su sensibilidad. Son animales que llegan a medir entre 15 y 20m -el doble que una portería de fútbol-, y su peso puede llegar a las 40 toneladas. Pero su apariencia es engañosa. Cuando las vemos nadar apenas alcanzamos a ver el 10% de su tamaño.
Es conocida por los submarinistas la delicadeza con que las ballenas se mueven en encuentros con humanos cuando estos son respetuosos. Pese a que un golpe de su aleta caudal podría ser mortal, miden cuidadosamente sus movimientos al detalle para no hacerles daño. El mar es su lugar, pero tratan con respeto a los visitantes.
La ballena, el mayor de los mamíferos del planeta, tiene una alimentación casi microscópica: el plancton. Y tienen una gran contribución al funcionamiento del ecosistema marino. Las ballenas son esenciales para la productividad marina, a través de sus heces, ricas en hierro y otros nutrientes que actúan como fertilizantes, aumentando la productividad del fitoplancton y del kril. Y como dice Sylvia Earle, la gran exploradora, activista y bióloga marina: “La vida, la salud de las personas e incluso la economía depende de la salud de los océanos”.
También se ha demostrado que las ballenas capturan el carbono del medio ambiente, siendo aliadas importantes en los esfuerzos para reducir los impactos del cambio climático, cuyos efectos negativos van a ser muy superiores a este virus o a la crisis económica que le sigue. El cambio climático, es decir la variación del clima en la Tierra, ya es la primera causa por la que millones de personas tienen que abandonar su país de origen.
Reconectar con la naturaleza y las personas no sólo nos aseguraría una calidad de vida digna para todos, sino que nos permitiría disfrutar de una dimensión más humanista que parecemos haber olvidado. Sin duda, serían los ingredientes para una mayor felicidad, esa que el PIB es incapaz de medir, esa que todos ansiamos, pequeña, cotidiana, que puedes tocar con los dedos.
¿Qué nos impide ser más respetuosos con lo y los que nos rodean? A Laura, a Pablo, a Manu, a mí, a ti… ¿Por qué nos escudamos en el sistema? ¿Qué nos impide comer menos carne? ¿Qué nos impide dejar de usar tanto plástico de un solo uso? ¿Qué nos impide entender que nuestro bienestar pasa por preocuparse por el bienestar del otro? ¿Qué nos impide pensar más en nosotros que en el yo?
Ser más respetuosos, más dóciles, demostraría de verdad que somos tan grandes como pretendemos. Porque de momento parece que las ballenas francas son mamíferos más “humanos” que nosotros. O al menos eso le parecería a un “alien” que observase desde su planeta.