Las cifras que lees sobre el coronavirus no dicen toda la verdad
Los informes sobre mortalidad en España apuntan a un mayor número de muertes, y no es extraño: hay muchas personas sin testar que no aparecen en el registro oficial.
Cada dato diario sobre el coronavirus es un mazazo. Más de cien mil contagiados en España, un millón en todo el mundo, más de 10.000 muertes en el país… Cuesta mucho asimilar estas cifras, pero seguramente ni siquiera expresan el número real de contagios y de muertes relacionadas con el virus.
Los expertos ya han alertado de que en cada país se contabilizan estos datos de forma distinta, y quizá ninguno es capaz de mostrar la verdadera foto de la epidemia. En Francia, Reino Unido y China sólo se cuentan como muertes por Covid-19 las que ocurren en hospitales; en España sí se contabilizan las que suceden en residencias de ancianos o casas particulares, pero sólo si a esas personas se les ha hecho previamente el test o un diagnóstico clínico apoyado en los síntomas, una radiografía de pulmón y un hemograma donde se ve la presencia de ciertas proteínas asociadas a la infección. ¿El resultado? Hay más muertes de las que se cree y, aunque no aparezcan en las estadísticas, sí quedan reflejadas en el Registro Civil.
Desde hace unas semanas, el Instituto de Salud Carlos III publica los informes MoMo de Vigilancia de los excesos de mortalidad por todas las causas. Lógicamente, se aprecia un aumento muy notable de la mortalidad en España (del 34%) desde que comenzó la crisis, pero además las cifras del exceso de muertes que muestra el informe son superiores a las registradas oficialmente. En sólo una semana, en Castilla-La Mancha y Castilla y León habría unas 400 muertes más de las oficiales; en Madrid, habría que sumar más de 500.
Joan Ramon Villalbí, de la Junta de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS) y conocedor de este sistema, admite que hay un vacío en las estadísticas. “Las muertes declaradas son las de casos que estaban confirmados y que luego han muerto, normalmente después de estar unos días en el hospital”, explica. “El alcalde de Igualada dijo que estaban enterrando mucha más gente de la que decían los registros. Claro, porque lo que recogen las estadísticas son sólo casos confirmados”, insiste Villalbí.
El problema es que para confirmar los contagios se necesitan test, y estos no siempre llegan. “La prueba de PCR es una técnica lenta y compleja que sólo hacen laboratorios muy especializados, así que no se puede hacer a todo el mundo. Aunque hay diferencias entre comunidades autónomas, hasta ahora sólo se han hecho a personas con síntomas más graves y a personal esencial”, señala el experto.
¿Qué hay de las residencias de mayores, consideradas un foco importante de la letalidad del virus? “En general, no se está yendo a la residencias a recoger muestras de pacientes”, reconoce Villalbí, algo que le resulta “razonable” dadas las circunstancias. “Ahora mismo el sistema sanitario está pendiente de atender enfermos; imagínate que tuviera que mandar a centenares de personas a recoger muestras. Los profesionales son los que son”, argumenta. “Hay un montón de profesionales de baja o en aislamiento por posible infección”, recuerda Villalbí; en España, que se sepa, más de 12.000.
Que las cifras no son las que son puede verse, según Villalbí, en los datos que proporciona cada día el Ministerio de Sanidad. “Si nos dijeron los chinos que más o menos se moría un 1% de los contagiados, un 5% iba a la UCI y un 15% más necesitaba hospitalización, ves que algo no cuadra”, sostiene. “En muchas comunidades autónomas, sobre todo las más afectadas, que son Cataluña y Madrid, hay muy poca diferencia entre el número de hospitalizaciones y casos confirmados. Es evidente que esto no es así. No es que en España la enfermedad sea más grave que en China, sino que aquí sólo estamos confirmando los casos más graves”, dice. Con datos del 2 de abril, en España hay 110.238 casos contabilizados, de los cuales casi la mitad, 54.113, están hospitalizados y casi un 10%, 10.003, han muerto. Las proporciones no casan, efectivamente, con lo que se calculó a priori para el virus.
Para aproximarse un poco más a las cifras ‘reales’ están, por un lado, la valoración de los profesionales sanitarios al determinar “casos probables o sospechosos”; por otro, el Sistema de Monitorización de la Mortalidad diaria (MoMo) citado más arriba. “Básicamente consiste en contar las muertes a lo bruto, pero sirve para aproximarnos a lo que está pasando”, sostiene Villalbí.
El sistema MoMo se basa en las muertes que se declaran en el Registro Civil, “con el fin de tener una información precoz aunque sea de peor calidad”. “Este sistema se montó en su momento para mirar la gripe y se aprovechó luego para calcular el impacto de las olas de calor, a raíz de la que hubo en 2003, que mató a un montón de gente en toda Europa”, cuenta.
Precisamente, el seguimiento de la temporada de gripe este año fue lo que les hizo sospechar que estaba pasando algo. “Cuando ya parecía que empezaban a bajar las muertes por gripe, de repente vimos un repunte. Y resulta que no era gripe, que ya era el coronavirus”, comenta.
Joan Ramón Villalbí es consciente de que no conoceremos unas cifras más verídicas hasta que acabe la epidemia y pueda hacerse un mejor recuento, o hasta que lleguen los test rápidos y se hagan pruebas masivas a la población: “El día que lleguen las pruebas rápidas, tendremos un montón de casos más”. “Pero esto no pasa sólo aquí”, justifica; en el resto de Europa —con algunas excepciones— el panorama es muy similar. “Todos los países que sufrimos falta de pruebas, falta de protecciones y falta de UCIs estamos prácticamente en la misma situación [de cifras de contagios y muertes], con un decalaje de unos días entre países”, apunta.
Para Cristina Legido-Quigley, investigadora en el King’s College de Londres, los casos más sangrantes se dan en Reino Unido y en Francia. “Reino Unido tiene muchos problemas con el diagnóstico, ya que todavía no tiene bastantes laboratorios operativos. Sólo hacen los tests a pacientes que mueren en el hospital, así que los ancianos que puedan morir en una residencia no cuentan como muertes por Covid”, explica. “Lo mismo pasa en Francia y muchos medios de comunicación llevan semanas denunciándolo”, cuenta. Este jueves, el Gobierno galo anunció que se habían registrado al menos 884 muertes por el coronavirus en residencias de ancianos, al margen de la cifra oficial de más de 4.500 muertes en el hospital, con datos del 2 de abril.
Como Villalbí, Legido-Quigley también opina que hasta el final de la epidemia no se sabrá realmente cuántas personas han fallecido por el virus. En el caso de Reino Unido, mediante la Oficina Nacional de Estadísticas, “una agencia independiente que cuenta el número de muertes totales”. “Esa será la cifra a escrutar, con o sin Covid diagnosticado, ya que se podrá comparar con las muertes de años anteriores”, sostiene. Un ejemplo a seguir, para ella, sería Corea, donde “han hecho test a todos los ancianos, también post-mortem”, asegura.
Por el momento, en Cataluña ya están tomando medidas para ofrecer unos datos más próximos a la realidad. Este miércoles, la Generalitat anunció que van a cambiar la forma de contabilizar decesos para incluir a las personas que mueren con el virus y no han tenido supervisión médica. La Generalitat pretende llegar a un acuerdo con las funerarias para usar la información de los certificados de defunción que manejan, donde se pueden señalar no sólo los casos confirmados, sino también los probables. De lograrlo, las cifras serán muy distintas a las que conocemos hasta ahora.