Casado eligió a Vox hace ya mucho tiempo
El líder del PP marea tras las elecciones de Castilla y León pero se apoya en Abascal en varias autonomías y fió su futuro a la ultraderecha con su plan de comerse a Ciudadanos.
Que si una abstención, que si críticas a los de Santiago Abascal, que si incertidumbre en la derecha, que si Gobierno en solitario… Pero la realidad es otra, aunque ahora los populares mareen tras el 13-F: Pablo Casado eligió hace ya mucho tiempo a Vox como compañero de viaje para el futuro y ligó su vida política a la ultra derecha.
Pablo Casado sabía perfectamente lo que hacía, aunque le hayan fallado ahora los cálculos numéricos. Tiene sobre la mesa el momento de empezar a gobernar o no con Vox, pero resolverá por cuestiones estratégicas y no ideológicas. No, Casado no tiene tantos reparos con la ultraderecha. Aunque ahora venda que prevalecerán sus supuestos principios, el propio líder del PP en su primera campaña electoral general (en abril de 2019) llegó a decir que tendría ministros de Vox en su Gobierno. Sí, ministros.
De hecho no ha dudado, desde que está en la Presidencia del PP e irrumpió la ultraderecha, en pactar con los de Santiago Abascal. Ahora siembra dudas en Castilla y León, pero… ¿Y Andalucía, Madrid y Murcia? Es que los populares gobiernan sus principales feudos -a excepción de Galicia- apoyados en la extrema derecha. El supuesto moderado Juanma Moreno no tuvo ningún problema en sentarse, junto a Tesoro García Egea, a firmar un documento con el juez Francisco Serrano (que dejó el partido investigado por un fraude en subvenciones) y Javier Ortega Smith para alcanzar la Junta de Andalucía. Desde entonces, la comunidad del sur ha dependido de los votos de la ultraderecha.
En Madrid, Isabel Díaz Ayuso tiene un Gobierno en solitario, pero se apoya desde fuera con Vox. Ese “populismo” y “radicalismo”, como definió Casado a Vox este martes, es el que sostiene las principales normas y los presupuestos de la presidenta madrileña. No le hizo falta darle consejerías a la ultraderecha, pero la líder regional sí ha respaldado que entre esta formación en Castilla y León y ha rechazado una abstención de la izquierda: “No pactaría con el sanchismo”.
Casado en su discurso ante la cúpula nacional se olvidó también hablar, por ejemplo, de Murcia. De hecho, hasta el presidente de la comunidad levantina apoyó un Gobierno en solitario, dejando su caso a un lado. Pero es que López Miras tiene en su Ejecutivo a Mabel Campuzano, expulsada de Vox y ahora consejera de Educación -cargo que le dio tras sortear la moción de censura planteada por el PP y Cs gracias a exmiembros de la ultraderecha y tránsfugas naranjas-.
Hay que leer bien las palabras de Pablo Casado. Apostó por un Gobierno en solitario de Fernández Mañueco en Castilla y León, pero en ningún momento ha rechazado pactos con la ultraderecha. Es más, no se ha pronunciado sobre la posibilidad de hacer un cordón sanitario a los de Santiago Abascal.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ya ha abierto la puerta dos veces durante estas 24 horas: sería posible ayudar a Pablo Casado en Castilla y León si él pide respaldo para eso y se compromete a romper con Vox para siempre y en todos los territorios. El PP como quien escucha llover, no dice nada.
Y es que el propio Casado ha fiado su futuro a Vox desde el momento que decidió cambiar el mapa de la derecha engullendo a Ciudadanos. No ha sido un azar del destino. Ha sido el PP el que ha provocado la caída de los gobiernos de coalición con los de Inés Arrimadas rompiéndolos y adelantando elecciones en Madrid y en Castilla y León. Las encuestas no engañaba: Cs iba hacia la desaparición y Vox crecía cada día. Sabían lo que hacían. Pero es que el plan incluye también un adelanto en Andalucía, el único gobierno que queda con los naranjas.
Casado ahora enfría ese posible gobierno de coalición (que sería el primero en España), aludiendo a que la igualdad no es negociable (eso no lo utilizó ni en Andalucía ni en Murcia ni en Madrid). ¿Por qué? Detrás hay varias cuestiones estratégicas. Este Gobierno podría perjudicar de cara a las andaluzas, con una comunidad que tiende más a la izquierda que Castilla y León. A pesar de que el PSOE no está en su mejor momento (acaba de coger las riendas Juan Espadas), ese pacto con la ultraderecha podría movilizar a los progresistas (unos 400.000 votantes socialistas se quedaron en casa hace cuatro años).
Casado ahora tiene dudas de que ese Gobierno de coalición le sirva para su plan de cambio de ciclo electoral, que debe seguir en Andalucía, las municipales de 2023 y las posteriores elecciones generales. Para él sería mucho más sencillo tener apoyos desde fuera y que no cale el mensaje de que llega la ultraderecha. No quiere otra foto de Colón. Y otra de las preocupaciones para no abrazarse ya oficialmente en un Consejo de Gobierno con Abascal es el mensaje a Europa: ¿qué dirían sus socios europeos si va ya de la mano de los amigos de Le Pen y Orban?
Pero, en el fondo, fue el propio Pablo Casado el que decidió junto a los suyos finiquitar a Cs (para poder crecer por el centro) y echarse en brazos de la ultraderecha (que le gustaría que le apoyasen gratis). El problema es que los de Abascal han subido mucho, se ven fuertes y quieren pisar moqueta. Están hasta dispuestos a repetir elecciones si no logran entrar en una coalición.
Casado eligió hace ya mucho tiempo ir con Vox como socio. El problema es que no le interesa ahora y todavía no sabe cómo verbalizar que es su único apoyo posible para llegar a La Moncloa.