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Un reputado economista desmonta por completo la ilusión económica de Putin

Un reputado economista desmonta por completo la ilusión económica de Putin

"Incluso antes de la guerra, las estadísticas oficiales eran cuestionables, pero ahora están completamente manipuladas", explica Igor Lipsits. 

Rublos rusos.Getty Images

Igor Lipsits es uno de los economistas más destacados de Rusia: profesor, autor y asesor gubernamental incluso, dedicó décadas al estudio y la formulación de políticas económicas en la Federación. Sin embargo, hoy se encuentra en el exilio, etiquetado como "agente extranjero" por el Kremlin y sin poder regresar a su país. 

En una entrevista exclusiva con La Nueva Voz de Ucrania, el profesor explica cómo sus opiniones abiertas sobre los fracasos económicos de Vladimir Putin lo convirtieron en un enemigo del Estado. También desmiente los intentos del Kremlin de mantener una ilusión de estabilidad económica mientras industrias clave colapsan, y advierte sobre una crisis financiera que podría sacudir el régimen de Putin. "Yo era un economista patriota, pero el sistema no tenía ningún interés en ayudar a la gente", asume. 

Lipsits explica que, al principio, era un economista "patriota". "Deseaba sinceramente contribuir al desarrollo de la economía de mi país. En la era soviética, trabajé en la administración económica del Gobierno, primero en el comité económico del Consejo de Ministros y luego en el Banco Estatal de la URSS. Mi objetivo siempre fue mejorar la vida de la gente común", dice.

Pero con el tiempo, se dio cuenta "de que a nadie en el poder le importaba mejorar la vida de la gente". Lo único que importaba era "mantener los privilegios de la élite gobernante". Sus propuestas empezaron a ser "ignoradas". Con el tiempo, sus declaraciones "se volvieron más críticas" y eso ya gustó menos aún. 

Ya en 2023, le dieron un ultimátum: "o cambiaba lo que decía y dónde lo decía, o dejaba mi puesto. Así que renuncié". "Y en cuanto dejé de trabajar en una universidad estatal, supe lo que me esperaba: me catalogaron oficialmente como agente extranjero en marzo de 2024", relata. "Vi venir el colapso, así que me preparé para partir", añade.

Estaba claro, expone, que tenía que irse de su tierra. "Siempre se me ha dado bien predecir tendencias económicas y la política sigue la misma lógica. El futuro no surge de la nada, sino que se moldea por el presente. Al observar cómo se desarrollan las tendencias, quiénes gobiernan y cómo gobiernan, se pueden vislumbrar los posibles escenarios", responde en la entrevista.

Para Rusia, todos esos escenarios eran malos. "Sabía que tenía que prepararme". De hecho, sus primeros pasos hacia la emigración comenzaron en 1993, incluso. "Comprendí que las perspectivas a largo plazo para Rusia eran sombrías. Estaba perfeccionando mis predicciones, y con el tiempo, solo empeoraron. Así que, cuando llegó el momento de partir, estaba listo".

Ser etiquetado como enemigo por tu propio país es algo doloroso pero que ya no es nuevo para Lipsits. "Siempre he sido un forastero", reconoce. "Soy judío, y en la Unión Soviética, eso significaba que me consideraban un ciudadano de segunda clase. Me permitieron vivir allí, pero nunca fui realmente bienvenido. El Estado me recordaba constantemente que era diferente", ahonda.

De hecho, esto le facilitó la salida. "Los rusos étnicos, profundamente conectados con su patria, sufren más el exilio. Pero a mí, Rusia siempre me mantuvo a distancia. Pasé toda mi vida acostumbrado a ser tratado como un extraño".

"Es una completa ilusión"

Ahora que ve que funcionarios de Putin o de Finanzas afirman con frecuencia que la economía rusa está creciendo, el experto niega directamente la mayor. "Es una completa ilusión. Incluso antes de la guerra, las estadísticas oficiales eran cuestionables, pero ahora están completamente manipuladas". afirma.

El Gobierno, dice, "sigue intentando aparentar coraje, pero incluso Putin ha empezado a admitir que el crecimiento se está "desacelerando". Es solo su forma de preparar a la gente para las malas noticias. La realidad es que el auge ya terminó".

Durante años, Rusia invirtió enormes cantidades de dinero -entre 180.000 y 200.000 millones de dólares anuales- en la economía, en particular en el complejo militar-industrial. "Esto creó inicialmente la apariencia de crecimiento económico". Pero al mismo tiempo, destruyó las industrias civiles. La economía rusa "ahora está inundada de dinero, pero no hay suficientes bienes para absorberlo. Las importaciones están disminuyendo y la producción nacional está decayendo", declara.

Para frenar la inflación, el régimen elevó las tasas de interés de los depósitos, lo que "atrapó temporalmente el dinero en las cuentas bancarias". Pero cuando las tasas caen, "esos ahorros inundan el mercado de golpe, desencadenando una hiperinflación". Mientras tanto, industrias enteras están "colapsando", "las industrias clave se están desplomando. La crisis se está extendiendo".

Entre los sectores más afectados destaca la industria del carbón. "Prácticamente todo el sector es no rentable. En Kuzbass, una región donde unas 200.000 personas dependen de la minería del carbón, se avecina una crisis social. Muchos perderán sus empleos", pone como ejemplo.

La producción de acero también "está en dificultades". Rusia perdió sus mercados de exportación y la construcción nacional se ha ralentizado porque el Gobierno "dejó de subvencionar las hipotecas". Los presupuestos regionales, que solían financiar la reparación de infraestructuras, "también atraviesan dificultades". Sin las compras gubernamentales, "la demanda de tubos de acero y otros materiales se ha desplomado". "Esta crisis se extiende a la silvicultura, la aviación, el transporte y la logística. Cada mes, otra industria sucumbe a las consecuencias económicas de la guerra", explica. 

¿Y qué tal va la moneda, el rublo? Igor Lipsits dice que "todo el mundo sabe que el rublo se está apuntalando artificialmente" y esto "no se debe a las fuerzas del mercado, sino a la intervención directa del Gobierno". La fortaleza no es real. "Putin y el Ministerio de Finanzas están obligando a los grandes exportadores a vender más divisas, lo que fortalece temporalmente el rublo. Esto ayuda a frenar la inflación de los bienes importados", profundiza. 

Pero los exportadores están "sufriendo". Al convertir sus ingresos en divisas, obtienen menos rublos por dólar, pero sus costos internos (salarios, energía, recursos) siguen siendo altos. "Las empresas rusas le ruegan a Putin que permita que el rublo se debilite al menos a 100 rublos por dólar. El Gobierno tendrá que ceder eventualmente, y cuando lo haga, la inflación volverá con fuerza", pronostica. 

El déficit presupuestario ruso se ha disparado. ¿Es grave es la situación? Lipsits da un dato implacable: "solo en los dos primeros meses de 2024, el déficit alcanzó un nivel récord: el doble de la cantidad proyectada para todo el año". El gasto militar sigue siendo enorme, mientras que la recaudación fiscal está disminuyendo. El Gobierno aumentó el impuesto sobre las ganancias corporativas del 20% al 25%, anticipando mayores ingreso, pero con tantas industrias operando ahora con pérdidas, "no hay nada que gravar".

Finanzas admitió que en 2023 recaudó 500 mil millones de rublos (5.500 millones de dólares) menos de lo previsto en impuestos sobre las ganancias. Los ingresos por petróleo y gas también "son decepcionantes". Para cubrir el déficit, Moscú está "agotando sus reservas de emergencia". El Fondo Nacional de Riqueza se ha reducido de más de 8 billones de rublos (88.000 millones de dólares) al comienzo de la guerra a tan solo entre 3 y 4 billones de rublos (33.000 y 44.000 millones de dólares) en la actualidad. "Si lo utilizaran para cubrir el déficit, desaparecería en un año", añade en la entrevista. 

El Kremlin se está endeudando "fuertemente", pero eso genera otro problema: el aumento de la deuda y el aumento de los intereses. "Casi el 10% del presupuesto ruso se destina actualmente únicamente al servicio de la deuda existente", cifra. Por ello, dice que "al Gobierno se le están acabando los recursos". "Cuanto más se prolongue la guerra, peor se pondrá". "Pronto, el Kremlin no podrá ocultar la verdad: la economía de Rusia no sólo se está desacelerando: está al borde del colapso", zanja.