Ayuso, mi libertad no es la tuya
De nada sirve la libertad para salir a tomar cañas mientras haya gente muriendo en los hospitales.
Madrid ha hablado. El Partido Popular de Ayuso ha arrasado. Sin ninguna duda arrasa la sanidad, la educación, todo lo público...
Ayer en Génova decía Isabel Díaz Ayuso que ha ganado la libertad o, al menos, lo que ella entiende por libertad. Irse a tomar cañas, no encontrarse con un ex... ¿Esa es su libertad? Yo tengo claro cuál es la mía.
Libertad es educación y sanidad pública, que una mujer decida qué hacer con su cuerpo, que dos hombres o dos mujeres se casen y también lo es poder morir dignamente. Lo que Madrid parece no haber recordado es que en 2005 el PP formó parte de los 147 votos en contra del matrimonio homosexual. También olvida la oposición a la ley del aborto en 2010 o su reciente unión a Vox para frenar la entrada en vigor del derecho a la eutanasia. Si eso es lo que los madrileños han votado y celebran con cañas y sin medidas de seguridad en Génova, que redefinan la palabra libertad.
Efectivamente, la mayoría ha hablado y lo ha hecho respaldando un discurso que tiende la mano al fascismo y que poco a poco hará caer la democracia por la que tantos han luchado. No lo dicen los rojos, lo han dicho ellos mismos. “Que te llamen fascista es estar en el lado bueno de la historia”. “Seremos fascistas, pero...”. No han sido palabras de sus compañeros y amigos de la ultraderecha, sino de la presidenta de la Comunidad de Madrid y del alcalde de la capital.
Por no hablar del tan acertado discurso de la presidenta de Nuevas Generaciones, Beatriz Fanjul, vendiendo a Ayuso como “lo malo conocido”, aunque razón no le faltaba. Todo esto han elegido los votantes, que dista mucho de ser el Madrid solidario y comprometido que salía a aplaudir a los balcones.
Probablemente lo que más aterra es el papel que Vox tendrá en todo esto, que, a diferencia de lo que decía Santiago Abascal en la noche del martes, el discurso de odio sí es el suyo. Esto no ha ido de “comunismo o libertad”, sino de salvar la democracia. Está claro que no se ha conseguido.
En definitiva, el privilegio ha nublado la empatía. De nada sirve la libertad para salir a tomar cañas mientras haya gente muriendo en los hospitales. Eso le ha faltado a Ayuso y a sus votantes: empatía. Mucho podrá meterles en la cabeza que podrán salir y divertirse sin reglas ni mesura alguna, pero ¿dónde está su sentido cívico y caridad humana? Ya lo dijo una vez un sabio: “Educar la mente sin educar el corazón, no es educación”.
A todos los militantes de izquierda que han salido a defender la democracia y a llenar las calles de discursos de apoyo a los mayores, a las mujeres, a la sanidad, al colectivo LGTB... No os canséis de luchar, y sobre todo a los jóvenes, que han gritado más fuerte que nunca para defender lo que es suyo. Juventudes Socialistas de Madrid, Jóvenes de Más Madrid, Rebeldía: gracias. Habéis hecho un trabajo increíble en las calles. Esto no acaba aquí. Porque lo que unos llaman “el principio del fin de la izquierda” vosotros lo veréis como otro partido más que hay que salir a jugar. Seguid siendo rebeldes e inconformistas porque sois el futuro que seguro algún día acabará con la ultraderecha. Como dijo Antonio Machado: “Haced política, porque si no la hacéis, alguien la hará por vosotros y probablemente contra vosotros”.