Acuérdate de la mar cuando vayas a votar
Lo hemos dicho muchas veces: el sector de la pesca artesanal es clave en la lucha contra el cambio climático. Nuestro país tiene 8.000 kilómetros de costa y genera alrededor del 22% del empleo pesquero de la UE. Hay casi 35.000 personas en todo el Estado adscritas al régimen especial de trabajadores del mar y a ello habría que sumar todos los empleos que genera el sector de manera indirecta. Porque el turismo o la alimentación se ven impulsados por aquel.
La pesca artesanal, en concreto, es motor de vida y empleo en las localidades costeras y ha sido la gran víctima de la intensificación de la pesca industrial y a gran escala. Y es que expulsar a los pescadores artesanales de la mar sólo ha tenido como consecuencia que la contaminación se multiplique, la sobrepesca aumente y la mar sólo pertenezca a las multinacionales que a lo largo y ancho de un mundo sin fronteras pueden expoliar y machacar especies sin ningún tipo de cortapisas.
Y, por supuesto, los pescadores asturianos no iban a ser menos víctimas del expolio. Estos días toca la caballa. Ellos se quejan de que tienen menos capacidad que los vascos y los cántabros para salir a la mar. El problema es que ni siquiera es esa la cuestión de fondo; la cuestión de fondo es que la pesca no vive aislada de los cambios económicos que se están dando a nivel mundial.
En España la situación es alarmante: hemos perdido un 11% de la flota en cinco años al pasar de los 10.505 barcos registrados en 2011 a los 9.299 del año pasado. El desguace de esas más de 1.200 embarcaciones llevó aparejada la destrucción de más de 4.000 empleos y supone, decididamente, la pérdida de soberanía alimentaria y la muerte de muchos pueblos costeros, de su historia, de su identidad.
Los repartos pesqueros se hacen en negociaciones opacas en las que la voz y las demandas de los pescadores artesanales no está presente e intuyo que hay otras voces, más poderosas, más grandes, con más medios, que sí lo están.
Basta con pensar, por ejemplo, en Nueva Pescanova para explicar el modelo neoliberal al que nos empujan y cuya única consecuencia real es la precarización del trabajo, la pobreza y, en este caso, una mar sin pescadores. El impacto de la pesca industrial a gran escala está siendo devastador en todo el planeta. Sin embargo, los gobiernos que tienen capacidad para tomar decisiones efectivas para frenar a estas grandes multinacionales extractivas no toman las decisiones necesarias con valentía.
El Gobierno del PSOE prometió cambiar los criterios de reparto de los cupos pesqueros, marcados en España por una Orden Ministerial aprobada en su día por el Gobierno del Partido Popular.
La breve legislatura de Pedro Sánchez acabará sin que nada se modifique y después de haber visto un dantesco espectáculo de pasarse la pelota entre los gobiernos autonómico y central, eludiendo todo tipo de responsabilidades y sin llamar a las cosas por su nombre.
Lo que España necesita es una planificación de la política pesquera que sea sostenible, que ponga freno a la sobrepesca de la gran industria y ayude a nuestros pescadores a tener ingresos estables durante todo el año para poder trabajar y vivir con dignidad.
Es urgente un reparto de las cuotas justo y socialmente responsable bajo criterios de esfuerzo pesquero repartido por arte, barco y tripulación. También intransferible, ya que la compra venta de los cupos pesqueros lo único que provoca es la privatización de la mar.
Del mismo modo, es imprescindible revertir los recortes presupuestarios en el Instituto Español Oceanográfico y en los departamentos correspondientes del CSIC; urge una investigación científica suficiente, transparente e independiente sobre stocks pesqueros, impacto medioambiental, parásitos, contaminación y cambio climático. Necesitamos sendos análisis por caladeros y territorios sobre el estado de la biomasa, la reproducción de las especies y los ecosistemas, poniendo especial atención al impacto de los microplásticos y su entrada en la cadena trófica.
En Podemos queremos una Política Pesquera Común (PPC) realmente democrática y transparente en su elaboración y en su implementación, que permita la interlocución real y participativa de todos los sectores de la pesca en condiciones de equidad en su diseño, sobre bases de diálogo participativo de todos los actores de la pesca.
La UE debe reconocer una definición de pesca artesanal, su actual ausencia es indicativa de que esta Europa está diseñada para las grandes corporaciones como Pescanova y no para los pequeños pescadores.
¿Por qué el PSOE no asumió la pesca como tema prioritario en su agenda de Gobierno? ¿Por qué se cierra la legislatura sin haber hecho absolutamente nada para remediarlo para estar en condiciones de pelear por un sector primario soberano? Pues basta con atar cabos, nunca mejor dicho: desde el año 2015, el gigante de la pesca Nueva Pescanova reparte el 80% de sus acciones en los siguientes bancos: CaixaBank, Banco Sabadell, Grupo Popular, HSBC, Abanca, BBVA, SPV Global, Bankia y UBI Banca. Elena Salgado, exministra socialista, fichó por Nueva Pescanova hace un par de años. ¿Para quién gobierna, entonces, el PSOE? ¿Para los pescadores o para Pescanova?
Llevamos años diciéndolo: a los poderosos y sus representantes no les interesa que la pesca artesanal sea un sector soberano y fuerte. Y es que los consejos de administración de las grandes empresas son suculentos sillones para quienes han tenido la capacidad de tomar decisiones políticas en este país las últimas décadas.
Quizás por eso, muchas veces, sus decisiones han pasado por acuerdos pesqueros internacionales que ni son justos, ni respetan los derechos humanos, ni el derecho internacional ni a las comunidades locales; y quizás por eso cada año surgen nuevos Tratados de Libre Comercio a los que el PSOE ha abrazado sin ningún miramiento a pesar de saber que serían la ruina del planeta y de nuestros sectores primarios.
Nada nuevo bajo el sol. Por eso es tan importante que los pescadores se movilicen, como todos los trabajadores de este país y que reclamen medidas efectivas contra la contaminación en ríos, rías y estuarios para una defensa integral de nuestro sector marisquero de alto valor añadido económico y laboral. Un sector especialmente sensible a los vertidos contaminantes en nuestros litorales. Porque lo que está pasando en el mundo no es cuestión de “qué hay de lo mío”, es más bien “qué hay de lo nuestro”: nos estamos jugando la vida de este planeta y el futuro de nuestros hijos. Y aquí no valen medias tintas. Como rezaba una pancarta de las últimas elecciones generales en Cudillero: “Acuérdate de la mar cuando vayas a votar”.