Otro gatillazo
Si ha acabado la "lucha armada", ¿por qué los presos siguen militarizados, prietas las filas, hipotecado su futuro individual y el de sus familias por la unidad del colectivo, sometidos a los intereses de otros?
Los que somos optimistas incorregibles y confiamos vocacionalmente en la capacidad de transformación de los seres humanos hemos vuelto a ver frustradas nuestras expectativas con la última manifestación de una parte de la izquierda abertzale, esta vez en la forma de comunicado del denominado Colectivo de Presos Políticos Vascos (espero tratar de profundizar en el adjetivo en otra ocasión).
Leído una y otra vez el citado comunicado, incluso intentando leer entre líneas, a modo de experto komunikadólogo, no logro encontrar ningún paso, ningún avance. Al contrario, el lenguaje empleado por momentos me retrotrae a épocas afortunadamente pretéritas.
Supongo que todos estaríamos de acuerdo en que un avance sería que los presos por delitos de terrorismo hicieran una reflexión atinada sobre la historia reciente y la situación actual de ETA y sobre todo que empezaran a recorrer el camino de la autocrítica y del realismo.
Probablemente la falta de percepción de la realidad de la sociedad vasca sea uno de los rasgos más llamativos de la historia reciente de una parte de la izquierda abertzale. Lo real es que la sociedad vasca es una sociedad bastante plural en el plano político, lo real es que a la mayor parte de la sociedad vasca le preocupan otras cosas, como llegar a fin de mes o su futuro laboral, lo real es que el clamor de la sociedad vasca es, desde hace décadas, que ETA desaparezca, lo real es que resolución del conflicto político identitario que vive una parte de la sociedad vasca y violencia son incompatibles, lo real es que esta absurda "lucha", incomprendida y rechazada por la mayoría de la sociedad vasca, víctima de la lucha por su propia "liberación", ha dejado centenares de muertos, víctimas y fracturas sociales que costará restañar, lo real es que la lucha ha sido injusta, sinsentido, inútil y solamente engendradora de odios y sufrimientos.
Pero el texto se prodiga en irreales apelaciones a inexistentes clamores de la sociedad, al pueblo, precisamente al mismo que rechaza a ETA, los supuestos logros de la lucha, a una delirante imagen de opresión y ocupación (nada menos que hace cinco siglos, aunque también podrían remontarse a Juan I de Castilla o a Trajano, que era español e imperialista) que provocan reacciones de entre risa y preocupación.
Al menos se dan "cuenta del dolor de múltiples lados, con toda responsabilidad, porque lo hemos conocido en nuestra piel y en la de nuestros allegados de generación en generación", lo cual pueda ser un atisbo de que los redactores del texto no sean del todo inmunes a la capacidad de empatía con las víctimas generadas por ETA, y que "el Colectivo de presos políticos vascos da por superado el tiempo de uso de la lucha armada como herramienta". No puede considerarse un avance, pero al menos mitiga la impresión de retroceso. Bienvenido sea un futuro en el que la izquierda abertzale quiera transitar por entender el daño causado, "un trabajo profundo y doloroso".
Seguramente son los propios "presos de ETA" quienes se habrán sentido más desencantados con el texto que se ha publicado. Probablemente, como apuntaba Florencio Domínguez recientemente, el texto no se ha escrito dentro de las prisiones. Mi percepción es que tampoco refleja el resultado del supuesto debate y que entre los cientos de personas presas por haber pertenecido o colaborado con ETA, y los cientos que lo estuvieron pero ya salieron en libertad, hay mucha más diversidad de situaciones, historias, sentimientos y pensamientos que los que refleja el monolítico comunicado. Ojalá que se dieran las condiciones para un debate libre y que éste se manifestara de formas más plurales y diversas que un texto colectivo.
No es de esperar que la mayor parte compartan las reflexiones éticamente más compartibles que algunos exmiembros de ETA han hecho públicas, pero quiero creer que en las condiciones adecuadas se podría llegar a puntos de encuentro con una parte importante de quienes han practicado o alentado y apoyado la violencia como instrumento político; se puede tratar de alcanzar un diagnóstico compartido sobre la injusticia de todas las vulneraciones de derechos humanos básicos, sobre el rechazo ético a futuro a cualquier vulneración de derechos humanos con fines políticos, sobre la necesidad de la empatía y la solidaridad con quienes han sufrido el drama de la injusta victimización.
Más difícil será que muchos asuman lo absurdo, inútil e injustificado de tanto dolor causado, pero no hay que olvidar que estamos al comienzo de un proceso largo de toma de conciencia, de reflexión y autocrítica. Confiemos en que las instituciones competentes posibiliten estos procesos en lugar de obstruirlos.
Dice el texto que se "da por superado el tiempo de uso de la lucha armada", lo cual me deja una incomprensión, una pregunta: Si ha acabado la "lucha armada", ¿por qué los presos siguen militarizados, prietas las filas, hipotecado su futuro individual y el de sus familias por la unidad del colectivo, sometidos a los intereses de otros? Si para la participación política de la izquierda abertzale se puede aceptar la legalidad española, ¿por qué a los presos se les ofrece como único camino el espejismo de la ilegal e imposible amnistía?