El aceite de oliva gallego pide paso en mitad de la crisis
Las aceitunas de esta comunidad tienen unas características botánicas únicas.
Aunque exista la creencia de que en España solo se cultivan olivos en Andalucía, no es así. De hecho, hay unas aceitunas en nuestro país que cuentan con unas características botánicas únicas: las gallegas. Y es que están adaptadas a las condiciones más extremas de climatología.
De hecho, son resistentes a la temperatura, a la humedad, al terreno y al tipo de suelo gallego. Allí hay más de 11 variedades autóctonas únicas en el mundo. Y esto es gracias a la labor del CSIC, que mediante la Misión Biológica de Galicia comenzó a producir aceite de semillas de uva monovarietal para darle un uso alimentario y cosmético.
Los lugares en los que se puede encontrar aceitunas gallegas son el sureste de la comunidad, al igual que la frontera con León y Asturias, y el entorno de los ríos Sil y Miño.
Una investigación crucial
"Encontramos una empresa dispuesta a ayudarnos, que aceptaba el reto a cambio de que estudiáramos el olivar de Galicia”, explica la investigadora científica Carmen Martínez a la revista Elle. Así que, junto al resto del grupo, se fueron a los entornos de las iglesias para ver qué podían encontrar: "Localizamos 250 ejemplares vivos de tamaño colosal. Encontramos bosques antiquísimos con estructura de olivar. Y allí escondidos, supervivientes, descubrimos olivos con siglos de antigüedad", asegura.
Desde hace 10 años que comenzó la investigación, los aceites gallegos han sufrido un gran avance. De hecho, gracias a los descubrimientos científicos, la mayoría de los productores están viviendo una edad dorada. Tanto es así que en el futuro ya se plantean conseguir la Denominación de Origen.
Olivos con 4 siglos de historia
En el siglo XVII el Conde Duque de Olivares, valido de Felipe II, fue quien acabó con los olivares gallegos. Puso un gran impuesto a todas las personas que poseían estos árboles para poder beneficiarse él de todos los que tenía en Andalucía. Solo dejó sin gravar a los olivos de las iglesias, para que pudieran tener aceite para las lámparas.
De este modo, casi todos los olivareros de Galicia tuvieron que dejar atrás este negocio y deshacerse de sus árboles.