Por qué la mayor parte de Japón da la bienvenida a Obama en Hiroshima
Un amigo mío, estadounidense y periodista, me preguntó si a los japoneses les incomodaba la visita de Obama. "La gente de Hiroshima debe de estar muy enfadada", me dijo. "¿Vais a pedir a Estados Unidos que se disculpe?". "No", le contesté. Y mi respuesta le sorprendió. Ya no somos los enemigos que fuimos durante la guerra, sino los mejores aliados.
El 27 de mayo, el presidente Barack Obama se convertirá en el primer presidente estadounidense en funciones que visita Hiroshima, la ciudad en la que Estados Unidos lanzó una bomba atómica al final de la Segunda Guerra Mundial. La bomba mató a miles de personas al instante y los miles de supervivientes que dejó quedaron expuestos a la radiación. Nagasaki fue bombardeada tres días después que Hiroshima. Se dice que, para finales de ese año, habían muerto unas 210.000 personas en Hiroshima y Nagasaki. Japón se rindió inmediatamente tras los bombardeos.
Un amigo mío, que es estadounidense y periodista, me preguntó si a la gente de Japón le incomodaba la visita de Obama. "La gente de Hiroshima debe de estar muy enfadada", me dijo. "¿Vais a pedir a Estados Unidos que se disculpe?".
Mi respuesta le sorprendió.
"No", le contesté. "La gente de Hiroshima y Nagasaki no va a estar furiosa". Los sentimientos no son los mismos que en 1945. De hecho, el Asahi Shimbun, uno de los periódicos más importantes de Japón, ha realizado una encuesta esta semana y, según los resultados, el 89% de los japoneses valoran positivamente la visita de Obama.
Ya no somos los enemigos que fuimos durante la guerra, sino los mejores aliados. Los japoneses de mi generación han crecido viendo películas de Hollywood y escuchando las canciones de Michael Jackson y de Nirvana. Tomamos café en Starbucks y nos emocionamos cuando Apple lanza un nuevo producto.
Aunque los japoneses nunca olvidaremos lo que pasó y cómo sufrimos las tremendas consecuencias de la bomba atómica, creemos que es más importante unir nuestras fuerzas con las de Estados Unidos por un mundo sin armas nucleares.
Confiamos en las palabras que pronunció el presidente Obama en Praga en el año 2009: "Al ser la única potencia nuclear que ha utilizado armas nucleares, Estados Unidos tiene la responsabilidad moral de actuar". Como confiamos en Estados Unidos, creemos que podemos dejar la ira a un lado y pasar página.
Un mundo no nuclear significa mucho para los japoneses. Aunque muchos estadounidenses aseguran que las bombas atómicas acortaron la guerra y salvaron muchas vidas, los japoneses las conciben como una tragedia suprema.
A los niños japoneses se les habla de estas bombas atómicas en el colegio y se les lleva de excursión a Hiroshima o a Nagasaki. Los alumnos aprenden que esas ciudades fueron el escenario de la devastación más absoluta tras el lanzamiento de la primera bomba atómica. Muchas personas fallecieron al instante y los supervivientes quedaron sepultados bajo las casas y fueron muriendo poco a poco debido a la exposición a la radiación.
Cuando visité hace tres años el Museo Memorial de la Paz de Hiroshima con mi hijo, que entonces tenía ocho años, no le dejé pasar. Me daba la sensación de que aún podía oír gritos y voces de niños. No quería que fuera un golpe emocional para mi hijo.
Según Daniel Sneider, director adjunto del Centro de Investigación Asia Pacífico Walter H. Shorenstein de la Universidad de Stanford, hay tres versiones básicas sobre la guerra en Japón. La primera es la versión conservadora y revisionista que afirma que Japón liberó a Asia del colonialismo y que la Segunda Guerra Mundial fue un acto en defensa propia contra el imperialismo occidental. Luego está la versión de izquierdas, según la cual Japón había sido secuestrado por los militaristas, que llevaron a la destrucción de la nación. La tercera versión, y la más predominante en Japón, hace hincapié en que la guerra es algo horrible y en que cometimos un error al elegir el camino de la guerra. Un error que no podemos volver a permitirnos.
Esta tercera versión es la que está presente en el cenotafio en memoria a las víctimas de Hiroshima, que reza "por favor, descansad en paz, ya que nosotros no permitiremos que esta atrocidad se repita". Está claro y no se cuestiona a quién va dirigido ese "nosotros" y a quién hay que culpar.
Podéis argumentar que esta imprecisión es típica del carácter japonés. Al contrario que los estadounidenses, que suelen expresar sus opiniones con firmeza, los japoneses se muestran reticentes a posicionarse en una discusión para evitar ser explícitos.
Desde mi punto de vista, hablar de la guerra como un mal general sin nombrar a ningún país en particular despolitiza el asunto. Este enfoque puede ser útil si sirve para animar a los líderes mundiales a dejar de señalar a los culpables para, en vez de eso, trabajar en equipo para lograr la paz mundial y la no proliferación nuclear.
Cuando Obama visite Hiroshima y esté al lado del primer ministro japonés, Shinzo Abe, los japoneses no estarán ahí para pedir echar la culpa a Estados Unidos ni para exigir que se disculpen.
La visita a Hiroshima es solo el principio del camino hacia un mundo sin armas nucleares. Los japoneses deberíamos recordar que también fuimos responsables de esa horrible guerra. La visita del presidente Obama no debería oscurecer el papel de Japón como iniciador.
Me gustaría ver que Obama toma cartas en el asunto después de su visita. Me gustaría ver que tanto el primer ministro japonés como los japoneses hacen lo mismo. Me gustaría ver actuar a los líderes mundiales. Las acciones valen más que las disculpas y son la mejor forma de que no se repitan las "atrocidades".
Este post fue publicado originalmente en 'The WorldPost' y ha sido traducido del inglés por Lara Eleno Romero