Renovación y participación en el PSOE
Estamos en momentos de liderazgos colectivos, donde la militancia y la ciudadanía son protagonistas. Hoy la política se hace en los despachos, en las agrupaciones, en centros sociales y culturales, en las calles y en las redes sociales. Hoy sabemos lo que piensan o critican militantes, ciudadanos y ciudadanas en tiempo real.
Hace 20 años que milito en el PSOE. Desde entonces siempre he visto en esta organización una pulsión que nos lleva a reinventarnos, a buscar nuevas formas para provocar el encuentro con la ciudadanía, a incorporar nuevas políticas que nos permitan avanzar colectivamente.
Somos una organización de principios del siglo pasado que vive con su historia, su herencia y el orgullo de saberse referente fundamental en la construcción democrática, política y social de este país, a la que, sin embargo, y quizás por los mismos motivos, le resulta difícil desprenderse de sus herencias, sus aprendizajes y de aquellos procedimientos aplicados una y otra vez cuando se trata de afrontar conflictos y resolver situaciones difíciles.
Hay quienes creen que en situaciones complejas el PSOE debería encerrarse en sí mismo para curar sus heridas, profundizar en los cambios y desde aquí mostrar a la sociedad su nuevo ser renovado. Otros apostamos por abrir procesos que buscan la participación de la militancia y la ciudadanía. En ambos casos hay, sin lugar a dudas, buena voluntad y el deseo de que el resultado sea el mejor para el partido y para la sociedad.
Aunque en contexto diferentes, este debate me recuerda mucho al de la democracia paritaria o incluso, aquel del voto femenino. Siempre habrá quienes pregunten si el método mejorará el resultado, en definitiva, si así conseguiremos hacer mejores políticas o si ganaremos más votos para la izquierda. Estoy convencida de que la respuesta es afirmativa pero, por encima de ello, defiendo la paridad y la participación ciudadana por un principio democrático. Porque ampliar y afianzar nuestra democracia pasa por incrementar la participación en todas las instituciones, organizaciones y, por supuesto, en los partidos políticos, encargados de dirigir y organizar nuestra convivencia y, por lo tanto, instrumentos de los ciudadanos y ciudadanas.
Por eso creo que es mejor que los secretarios generales sean elegidos por los y las militantes con su voto directo, por lo mismo también apuesto por las primarias abiertas, con la ciudadanía. También por este motivo siempre he considerado imprescindible que el PSOE abra espacios de debate con la gente, con las organizaciones y los movimientos sociales, para hablar de política, para intercambiar reflexiones y propuestas, para afianzar compromisos.
Estamos en momentos de liderazgos colectivos, donde la militancia y la ciudadanía son protagonistas. Hoy la política se hace en los despachos, en las agrupaciones, en centros sociales y culturales, en las calles y en las redes sociales. Hoy sabemos lo que piensan o critican militantes, ciudadanos y ciudadanas en tiempo real. Todo ello forma parte de la vida política y a ella tenemos que incorporarlo de forma natural.
¿Tiene esto algo que ver con ganar o perder elecciones? Probablemente no sea así si medimos resultados a corto plazo, pero ampliar la participación forma parte imprescindible de ese proceso de reflexión colectiva y encuentro con la gente. De ahí que sus resultados no solo pueden ser positivos para el PSOE, sino también para una democracia que se proponga acortar la distancia entre ciudadanos e instituciones.
Con todo ello, no quiero olvidar que la situación política actual es muy compleja, y en gran medida viene derivada de la crisis y de un legítimo enfado de la gente con quienes la gestionaron, también de la incapacidad de la socialdemocracia europea para hacer frente a una situación que ha generado pobreza y sufrimiento.
El PSOE hizo hace unos meses una Conferencia Política y elaboró un buen relato para este país y para Europa. Ha hecho oposición día a día en las Comunidades Autónomas, los Ayuntamientos y el Estado, a una derecha despiadada cuyas políticas han incrementado las desigualdades y la pobreza de manera brutal, una derecha que ha mostrado lo más ultraconservador de sí misma atacando la libertad e incluso la democracia. No creo que el Congreso de Sevilla haya sido un Congreso fallido, puesto que desde entonces hasta ahora el PSOE ha hecho un giro a la izquierda necesario, recogiendo muchas propuestas planteadas por una parte importante de ciudadanos y militantes, e incorporando avances y reflexiones ideológicas de los últimos tiempos producidas en el propio socialismo, el feminismo y el ecologismo. A pesar de este esfuerzo, en las últimas elecciones europeas, mucha gente, incluso compartiendo muchas de nuestras propuestas, ha creído que no somos nosotros quienes mejor defendemos sus posiciones en Europa.
Por lo tanto, es el momento de seguir avanzando en posiciones políticas valientes y proceder a una renovación profunda. Es la hora de trabajar para hacer visible nuestro trabajo diario y de renovar tanto las formas y los métodos de actuación como la toma de decisiones. Y todo ello debemos hacerlo junto al socialismo europeo e internacional.
Después de estos días, de reflexiones y debates públicos y privados, sin lugar a dudas creo que esta valiente organización, nacida a finales del siglo XIX, será capaz de recuperar esa pulsión de cambio y renovación que la sitúe como referente político y social de esta país también durante el siglo XXI.