Una generación abocada al alquiler: cuando comprarse una casa suena a utopía
La edad media de emancipación de los jóvenes en España ha alcanzado su cifra más alta en los últimos veinte años. Los salarios y la subida de precios en el mercado de la vivienda lo convierten en una prueba de riesgo para muchos.
"¿De mayor qué quieres ser? Propietario". Esa podría ser la respuesta que, con el paso de las décadas, los más jóvenes podrían plantearse, viendo los cambios que se han producido. Los bajos salarios, las subidas de tipos de interés y el alza del precio de los alquileres han provocado que, en España, la edad de emancipación se haya convertido en la más alta de los últimos veinte años.
Este lunes se celebra el Día Mundial del Hábitat y, para muchos, pensar en tener una casa propia cada vez supone una utopía más y más grande. Algo que está abocando a los jóvenes, en el caso de que puedan permitírselo, a centrar sus proyectos de vida en el alquiler.
Con los tipos de interés en máximos desde hace más de 22 años, la situación no es nada halagüeña para esos menores de 30 años que intentan a la desesperada emanciparse y que se encuentran con cada vez más trabas en el camino.
Las subidas de las hipotecas, a través de las subidas de tipos de interés y el euríbor, ha provocado un efecto rebote en todo el mercado. Las viviendas han registrado un preocupante aumento en su valor, lo que se hace notar en el coste de los alquileres.
El crecimiento de los precios es el principal inconveniente de una lista que no termina. Los jóvenes ven cada vez más lejos la posibilidad de salir de casa de sus familiares porque, entre otras variables, deben cumplir con los requisitos necesarios para poder comprar una vivienda, como la de dar una entrada del 20% del valor, o cumplir los requisitos fijados por los propietarios para contratar un alquiler, como una señal de tres meses o dos nóminas.
La edad media de emancipación juvenil más alta en 20 años
España está batiendo récords, pero no positivos. Coincidiendo con que el Banco Central Europeo (BCE) ha aplicado una política monetaria similar a la de principios del siglo XXI, la tasa de emancipación juvenil está muy por debajo de los niveles europeos y ya ha alcanzado cifras de hace 20 años.
Con los datos publicados por el Consejo de la Juventud de España (CJE) en la mano, las estadísticas vienen a mostrar que hay una problemática muy grande. Una brecha generacional que lleva a que la edad media de emancipación juvenil se sitúe en los 30,3 años en España, la mayor cifra en los últimos veinte años.
El Observatorio que salió a la luz el pasado 11 de agosto refleja el sentir de los menores de 30 años. Los jóvenes no pueden irse a vivir por su cuenta hasta que dejan de ser jóvenes. Es por ello que la única solución que tienen sobre la mesa, en el caso de tenerla, es la de pagar por el alquiler de una habitación o conseguir el arrendamiento de una casa junto a su pareja o compañeros.
Los españoles tienen que destinar un 83,7% de su salario neto anual a pagar el alquiler, en el caso de lanzarse a dicho mercado en solitario. Algo que para Andrea Henry, presidenta del CJE, es insostenible. "Ya es complicado decir que las personas jóvenes nos estamos emancipando. Lo hacemos cuando dejamos de ser jóvenes. Nunca nos habíamos encontrado en esta situación", asegura.
El informe recoge que sólo el 15,9% de los jóvenes se había ido de casa a finales de 2022. Con las propuestas e iniciativas puestas en marcha por algunos de los ejecutivos nacionales y autonómicos, la líder del organismo considera que "se están quedando cortas o no están siendo implementadas de verdad".
Unas medidas como el bono de alquiler joven que, tal y como destaca Andrea Henry, pese a tener "un buen propósito", su ejecución "no está siendo eficaz". "Nos hemos encontrado como su financiación no afectaba a más de un 1% de la población joven. No es una medida estrella y, a veces, veces el casero sube el alquiler porque sabe que tienes un bono", añade.
"Estamos sobrepasando los límites. No sólo no nos emancipamos. Estamos a la mitad de la Unión Europea. Lo hacemos en unas condiciones que muchas veces no son dignas, como pone en la Constitución", critica la presidenta del CJE.
Una situación en la que Laura Barrio, portavoz de la Coordinadora de Vivienda de Madrid, hace especial hincapié, reconociendo que entre ellos "se junta la tormenta perfecta". "Tenemos el mercado laboral, que no les da el salario suficiente, también hay muchas dificultades para ahorrar una entrada para comprar un piso y, algo que muchos no piensan, es en elevar socialmente el concepto del alquiler", detalla.
Con "contratos de 20 horas" para muchos de los menores de 30 años, "con horas complementarias", el salario "sigue siendo insuficiente". "No pasan de los 900 euros. Pero no le sirve ni para tener dinero ni tampoco para tener credenciales sociales para acceder a una vivienda", señala.
Laura Barrio reitera que es en ese punto, en el de "las siete pruebas de Hércules del mercado del alquiler", en el que los jóvenes sufren un mayor rechazo. "No das el perfil de buen pagador. Te hace falta antigüedad en la nómina, tener dos nóminas, tener un buen salario. No es cuestión de dinero, es cuestión de credenciales. El mercado sigue con unos baremos que son de la generación anterior", resalta.
"La pobreza residencial se hereda"
Otro de los inconvenientes a los que se enfrentan miles de jóvenes a la hora de intentar comprar una casa es el de tener la cuantía necesaria para cumplir con la entrada que exigen los bancos. Algo que el Gobierno de España ha tratado de remediar, destinando 2.500 millones de euros para avalar ese 20% a los menores de 35 años y hogares vulnerables.
Una medida que todavía no se está haciendo notar y que debería paliar algo que muchos viven en su día a día. "La pobreza residencial se hereda. Esto va de generación en generación", apunta Laura Barrio. "Una de las variables que determinaba la movilidad social era si tus padres tenían vivienda en propiedad o no. Si tú no tienes un hogar al que acudir o un hogar que heredar, estás en peores condiciones para escalar socialmente", expone.
Es por eso que, sin que tenga una connotación negativa, la generación de jóvenes actual cada vez está más abocada a salir de casa y formar su proyecto de vida a través de un contrato de alquiler. Algo que la portavoz de la Coordinadora de Vivienda de Madrid considera que se debe elevar socialmente.
"Estamos con la mentalidad de los propietarios que nos impide asumir un alquiler como una forma de vida normal y corriente. Porque es muy inseguro. Esa tranquilidad por la legislación que tenemos y por el mercado, no te la da el alquiler, aunque sí va más en sintonía con la filosofía de vida de la juventud", justifica.
AndreA Henry intenta ir más allá y recuerda por lo que están pasando miles de jóvenes en España. "Vemos que hay una desmotivación porque, durante toda la vida, se nos ha dicho que tú estudia todo lo que puedas. Estamos saliendo a un mercado laboral que no está siendo capaz de absorbernos. Luego nos extrañamos cuando decimos que la salud mental es un problema en muchos colectivos, pero sobre todo en la gente joven", reprocha.
La presidenta del CJE considera que hay alguno que no tiene tanto que ver con "las redes sociales", como se suele decir, sino con que "las expectativas de una generación que no se está teniendo en cuenta". "La gente joven acaba encontrando su puesto precarizado, por desgracia", razona.
La vida por debajo del radar
Pero los datos oficiales no pueden captar la realidad al completo. Hay un número de personas que vive en una situación precaria y que no sale en las estadísticas. Entre ellos también hay jóvenes que lo han vivido, de primera mano, desde los desahucios que se produjeron a raíz de la crisis de 2008.
Laura Barrio no duda en destacarlo tras hablar de lo que se considera un "mal inquilino". "La pregunta del millón es dónde está la horda de familias que fueron desahuciadas, entre las que había jóvenes. Se hacinan en casa de familiares o viven en situación irregular, en el mercado negro de la vivienda", explica.
Muchas de esas personas, que no consiguen un contrato de trabajo con las condiciones dignas, "cobran en negro y no pueden acceder al mercado oficial de la vivienda". "Ahí no llega la ley. Pagos invisibles, desahucios invisibles y vulnerar los derechos humanos sin que conste en ningún sitio. No es justiciable nada cuando estás por debajo del radar", añade.
"Habría que poner el foco y alumbrar ahí por debajo a ver cómo lo está haciendo la gente. No hay gente durmiendo en las calles masivamente. La gente sobrevive de otra manera. Hay cosas que en este país que no interesa medir", reconoce.
Una situación precaria que supone un eje más dentro de la espiral en la que millones de jóvenes siguen siendo los grandes afectados. Aspectos políticos, sociales y también económicos que ponen en entredicho las esperanzas de todos ellos a la hora de intentar formar su proyecto de vida de forma independiente y convierte todo en una prueba cada vez más complicada.