Sánchez se pasa el juego y supera su máximo de apoyos para gobernar
El presidente en funciones ha encarrilado su segunda investidura con más apoyos parlamentarios y más votos que hace cuatro años.
La prensa internacional le ha definido como "el político de centroizquierda más relevante de la última década", pero Pedro Sánchez dista mucho de haberse encontrado un camino de rosas, por muchos que estas estén presentes en el logo de su partido, el PSOE. Por contra, a la luz de los pactos, su investidura está encarrilada, y puede decirse que el presidente en funciones se ha pasado el juego... otra vez.
Este "perro" de siete vidas, tras un resultado desastroso en las elecciones autonómicas y municipales del 28M, no tardó ni 24 horas en adelantar las generales al 23 de julio. Que pasara lo que tuviera que pasar y que hablaran las urnas tras la derrota de sus candidaturas territoriales. Casi seis meses después, vuelve a ganar con más votos que en 2019, enfilando su segunda investidura como presidente en un Ejecutivo de coalición y con más apoyos parlamentarios que hace cuatro años.
El reparto de escaños resultante del 23J no auguraba un escenario fácil. El PP de Alberto Núñez Feijóo se dio contra un muro, a pesar de haber sido el partido más votado y obtener 137 escaños, solo pudo pactar con la extrema derecha de Vox (33) y sumar el apoyo de Unión del Pueblo Navarro (1) y Coalición Canaria (1). En total, 172 votos, de los cuales uno, el de la formación del archipiélago, ha decidido apuntalar también la candidatura de Sánchez.
El socialista, a partir del fracaso de Feijóo, inició su andadura en busca de apoyos, un viaje con curvas en los que su equipo negociador ha tenido que sortear numerosas dificultades, especialmente con Junts, la formación de Carles Puigdemont, fugado en Bruselas desde el 2017 tras el referéndum ilegal del 1-O.
Las derechas, tras fracasar en sus aspiraciones, se han echado a las calles contra el Gobierno mientras que también han iniciado una pugna entre ellas. Sus declaraciones, cada vez más subidas de tono, apelan a la "resistencia civil" o incluso a equiparar la futura Ley de Amnistía como el peor ataque a la democracia "desde el 23F".
Y mientras, el PSOE soporta la presión, con miles de manifestantes a las puertas de su sede, entre los que se encuentran neonazis y ultras que han sembrado de disturbios el centro de Madrid. Pero si se mira a la democracia por encima de las llamas, Sánchez ha conseguido cerrar un acuerdo con Sumar, con los que formará Gobierno, y los apoyos de BNG, EH Bildu, ERC, PNV, Junts y CC.
En total, 179 escaños a favor, tres más de los 176 necesarios para ser investido en primera votación y 12 más de los que consiguió en 2019, cuando fue investido en segunda votación por mayoría simple. Y este no ha sido el único máximo que ha superado Sánchez, aunque los decibelios de la derecha haya impedido fijarse en ello.
Más votos que nunca desde que lidera el partido
La RAE define en su cuarta acepción a lo "épico" como algo "grande o fuera de lo común". Y podría decirse que el andar de Sánchez en la política española ha estado impregnado de épica. Ganó las primarias de su partido en 2014 y en el mes de diciembre 2015 se presentó por primera vez a unas elecciones generales. Entonces el PSOE obtuvo 5,5 millones de votos, el 22% de los sufragios.
Esa elección y su repetición de junio de 2016 fue su suelo. Tras el trance de ser defenestrado de la secretaría general del PSOE, su regreso a través de unas primarias en las que barrió a Susana Díaz y la moción de censura a través de la cual desbancó a Mariano Rajoy, Pedro Sánchez ha conseguido que el PSOE se haya vuelto a erigir como referente del centro izquierda en España.
Las elecciones de abril de 2019 fueron la primera prueba tras su reconquista partidaria, y de los 5,4 millones de votos de 2016 pasó a 7,7 millones. La repetición de noviembre le hizo perder un poco de fuelle, 6,7 millones de papeletas le avalaron. Después de ese punto se coaligó a Unidas Podemos y presidió el primer Ejecutivo de coalición del periodo democrático. Se dispone ahora a encabezar el segundo con casi un millón de votos más, el mejor resultado del PSOE desde 2008. Imaginar el resultado en mayo hubiera sido ciencia ficción.
El número de escaños en las elecciones sucesivas también refleja una mejoría constante, desde diciembre de 2015 la progresión ha sido la siguiente: 90, 85, 123, 120 y 122.
El muerto vivo
En los últimos cuatro años a Pedro Sánchez se le ha dado por muerto políticamente en varias ocasiones. Dos meses después de asumir el cargo en enero de 2020 estalló la peor pandemia en un siglo, con una crisis económica extrema que tensionó la paz social. Después llegó el volcán de La Palma en 2021 y la guerra de Ucrania en 2022, que ahondó la crisis económica e inflacionaria cuando apenas se estaba empezando a salir de la pandémica. Para más inri, su Gobierno aprobó los indultos contra los condenados a prisión del Procés, lo que provocó un hondo malestar en el PSOE y en las protestas de la oposición.
El desgaste se hizo patente en las urnas. A excepción de en Cataluña, y especialmente en Madrid en 2021 y Andalucía en 2022, la mayoría de elecciones autonómicas que se han celebrado en ese lapso de tiempo han supuesto duros golpes contra el Partido Socialista, encontrando el colofón el 28M, cuando perdieron Aragón, la Comunidad Valenciana o La Rioja. Se instaló entonces una sensación que olía a cambio de ciclo. Pero no.
El camino hacia el 23J supuso la enésima resurrección de el madrileño, que se paseó por los platós de televisión y las radios derrochando dialéctica y aupado por un Partido Popular que empezaba a transigir con al extrema derecha y a incluirla en sus gobiernos autonómicos al tiempo que a Feijóo le pesaron algunas declaraciones atacando al Gobierno con argumentos que resultaron ser falsos en la última semana de campaña electoral. Y de aquel polvo, este lodo.
Sánchez acaba de atar todos sus apoyos para mantenerse en La Moncloa, si bien es cierto que ha pagado el precio de una Ley de Amnistía que siempre defendió que no era constitucional y que, a la hora de la verdad, parece que ha sabido darle encaje. El cabreo en la derecha es explícito. No ahorran en hipérboles mientras siguen proclamando el fin del Estado de Derecho y de la democracia con soflamas que recuerdan al argumentario que esgrimieron contra los indultos, pero con algunos litros extras de gasolina.
El descontento también es latente en sectores del PSOE que no se sienten cómodos con la amnistía. La situación no augura una legislatura sencilla debido a los equilibrismos que el presidente tendrá que buscar en sus apoyos parlamentarios. ¿Será este el final de Pedro Sánchez? Hay argumentos para pensar que se ha puesto en una situación demasiado vulnerable, pero a juzgar por el historial, no se puede dar por sentado, ya que más sabe el 'Perro Sanxe' por 'Perro' que por 'Sanxe'.