¿Por qué se dice que Letonia, que ahora está en contra del uso del catalán en la UE, era aliada de Puigdemont?
Hace diez años, el país báltico fue de los pocos en aceptar una posible independencia de Cataluña
Al menos dos delegaciones, la de Letonia y Lituania, se han mostrado este martes abiertamente en contra de modificar el reglamento que rige el uso de las lenguas oficiales de la UE para incluir el catalán, euskera y gallego, si bien el debate seguirá a nivel técnico en el seno de los Veintisiete ya que un mayor número de socios se han mostrado dispuestos a seguir discutiendo si España detalla cuestiones clave como el coste o su encaje legal.
Así ha quedado reflejado en el debate de apenas media hora que los ministros reunidos en el Consejo de Asuntos Generales de la UE han tenido en Luxemburgo.
Ya a su llegada, el ministro de Asuntos Exteriores y exprimer ministro de Letonia, Krisjani Karins, avisó en declaracione a la prensa que no esperaba cambios en las reglas sobre lenguas porque los Veintisiete tienen otros "problemas" geoestratégicos en su agenda "a los que dedicar tiempo y en los que centrarse".
Una vez en la reunión, tanto Karins como su colega lituano, Gabrielius Landsbergis, han expuesto su rechazo por el "impacto político" que tal medida pudiera tener en otros Estados miembros como los suyos, en donde hay una minoría que habla ruso, explican las fuentes consultadas por Europa Press.
La postura de Letonia sorprende porque el país báltico fue uno de los pocos de la UE que, en el pasado, apoyó la posibilidad de que Cataluña se convirtiera en un país independiente. En 2013, el entonces primer ministro, Valdis Dombrovskis, aseguraba que el gobierno español debería "mirar opciones" para responder al clamor independentista inspirándose en la vía báltica de 1989. Y preguntado sobre si Letonia reconocería una Cataluña independiente, el mandatario conservador respondía: "Si hay legitimidad en el proceso, ¿por qué no?".
La determinación ahora de Letonia en el debate sobre el uso del catalán, el gallego o el euskera en la UE debe entenderse por el miedo del país báltico al 'efecto contagio' que tal medida pudiera tener en otros Estados miembros como el suyo, en donde el ruso ha ganado cada vez más espacio social pero no se reconoce como idioma oficial del país.