Los retos de la izquierda tras la dimisión de Yolanda Díaz: ¿es posible la unidad?
Mientras en Francia los partidos progresistas han acordado un frente popular para las legislativas anticipadas, en España los resultados tras las europeas invitan a una reflexión sobre el futuro a la izquierda del PSOE.
"Si las acciones son fruto de la envidia, entenderemos por qué la lucha política, en su última expresión, se reduce a cálculos y a maniobras apropiadas para asegurar la eliminación de nuestros émulos o de nuestros enemigos. ¿Quieres dar en el clavo? Hay que empezar por liquidar a los que, desde el momento en que piensan con arreglo a tus categorías y a tus prejuicios y han recorrido a tu lado el mismo camino, sueñan necesariamente en suplantarte o en abatirte. Son tus rivales más peligrosos: limítate a ellos, los otros pueden esperar".
En 1960, Emil Cioran tenía muy claro qué haría si en algún momento se “adueñara del poder”. Lo explicó en su libro ‘Historia y utopía’: “Mi primera ocupación sería la de hacer desaparecer a todos mis amigos. Proceder de otra manera es malvender el oficio, desacreditar la tiranía”. Aunque hay quien ve en la indomesticable ironía del autor rumano un cinismo catastrofista, los hechos se empeñan en darle la razón.
En España, lo atestigua también el devenir de los partidos de izquierdas. No significa que las escabechinas internas sean de su dominio, pero sí que su electorado pena con mayor desánimo las desventuras familiares. La consecuencia, más allá de la salud emocional de los combatientes, se ha podido ver este domingo en las elecciones europeas. Cuanto más se resquebraja la izquierda, mayor es el aval a las fuerzas de ultraderecha, que no precisan coaligarse. Les basta un hermanamiento en las ideas.
En Francia, los partidos de izquierda han visto las orejas al lobo – si bien el animal asoma el hocico desde hace tiempo – y han optado por trabajar en recuperar la alianza que constituyeron ya en 2022. No han tomado esta determinación solo por los resultados del partido de Marine Le Pen, sino también por la presión ciudadana. Écologistes, La France Insoumise, Le Parti Communiste y Le Parti Socialiste, entre otros, firmaron este lunes un acuerdo marco para constituir “un nuevo frente popular” de cara a las legislativas anticipadas. Aunque todavía trabajan en el acuerdo, en el texto acordaron “apoyar a candidatos únicos en cada circunscripción” que defenderán un programa conjunto con “medidas a tomar en los primeros 100 días de Gobierno”.
No es que en Francia los líderes de los partidos de izquierda se lleven mejor que en España. De hecho, la alianza que conformaron en 2022, NUPES, se rompió poco antes de las europeas. El motivo no sorprenderá a nadie: las divisiones internas. Solo ha hecho falta que la extrema derecha de Rassemblent National arrasase en las elecciones para reconsiderar la desunión. Sin embargo, la izquierda española parece estar lejos de entenderse, o al menos así se percibe tras unos malos resultados y la posterior dimisión de Yolanda Díaz como coordinadora general de Sumar.
El acto fundacional de Sumar en Magariños supuso la hendidura definitiva que terminó por romper en dos el bloque que se había constituido años antes a la izquierda del PSOE. En el polideportivo madrileño estaban todos: Más Madrid, Más País, Comunes, Compromís, Izquierda Unida. En realidad, casi todos. Faltaba Podemos. Las diferencias entre el partido morado y Sumar no eran tanto políticas o programáticas como personales. Algo se rompió entre Yolanda Díaz y Pablo Iglesias cuando el exvicepresidente anunció a través de redes sociales que sería su sustituta sin que la ministra de Trabajo estuviera al tanto. Esa ruptura tuvo su eco no solo en Magariños, sino en todas y cada una de las elecciones que han tenido lugar desde entonces.
Con Sumar en el Gobierno, desde Podemos han tratado de sobrevivir como partido desde que tomaran la decisión de irse al grupo mixto del Congreso. En Galicia y Euskadi no lograron representación y en Cataluña optaron por no presentarse. Los de Ione Belarra apostaron todo a su figura más conocida, Irene Montero, y a las elecciones europeas. Y respiran. Al menos así lo ven desde la formación. Si bien condenan el contexto que dejan los resultados, en lo particular, aseguran fuentes del partido, están satisfechos. No en vano, aventuraban su desaparición.
En esta situación, desde Podemos no quieren saber nada de una posible unidad de la izquierda. Consideran, apuntan las mismas fuentes, que ahora no toca hablar de ello teniendo en cuenta que, al contrario que en Francia, en España no hay un horizonte electoral cercano. Mientras miran de soslayo, también con cierta dicha, la crisis abierta en Sumar, piden retomar la agenda legislativa, estancada desde hace meses.
Hasta ahora, tan solo Antonio Maíllo, coordinador de Izquierda Unida, ha defendido iniciar una reflexión colectiva enfocada en la construcción de un frente amplio. En una entrevista en la Cadena SER, Maíllo, que da por superada la etapa de conjunción a través de Sumar, aseguró que su partido estará “como IU en la construcción de un frente amplio se llame como se llame”. En su opinión, Sumar debe ser un actor más y ya no el movimiento sobre el que aglutinarse. La pretensión de IU no es nueva. El documento del acuerdo político según el cual se fundó ya planteaba “a todas las fuerzas progresistas de España la necesidad de buscar las bases de convergencia”.
En esa convergencia, el coordinador de IU entiende que debe interpelarse a todas las fuerzas progresistas, ya sean Más Madrid, Comunes, Compromís, Podemos o incluso las fuerzas nacionalistas y hasta el PSOE. Cabe señalar que, si ya resulta difícil imaginar un entendimiento entre las fuerzas a la izquierda del PSOE, los socialistas no juegan en España el mismo papel que en Francia, donde estuvieron al borde de la desaparición tras obtener un 1,75% de los votos en las presidenciales de 2022. Desde el PSOE anhelan que los partidos a su izquierda se entiendan, pero lo justo para que siga existiendo la posibilidad de un Gobierno de coalición en el que los de Pedro Sánchez continúen siendo el bloque hegemónico a nivel estatal. Su estrategia, en estos momentos, ni siquiera vislumbra la posibilidad de un frente común.
Antes de las elecciones, los Comunes también dejaron caer la necesidad de que Sumar y Podemos trabajasen en la reconciliación. Gerardo Pisarello habló de “recoser heridas” al entender que “las diferencias programáticas” entre ambos “prácticamente no existen”. Las posiciones de Compromís y Más Madrid, fuerzas regionalistas que prefieren mantenerse ancladas en sus territorios, son distintas. Este martes, la portavoz de Compromís en el Congreso, Àgueda Micó, manifestó que no han formado ni formarán “parte de ninguna reagrupación a nivel estatal de la izquierda española”.
Las palabras de Micó, no obstante, no quieren decir que el partido no esté por la labor de apoyar, sea cual sea la fórmula, una posible reagrupación de las fuerzas progresistas. Fuentes de la formación señalan que su intención es la de siempre: defender a los valencianos y valencianas pero entendiendo, dicen, que también es imprescindible que exista un movimiento fuerte de izquierdas en el resto del Estado. “En los últimos años hemos apoyado y nos hemos presentado a diferentes elecciones con diversos partidos, y eso puede suceder también en el futuro”, consideran.
Más Madrid, por su parte, es quizás la formación que mayor irritación mostró con Sumar y Yolanda Díaz tras los resultados del domingo. Apenas unos minutos después de conocerse el escrutinio, muchos de los dirigentes de la formación madrileña se lanzaron a exigir responsabilidades a través de la red social X. “Toca hacer una reflexión profunda sobre cómo se ha llegado hasta aquí”, escribió la portavoz del partido en la Asamblea, Manuela Bergerot. En privado, sin embargo, las opiniones que tanto Sumar como Más Madrid vierten sobre el uno y el otro recuerdan a Cioran.
Consultadas por El HuffPost sobre la posibilidad de una unión de las izquierdas, desde Más Madrid afirman, como Podemos, que no es el momento. Las elecciones, dicen, están muy lejos y lo que ahora corresponde es “la unidad de acción política”. Su portavoz en el Ayuntamiento de Madrid, Rita Maestre, ha asegurado que su “objetivo fundamental es cambiar los Gobiernos en la Comunidad y en la ciudad de Madrid”. Si bien ha apuntado que no se “desentienden de la dinámica estatal”, Sumar “es una organización política distinta en la que ni estamos, ni vamos a estar ni hemos estado nunca”. Sí han solicitado, no obstante, la convocatoria de una mesa de coordinación entre todas las formaciones que forman parte de la coalición electoral.
Mientras, en Sumar están inmersos en poder asegurar rápido un relevo, en principio este mismo jueves, al tiempo que Yolanda Díaz se centrará en el Ministerio de Trabajo y en el Gobierno para recuperar parte del capital político perdido. La duda es si Sumar podrá seguir configurando un proyecto que pivotaba alrededor de la vicepresidenta. La secretaria de Comunicación, Elizabeth Duval, pedía este martes disculpas en un artículo de opinión en eldiario.es. "Lo que hay enfrente exige de todas las fuerzas complicidad y entendimiento, no una cuerda tensada permanentemente”, escribía para más adelante añadir: “Se equivocaría quien, en una coyuntura compleja, lanzara balones fuera o culpara a los demás sin asumir los errores propios, en primera persona; quien afrontar una situación complejísima sin generosidad. El camino a recorrer es el contrario e implica humildad – la misma humildad que imponen unos resultados humildes, decepcionantes sin paliativos ni paños calientes para Sumar en las elecciones europeas – para hacer de la política, otra vez, una actividad bella”.
La única ventaja, por ahora, para las fuerzas a la izquierda del PSOE es que, si nada se tambalea, y aunque resulta imposible un pronóstico acertado, sobre el papel las próximas elecciones se celebrarán en 2026.