La puerta del infierno de Siberia crece a un ritmo que asusta a los investigadores
El cráter Batagaika, que empezó a formarse en la década de los 60, se ha convertido en un ejemplo viviente de los efectos que tiene el cambio climático.
En lo más profundo de la república de Yakutia, en el este de Rusia, se encuentra el cráter Batagaika, aunque es más conocido por su otro nombre: la "puerta del infierno". Este fenómeno geológico comenzó a formarse en los años 60 tras una deforestación masiva que expuso el suelo de la zona a los devastadores efectos de las temperaturas extremas que se registran en la región en verano y que se han agravado los últimos años por efecto del cambio climático. Desde entonces, el cráter no ha dejado de expandirse, y según un reciente estudio publicado en Geomorphology, crece a un ritmo alarmante: un millón de metros cúbicos al año, lo que se traduce en un avance de casi 12 metros anuales.
El origen del cráter Batagaika está estrechamente vinculado al deshielo del permafrost, una capa de suelo permanentemente congelado que cubre gran parte de Siberia. Este deshielo, agravado por el aumento de la temperatura global, ha transformado el agujero en un testimonio tangible del impacto que tiene cambio climático en la naturaleza.
En 2014, el Batagaika tenía un ancho de 790 metros. Diez años después, tras un intenso análisis de las imágenes obtenidas con satélite, trabajo de campo y en el laboratorio, los investigadores han constatado que "la puerta del infierno" ha crecido más de 200 metros. Según los científicos, el calentamiento global ha desestabilizado la capa de permafrost y, como consecuencia de esto, se ha activado un proceso de descongelación que, por otra parte, está dejando al descubierto materiales que llevaban congelados durante milenios.
No obstante, el crecimiento del cráter no solo es una consecuencia del calentamiento global, también hay un factor que lo intensifica. A medida que "la puerta del infernio" se expande, queda expuesto a la luz solar y al aire más permafrost, lo que acelera el deshielo. Este proceso libera gases de efecto invernadero, como dióxido de carbono y metano, lo que contribuye aún más a acelerar el al cambio climático. Aunque el crecimiento parece constante, los científicos advierten que sigue siendo motivo de preocupación, especialmente en sus bordes occidental y meridional, donde la erosión es más activa.