El transfuguismo 'hipster'
Ni bicicleta, ni barba, ni tupé. Lo hipster de verdad es ser tránsfuga. El cambio de chaqueta de toda la vida en su acepción moderna se vincula a la reorganización de fuerzas políticas, consustancial a esta segunda transición que presuntamente liquidará el régimen del 78, mientras que el denostado transfuguismo clásico siempre ha señalado a los políticos que se pasan a otro partido con la intención de provocar un cambio de poder y con intereses poco lícitos.
Ni bicicleta, ni barba, ni tupé. Lo hipster de verdad es ser tránsfuga. El cambio de chaqueta de toda la vida en su acepción moderna se vincula a la reorganización de fuerzas políticas, consustancial a esta segunda transición que presuntamente liquidará el régimen del 78, mientras que el denostado transfuguismo clásico siempre ha señalado a los políticos que se pasan a otro partido con la intención de provocar un cambio de poder y con intereses poco lícitos. Serían los mercenarios, en palabras de Felipe González. Este es el debate que nos hemos traído en los pasillos del Congreso con diputados, después de que Rosa Díez acusara a Ciudadanos de ser un partido de tránsfugas.
"Hay que ser muy minucioso con el significado de transfuguismo" -nos contesta Albert Rivera desde el Parlament-, "porque responde a un fraude electoral a los ciudadanos. Es cuando un político cambia una mayoría distinta a la que ha sido elegida para apoyar proyectos ligados en algunos casos a la corrupción, como por ejemplo, la aprobación de un plan urbanístico. Rosa Díez está intentando confundir la crisis interna de UPyD con personas que están cambiando de militancia. Si para ella un tránsfuga es el que primero milita en un partido y luego en otro, es lo que ella hizo. De todas formas, no le hemos dado importancia, porque con los 37 años que lleva en política y habiendo suscrito el PSOE, que fue su partido, el pacto antitransfuguismo, resulta poco serio que intente vincularlo con nosotros", responde el líder de Ciudadanos, a cuyo partido Rosa Díez que ha acusado de fomentar el transfuguismo.
En el entorno de UPyD contrasta la fluidez que defienden una parte de sus dirigentes con el empecinamiento de Díez. Donde ella parece ver un ataque, otros consideran que "en un contexto en el que las fronteras ideológicas son más débiles y ya se adivina una segunda transición, el transfuguismo es una situación derivada del fin del bipartidismo". Todos los diputados consultados coinciden en que hay tránsfugas y tránsfugas. Irene Lozano, que disputará el liderazgo a Rosa Díez en su próximo Congreso, tiene clara la fidelidad: "Me quedo en UPyD porque un partido es también la gente que lo forma. Aunque el proyecto puede coincidir con el de Ciudadanos en ciertos aspectos, yo he desarrollado el nuestro con gente muy buena, y el transfuguismo tiene ese matiz importante de sacrificar el trabajo de esa gente tan solvente". En el aire flotan los casos de Baleares, donde el grupo de UPyD se pasa con el pack completo a Ciudadanos, y el caso de Asturias, donde "Nacho Prendes, que ya estuvo con nosotros cuando no teníamos implantación nacional y por eso se presentó con UPyD, vuelve con nosotros", recuerda Rivera.
La fugas de partido a partido están tan de moda que hasta Felipe González ha tenido que tomar cartas en el asunto advirtiendo contra el transfuguismo "mercenario" y el "lío" que había con los tránsfugas en su tiempo, mientras que ahora están "sacralizados". Lo trae a colación Meritxell Batet cuando comentamos con ella y Juan Moscoso, ambos en la Ejecutiva de Pedro Sánchez, los cambios de chaqueta. "Ahora es muy cool porque está cambiando el concepto. Entra dentro de este nuevo relativismo en el que todo lo que va contra los partidos tradicionales está bien visto", reflexiona Moscoso. Batet también incide en la tendencia a aceptarlo como lo natural, cuando antes era un escándalo. "No hemos analizado lo suficiente qué habría pasado si IU hubiera integrado en sus siglas a los dirigentes de Podemos", remata la diputada catalana.
Las especulaciones sobre lo que pudo ser y no fue solo conducen a la melancolía. O eso creen en IU: "Fueron los de Podemos los que no se quisieron venir con nosotros antes de las Europeas, porque no estaban de acuerdo con el método de elección de los candidatos", explica José Luis Centella, portavoz de IU, quien pone especial énfasis en diferenciar las clases de tránsfugas. "Hay que distinguir sobre qué tipo de tránsfugas estamos hablando. Los que se van de un partido y montan otra organización, como es el caso de Convocatoria por Madrid, no se puede decir que sean tránsfugas. Por ejemplo, Tania Sánchez no lo es. Transfuguismo es cuando te llevas tu acta y provocas un vuelco de poder. No sé de dónde sale la idea de que nosotros estamos teniendo muchas fugas a Podemos, por lo menos a nivel de militantes.Tenemos 60.000 militantes, pero no recuerdo casos que se hayan ido en bloque a otros partidos. Tampoco los dirigentes, solo uno de Castilla La Mancha se ha pasado a Podemos. Ciudadanos también está haciendo mucho daño al PP, no solo a UPyD, y Podemos al PSOE, aunque en los partidos más pequeños nos perjudica más".
El famoso pacto antitransfuguismo, que data de 1998 y que se ha actualizado en dos ocasiones a golpe de bofetada tránsfuga, duerme desde el 2011 en un cajón. Sin embargo, ahora los consultados lo citan, incluido el secretario de Relaciones con las Cortes, José Luis Ayllón, que matiza como el resto: "El tema es delicado, no es lo mismo pasarse de una fuerza a otra que hacerlo con la intención de modificar una mayoría votada. El tranfuguismo inaceptable es el que, teniendo 11 votos el PSOE y 10 el PP, uno del PSOE se pasa al PP o viceversa. Es difícil saber cuánto hay de egoismo personal en mejorar tu carrera, pero es lícito". Al final, lo llaman transfuguismo y no lo es. O todos dejan abierta una puerta... giratoria.