Pensar con el culo
A raíz de la agresión contra Hermoso, poco a poco va aflorando una milésima parte de ataques y violencias de depredadores de todo pelaje. Por ejemplo...
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A raíz de la agresión contra Hermoso, poco a poco va aflorando una milésima parte de ataques y violencias de depredadores de todo pelaje. Por ejemplo, la infamia que denunció la bibliotecaria Elena Pastor-Ramon perpetrada por un prestigioso ingeniero; claro exponente de que la misoginia más peligrosa suele ser la ilustrada. El individuo abrió en 2007 la web Culitos.ca, reconvertida en 2009 en ArtiCulitos.com, donde publicaba fotos de culos, entre ellos, y sin consentimiento, algunos de bibliotecarias; vaya, de presuntas colegas. Vemos, pues, que los niños de Almendralejo que desnudan a niñas virtualmente, agrediéndolas y ofendiéndolas en carne viva tienen precedentes.
Esta web es un homenaje aparentemente superficial y mundano a esta simpática parte del cuerpo de la mujer, conocida —según el ángulo y el enfoque— por culo, pompis, pubis, vagina, chichi y miles de variantes que no viene a cuento listar aquí, pues de momento no pienso hacer ningún thesaurus especializado. Esta parte bien envuelta y resaltada por insinuantes prendas como velos, pantalones, bañadores, bragas, faldas, pareos, etc., parece todavía más misteriosa y atractiva...
Un párrafo (como el título de la web) meditado. El gracioso ilustrado y actual director de una revista científica añade que lo hace «desde la admiración profunda» y «el compromiso feminista». Pues que no nos admire tanto y se repiense compromiso tan ofensivo.
Otra bibliotecaria, la valenciana Alícia Sellés, recuerda muy bien la web así como que algunos la compartían pero no querían que se supiera (les da vergüenza, pero lo hacen). Según Sellés, la página era horripilante pero además cuando un compañero suyo propuso a la eminencia que Sellés participara en un congreso, en el correo electrónico de vuelta dijo: «Ok, tiene unas piernas bonitas». Ese es el nivel de la academia.
Sólo después de que se propagara esa exhibición irrespetuosa y de tan pésimo gusto, el interfecto ha pedido perdón. Se avergüenza sinceramente, dice. Ahora no se le ocurriría ni loco hacer algo así, porque la sociedad ha cambiado mucho en estos quince años, y blablablá; pero... (siempre los «peros») se considera víctima de una caza de brujas porque las feministas están en un plan muy radical. Supongo que será de la pandilla del es-que-al-final-no-se-podrá-hacer-nada.
En resumen, gracias al feminismo ha podido ver su gran error y avergonzarse, pero este beneficioso movimiento, venga a pasarse de la raya. Es que nunca acertamos.
Hay a quien no le parece razonable, justo y necesario —le parece que es pasarse de la raya y propio de radicales—, por ejemplo, que las futbolistas sean las que elijan a las capitanas del equipo y no la Federación española; que viajen en avión como sus rivales y no en autocar para ir a un partido de Eurocopa; que no tengan que levantarse a las tres de la madrugada para ir a jugar. Que las futbolistas no tenían razón cuando la Federación se negó a imprimir sus nombres en las camisetas (el equipo de Suecia estampa los apellidos; me parece muy buen criterio) porque era mucho gasto (el expresidente entre pitos y flautas cobraba un millón de € al año), o cuando demuestran que la Federación las ha tratado como niñas, como menores; en definitiva, que se ha abusado de ellas.
La rueda de prensa del día 21 de septiembre previa al partido contra Suecia de Alèxia Putellas e Irene Paredes muestra la lucha y sobre todo la dignidad y el coraje de unas trabajadoras. Tan inteligentes y elegantes que incluso arroparon y neutralizaron a las dos esquirolas. ¡Qué guapas cuando están serias! Ni una sonrisa fuera de lugar, no en vano ni Mapi León ni Patricia Guijarro vuelven a la selección —con lo que esa renuncia les supone— porque aún no ven la luz al final del túnel, o que Jenni Hermoso no haya sido convocada; un ejemplo de manual machista: castigar a la agredida. Una rueda de prensa impagable, ejemplar. (Incluso desde el punto de vista de las lenguas, se utilizaron dos de las lenguas oficiales y no se acabó el mundo. Se entendieron.)
A los futbolistas tampoco les parece razonable, justa y necesaria la lucha de las que deberían ser sus colegas. Recordemos que a la vista del éxito del fútbol femenino, en 1902 la Asociación de Fútbol británica sugirió a los clubs que no permitieran jugar a las jugadoras. En 1921 prohibió el fútbol femenino y al ser la federación más potente de la FIFA, ésta apoyó la prohibición y hasta 1971 cualquier club asociado podía ser expulsado si permitía que las futbolistas utilizaran sus campos. Quizás los chicos se han quedado anclados en 1971. Quizás les ocurra como a aquellos hombres que cuando las mujeres consiguieron el derecho al voto se sintieron menospreciados, como si les privaran de derechos.
A la Corona tampoco le parece razonable, justa y necesaria —le parecerá que se pasan de la raya—. La reina y una infanta, en lugar de hacerles una ferviente reverencia, dieron unos abrazos políticamente obscenos a las súbditas que ganaron el mundial pero ahora el rey exige la debida genuflexión a las que debe considerar vasallas y no las recibe en la Zarzuela como corresponde a todas unas campeonas del mundo. Vergüenza.
Las futbolistas han dicho y repetido que son profesionales, que solo quieren trabajar en un entorno seguro. Parece que estemos hablando de mineras o de Kellys y no de deporte. También es lo que quieren las cada día más torturadas afganas o las cada vez más reprimidas iraníes; aunque se hable poco de ello, aunque las hayamos olvidado. ¡Bravo por el Nobel de la paz a Narges Mohammadi (1972), física, ingeniera y activista iraní encarcelada, símbolo de la lucha de las mujeres por la vida y la libertad!
En Afganistán, prohibido casi todo, el pasado julio el ministerio de la Propagación de la Virtud y Prevención del Vicio prohibió los salones de belleza, seguramente el único espacio de socialización que quedaba a las mujeres una vez cerradas las escuelas, la universidad, la posibilidad de trabajar, etc.
En Irán este septiembre, justo en el primer aniversario de la tortura y asesinado en Teherán de la kurda Jiná Mahsa Amini a manos de la perversa Policía de la Moral, se ha aprobado una ley para endurecer los castigos por no llevar hiyab. No llevarlo comportará multas de hasta 2.000 dólares, penas de prisión de hasta cinco años, incautación de automóviles y prohibición de conducir, deducciones de salario, de prestaciones laborales o prohibición de acceder a servicios bancarios. Además, se castigará a mujeres y niñas que en espacios públicos o en las redes muestren «desnudez» de alguna parte de su cuerpo o lleven ropa fina o ajustada y se despedirá a las trabajadoras que incumplan estas normas.
No estoy comparando la situación de las mujeres en los tres países. Sin embargo, hay un hilo que las resigue: el anhelo, el deseo de un espacio seguro. Si tienen la bondad de volver a leer el final del fragmento del pope bibliotecario, verán otro hilo. Y la certeza de que o nos salvamos todas (en afganas e iraníes confío) o no se salva a nadie.