Dudas olímpicas

Dudas olímpicas

"Es dudoso que los Juegos establezcan una especie de fraternidad universal porque más bien ocurre al contrario: la rivalidad reabre heridas y depara hostilidad".

La Torre Eiffel de París, con los aros olímpicosEFE

Las huellas más antiguas de comportamiento moderno del homo sapiens, fechadas hace unos 165.000 años, se hallaron no hace mucho en Pinnacle Pont (Sudáfrica). En el recorrido desde aquellos ancestros hasta hoy día, este gran simio omnívoro que es el ser humano ha tenido que luchar denodadamente para sobrevivir en un mundo hostil en que tuvo que convivir con grandes carnívoros, con epidemias feroces y con una naturaleza agresiva y cambiante. Parece claro que aquella lucha por la supervivencia no fue ganada por nuestros predecesores gracias al refuerzo evolutivo de la fuerza física, sino más bien, y sobre todo, a través del desarrollo de las potencias intelectuales, de las capacidades mentales que permiten al ser humano inventar, aprender, utilizar estructuras lingüísticas complejas, y adquirir y mejorar sus habilidades lógicas, matemáticas, de escritura y lúdicas, entre otras. Los seres humanos son además animales sociales, capaces de concebir, acumular, transmitir y aprender conceptos totalmente abstractos.

El desarrollo de las potencialidades intelectuales, que según antropólogos ilustres estuvo estrechamente relacionado con la adopción de una movilidad bípeda que permitió al mamífero humano erguirse y utilizar las extremidades superiores para funciones avanzadas, se correspondió lógicamente con una decadencia de las facultades físicas de los individuos, que ya les resultaron innecesarias. Cazar animales salvajes requería mucho más vigor que pastorear un rebaño; recoger frutos silvestres dispersos por el bosque era más arduo que cultivar la tierra… En definitiva, el desarrollo intelectual y el desarrollo físico del ser humano han evolucionado en direcciones opuestas.

Si se reconoce esta somera descripción, la institución de los Juegos Olímpicos que este viernes han iniciado una nueva edición se llena de claroscuros. Mensurar tan solo las capacidades físicas de los atletas es escasamente expresivo y dice bien poco del valor intrínseco del recordman que consiga el mejor resultado. En cierta manera, lo que se evalúa es una capacidad residual del género humano, que si acaso conserva un valor simbólico e histórico pero que aporta bien poco al acervo colectivo de la humanidad.

Los Juegos Olímpicos actuales, reconstrucción del barón de Coubertin que tuvo su primera expresión en 1896 en Atenas, quiso reproducir los usos y costumbres de la Grecia clásica, en momentos en que el helenismo estaba de moda por razones complejas que no vienen ahora al caso. Desde entonces, los Juegos se han considerado como una exaltación del deporte y una ocasión de confraternidad entre países, que solo ha fallado tres veces —en 1916-1940 y 1944 por causa de las Guerras Mundiales— y que, en la práctica, proporciona lucimiento al país convocante, que consigue brillar durante unos días en el escenario global. Es en todo caso dudoso que los Juegos establezcan una especie de fraternidad universal porque más bien ocurre al contrario: la rivalidad reabre heridas y depara hostilidad. Además, es significativo que Coubertin negara en su recreación de los Juegos la participación de la mujer en ellos y alardeara de tal discriminación.

En definitiva, no se acaba de entender el sentido de esta emulación de los juegos de la Grecia clásica, iniciados en el siglo VIII a.C. y basados en argumentos fundamentalmente religiosos. Tanto fue así que ya en el declive del imperio romano, en el 393 de nuestra era y con el cristianismo recién aposentado en Roma, Teodosio I prohibió todos los cultos y ritos paganos, incluidos los Juegos Olímpicos. Otro lince de la romanidad, Teodosio II, también cristiano, ordenó la destrucción de todos los templos griegos….

En nuestra contemporaneidad, el término deporte tiene un marcado carácter lúdico. En un artículo de 1986, Luis Racionero explicó que "la etimología de deporte es de-portu, que significa la vida de puerto que llevaban los marineros, pescadores y mercaderes medievales cuando no podían salir al mar. Después, encontramos esa palabra en el lenguaje de los trovadores, que es el provenzal o catalán antiguo; por ejemplo, en el ampurdanés Berenguer de Palol, nacido en 1154 […] En el contexto trovadoresco, 'deport' implica más bien conversación y poesía, mientras que 'solatz' es más lo que hoy llamaríamos deporte: caza, justas, danzas, juegos de habilidad física". Adviértase que no predomina la componente elitista, propia del atletismo, que se resume en batir marcas cada vez más inalcanzables y por tanto más inhumanas… Si en cambio es “inteligente” y por lo tanto humano el juego competitivo en que la característica más productiva es la habilidad, la coordinación, el sentido de la estrategia, el empaste del conjunto.

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Muy resumidamente, pienso que tiene todo el sentido que los hombres se agrupen en equipos que pugnen en competiciones en las que una sabia combinación de táctica, técnica y preparación física acaba otorgando la victoria. No parece razonable, en cambio, que los juegos olímpicos conserven la máxima de Coubertin, “Citius, Altius, Fortius” —más rápido, más alto, más fuerte—, que franquea las fronteras de la capacidad humana, que está en franco retroceso y que, por añadidura, ni siquiera beneficia la salud. Según la comunidad científica, los deportes extremos de carácter profesional como el ciclismo no benefician al organismo sino al contrario. ¿Por qué, entonces, insistir en superar unas capacidades que el hombre no necesita para ser, ni para prosperar, ni para superarse?