Escrivá y la contaminación política
"Para desgastar al gobierno y sustituirlo cuanto antes, el PP debería encontrar caminos más decentes que la denigración de Escrivá".
El griterío crítico que se ha formado ante la designación por el Gobierno de José Luis Escrivá como gobernador del Banco de España, cargo al que accede directamente desde el Ministerio de Transformación Digital y Función Pública, requiere una cierta reflexión porque parece que los fracasos éticos del sistema en los últimos lustros han deformado en parte la capacidad de juicio de la clase política y, por contagio inevitable, de quienes tratamos de analizar lo que acontece.
Escrivá es una de las mejores cabezas económicas de este país, como lo prueba sobradamente su currículum. Empezó su carrera en el Servicio de Estudios del Banco de España, de donde pasó a Europa, donde participó activamente en el proceso de integración monetaria desde 1993 como asesor del Instituto Monetario Europeo. Con la creación de la Unión Monetaria fue jefe de la División de Política Monetaria del Banco Central Europeo en Frankfurt desde 1999 hasta 2004.
Entre 2004 y 2012 trabajó en el Grupo BBVA, primero como economista-jefe y director del Servicio de Estudios y, a partir de 2010, como director gerente del Área de Finanzas Públicas. Entre 2012 y 2014 fue director para América del Banco Internacional de Pagos de Basilea. Y en 2014 fue nombrado por Mariano Rajoy primer presidente de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal, Airef, una institución creada por la Unión Europea para una mejor fiscalización de las cuenta públicas. En ese cargo, destacó personalmente por sus ideas realistas sobre la economía y la política, generando un prestigio que le llevó en 2020 a ser nombrado ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, lo que loe puso a cargo de la Seguridad Social. Esta institución resultó fortalecida por la reforma de Escrivá, quien asimismo puso las bases del Ingreso Mínimo Vital, una figura moderna que jugará en el futuro un papel indispensable en el terreno de la equidad, cuando la Inteligencia Artificial y las demás tecnologías avanzadas eleven imparablemente el desempleo estructural. El hecho de que Escrivá iniciase su carera política con Rajoy no impidió que Sánchez depositara plenamente su confianza en él.
Pues bien: en el ambiente hosco que se ha creado, el PP rechaza que Escrivá haya pasado directamente de un Ministerio a la gobernaduría del Banco de España. Los conservadores afirman que es un paso más en la ‘okupación’ del Estado por Sánchez. Y yerran, obviamente. De entrada, hay que decir que la política no contamina, que el hecho de haber ocupado dignamente un ministerio no inhabilita para cualquier otra función, como es la presidencia del Banco de España, que para nada tiene misión fiscalizadora alguna sobre el Gobierno. Lo que sí es, o puede llegar a ser, corrupción es el salto de la política a la judicatura y viceversa. Y el Partido Popular lanzó a la Presidencia del Consejo General del Poder Judicial a personas que habían sido altos cargos del gobierno de Aznar, por ejemplo. Esas puertas giratorias sí son pecaminosas. Pero los Bancos Centrales son organismos técnicos y de asesoramiento del Ejecutivo que pueden ser dirigidos por exministros sin conflicto alguno. Por eso, seguramente, Luis de Guindos accedió a la vicepresidencia del Banco Central Europeo sin solución de continuidad con el desempeño de la cartera española de Economía. Donde quedó a las órdenes de la presidenta Christine Lagarde, que asimismo acababa de ser ministra de Economía de Francia.
Esta sobreactuación sistemática de la oposición cada vez que el gobierno adopta una medida o efectúa un nombramiento delicado proviene de una malformación intelectual que se ha extendido como una mancha de aceite: un régimen de partidos no es una batalla campal sino una forma de organizar la pluralidad mediante discusiones constructivas. En cualquier democracia, las coincidencias de fondo entre los grandes partidos son por lógica mucho mas potentes que las discrepancias. Entre otras razones, porque los partidos parlamentarios han de mantener el imperativo del contrato social, del acuerdo en torno a las reglas de juego.
Así las cosas, esta confrontación enconada entre PP y PSOE -enrarecida por la presencia desagradable de Vox, que todo lo enturbia- es un adefesio democrático que habría que corregir. Para desgastar al gobierno y sustituirlo cuanto antes, el PP debería encontrar caminos más decentes que la denigración de Escrivá con motivo de su llegada al Banco de España.