La gente está harta de la ausencia absoluta de control democrático sobre sus propias vidas. La Unión Europea debe ser el ejemplo más evidente de eso en Occidente. Incorregiblemente antidemocrática, parece a veces que su única meta es servir a los intereses del capital financiero europeo. Si la izquierda se niega a representar esta preocupación, lo hará, encantada, la derecha, que tergiversará todo para servir a sus propios propósitos. Efectivamente, es hora de despertarse.