El olvido, el otro enemigo que amenaza a Ucrania mientras el mundo mira a Gaza
La guerra de invasión rusa no se detiene, pero Oriente Medio ha estallado de forma desconocida y la fatiga en el campo de batalla, en el armamento, en el dinero y en la atención sobre el conflicto ucraniano se deja notar. No vienen buenos tiempos.
A los invasores rusos, a sus defensas y sus ataques, a la pérdida de vidas e infraestructuras, al invierno. A todo eso tienen que hacer frente los ucranianos y, cada vez más, también a la fatiga de guerra, un término manoseado cuando casi se cumplen 22 meses de contienda al que se le ha añadido ahora otro golpe de realidad: el aparente olvido por parte de la comunidad internacional y los medios, centrados en el choque entre Hamás e Israel.
El contexto ya era complicado, con un Occidente desgastado por la ayuda a Kiev, con arsenales escasos mientras soporta precios altos en energía o combustible que, en buena medida, crecen por la desconexión del suministro ruso y la inseguridad de los mercados. Sin embargo, hasta ahora se ha mantenido la idea de que hay que ayudar al Gobierno de Volodimir Zelenski "hasta el final", "todo el tiempo que sea necesario", y se sigue haciendo, pero con más debates internos, más lentitud. Es visible.
La señal de aviso más clara de ese cansancio está en que, de nuevo, surge el debate de si hay que negociar con Vladimir Putin para parar la guerra y ceder, algo a lo que Kiev aún no está dispuesta. Cuáles son las líneas rojas, qué sí y qué no, para desesperación del país invadido, que aspira a la recuperación total de su soberanía.
Sobre el campo de batalla, se calcula que Rusia mantiene en su poder aproximadamente el 18% de Ucrania, ocupado desde el 24 de febrero de 2022. El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, afirmaba la semana pasada: "Los logros militares pueden medirse en parte en metros cuadrados, pero también en las pérdidas que eres capaz de infligir a tu adversario. Aunque la línea del frente no se ha movido, los ucranianos han sido capaces de infligir grandes pérdidas a los invasores rusos, tanto medidas en personal y bajas, como en la eliminación de capacidades de combate. (...) Siguen siendo avances importantes, aunque en los últimos meses no hayamos visto ningún avance significativo". Pocas veces ha hablado con esa claridad al confirmar el estancamiento de la reconquista ucraniana.
La línea de frente se mantiene estática y ningún avance significativo y se teme que seguirá así ahora que entra el invierno y los movimientos son aún más complicados y lentos. Stoltenberg se felicita de que Ucrania ha reconquistado alrededor del 50% del territorio que los rusos habían ocupado al principio de la guerra, pero no por ello deja de sugerir que es hora de pensar en lo que viene después, cómo poner fin a la guerra.
El campo de batalla, sin avances claros
La contraofensiva ucraniana que comenzó en junio -después de haberse anunciado para primavera y retrasada, entre otras cosas, por la lentitud en la llegada de material occidental- afectó las duras defensas rusas en algunas áreas, pero no ha logrado cambiar la situación general. Moscú se ha mantenido firme en la mayoría de las áreas que ocupa, con leves retrocesos, mientras utiliza armas de largo alcance para infligir daños a Ucrania, también en áreas civiles. Ahora, de nuevo, golpeando la capital, Kiev, tras meses de calma, y buscando infraestructuras esenciales, como las eléctricas, para hacer el mayor daño posible, no sólo con la muerte o la mutilación.
El portavoz de la Fuerza Aérea de Ucrania, coronel Yuriy Ihnat, sostiene que el ejército ruso ha aumentado su producción de drones Shahed, que probablemente serán los principales sistemas que las fuerzas rusas utilizarán para atacar la infraestructura energética ucraniana durante este invierno, y pese a su gasto, hay reemplazado porque ha acelerado su reposición. Además, blogueros militares rusos afirmaron que las fuerzas rusas han comenzado a minar áreas previamente despejadas en la línea Robotine-Verbove, para lograr la sorpresa táctica, tratando de interrumpir el movimiento de carga pesada y de equipos ucranianos en estas áreas en los últimos días.
El Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW), con sede en Washington, sostiene que Moscú se está centrando en los frentes de Donetsk y Jarkov, abusando de su superioridad ya que son territorios de más y más antigua penetración, con numerosos colaboradores prorrusos. Sus defensas aguantan por ahora, mientras que Kiev no puede anunciar nuevas conquistas, como hizo en verano.
Su diana principal ahora es Avdivka, uno de los principales bastiones ucranianos en el frente oriental, en cuyos alrededores se libra la batalla más encarnizada de los últimos meses, y donde los militares ucranianos combaten para evitar ser rodeados. Rusia está ganando puntos en la zona en los últimos días, según este tanque de pensamiento norteamericano. "Recientemente hicieron avances confirmados", señala su informe.
Sin embargo, tampoco es un avance determinante y, por eso, se consolida la visión de que esta guerra es ya una carrera de fondo. Que no se espere nada claro antes de que pase en verano de 2024, dice. "No hay duda de que ahora ha comenzado una nueva etapa de la guerra para todos (incluidos los socios de Ucrania). Una etapa en la que hay que abandonar el excesivo conservadurismo (más bien, la pasividad) y decidir los objetivos finales", escribió en X el asesor de la Oficina de la Presidencia ucraniana Mijaíl Podolyak.
"Sin duda, el invierno y el análisis de las capacidades de recursos propios y del enemigo requieren ajustes en las tácticas. En el frente y en las ciudades, ya estamos adoptando una táctica de guerra diferente: defensa efectiva en ciertas áreas, continuación de operaciones ofensivas en otras áreas, operaciones estratégicas especiales en la península de Crimea y en las aguas del Mar Negro, y reformateo significativo Defensa antimisiles de infraestructuras críticas", indica el mismo asesor.
De lo que no habla es de manos, de uniformados, cuando se multiplican las protestas callejeras de familiares de llamados a filas, pidiendo cambios. El propio presidente, Zelenski, ha tenido que anunciar "conversaciones al más alto nivel" sobre una posible reforma del sistema de movilización del país, que no podrá estar antes del año que viene. Hay hombres que no han vuelto a casa desde febrero de 2022 y eso escuece en sus hogares. Actualmente, cualquier varón ucraniano de entre 27 y 60 años puede ser movilizado en el Ejército. Se calcula que no menos de 200.000 soldados han muerto ya, además de más de 10.000 civiles.
Tampoco se refirió el asesor a las críticas crecientes en el seno del Ejército o en altos cargos públicos, como el alcalde de Kiev, el carismático Vitali Klitschko, quien ha hablado de "errores" del presidente y le ha rogado que sea más "honesto" al habla de la evolución de la guerra. De momento, las elecciones presidenciales que se tenían que celebrar el año que viene, y en las que las voces opositoras podrían tener su mejor escaparate, no tienen visos de celebrarse por las complicaciones de la contienda.
"Ahora todos nuestros recursos se destinan a aumentar la producción nacional de armas y acelerar las negociaciones con los socios para aumentar el suministro de equipo crítico para la nueva etapa de operaciones ofensivas. En primer lugar, sistemas adicionales de defensa antimisiles, así como misiles de largo alcance, drones y sistemas de guerra electrónica", destaca, sin dejar de lado el llamamiento a Occidente de que siga aportando dinero y armas, pero a la vez hablando para el mundo y para su propio público, enfatizando que intentan hacer las cosas por sí mismos, sin muletas.
"Una partida de ajedrez siempre requiere tiempo, concentración y conclusiones correctas", defiende, y es por eso que el Kremlin intentó lanzar una ofensiva rápida, que nunca fue y que nadie sabe cuándo terminará. Por eso mismo, Putin está reformando sus fuerzas armadas. El pasado día 1 firmó un decreto que establece un incremento del 15% del número de soldados, como consecuencia del "aumento de las amenazas relacionadas con el conflicto en Ucrania".
El Ejército debe contar, defiende, con 2,2 millones de miembros, de los cuales 1,32 millones son soldados, según este decreto publicado por el Gobierno. En el decreto anterior, de agosto de 2022, la cifra de efectivos del Ejército se situó en dos millones, de los cuales 1,15 millones eran soldados. En concreto, sin contar el personal civil, esto representa un aumento de 169.372 soldados, o casi el 15% de la fuerza de combate actualmente establecida.
Jesús A. Núñez Villaverde, codirector del Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH), ha analizado la situación en un artículo para el Real Instituto Elcano en el que explica que "es obvio que ni ha logrado sacar adelante su plan inicial –una operación relámpago que le permitiera tomar la capital y derribar a Volodímir Zelenski–, ni tampoco una victoria aplastante contra las Fuerzas Armadas ucranianas una vez que dicha operación se transformó en una guerra convencional a lo largo de un frente de más de 1.000km de longitud".
Con 400.000 efectivos desplegados en el terreno, ha perdido algunos territorios inicialmente conquistados, suma más de 300.000 muertos y hace frente a sanciones internacionales potentes, por más que Kiev reclane una "ofensiva de sancines" aún mayor. Y, aún así, "eso no le impide estar en condiciones de crearle enormes problemas a Ucrania", confirma. Aplaude a Ucrania por su "increíble voluntad de resistencia", su "encomiable capacidad de respuesta a la invasión" y su "férreo deseo" de no ceder en su soberanía, ya atacada en 2014 con la adhesión rusa de Crimea y el levantamiento rebelde en el Donbás. Destaca sus logros, por ejemplo, en el mar Negro o el Dnieper y la introducción exitosa de drones y misiles en la propia Crimea y suelo ruso. Avances "impensables", como los califica, pero aún insuficientes para vencer.
Los otros quebraderos de cabeza
En paralelo, Moscú está empleando tácticas de guerra híbrida para desestabilizar al enemigo a través de la creación artificial de una crisis migratoria, en este caso, con Europa, con los finlandeses. El ISW afirma que es una jugada similar a la que empleó con Bielorrusia en la frontera polaca en 2021. El objetivo sería desestabilizar a la OTAN.
Las autoridades finlandesas cerraron los puestos de control en la frontera sureste de Finlandia con Rusia después de que la Guardia Fronteriza de Finlandia informara de que al menos unos 300 solicitantes de asilo, en su mayoría procedentes de Irak, Yemen, Somalia y Siria, habían cruzado la frontera finlandesa desde Rusia desde el mes de septiembre este año. Finlandia valora actualmente cerrar por completo la frontera oriental con Rusia.
Problemas fronterizos tiene Kiev también, con Polonia: ha pasado más de un mes desde que empezó el bloqueo de varios puntos fronterizos entre los dos países y aún se repiten, provocando colas kilométricas e importantes perturbaciones en el tráfico a los dos lados. Empresas de transporte y camioneros polacos llevan semanas bloqueando la frontera con su país vecino, al que acusan de competencia desleal. Ahora, los agricultores polacos también se han sumado al bloqueo, agravado por las condiciones invernales. Las huelgas se suceden y no hay, aún, solución.
El ISW destaca las visitas previstas por Putin en estos días al Golfo Pérsico, en busca de aliados y de dinero, porque su economía se está resintiendo. Los medios de comunicación estatales rusos informaron el 4 de diciembre que la empresa consultora rusa Yakov and Partners ha registrado una mayor escasez de mano de obra en la producción nacional, que probablemente crecerá hasta un déficit de dos a cuatro millones de trabajadores para 2030, el 90% de los cuales serán probablemente semicalificados, en industrias críticas. "Esta escasez de oferta ejercerá una presión al alza sobre los salarios de los trabajadores que superará el crecimiento del PIB y hará que las empresas rusas sean aún menos atractivas para la inversión extranjera", augura.
Las ayudas, en duda
"No veo ningún signo de que los miembros tengan lo que usted llama fatiga", dijo la semana pasada el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, ante las incógnitas sobre el tiempo que se va a mantener la ayuda a Ucrania en los presupuestos de la Unión. No es sólo Bruselas, es Estados Unidos, Reino Unido... porque en un mundo que ha llegado a una inflación no vista en 40 años, donde hay presiones para reconducir la cesta de la compra o los carburantes, donde aparecen otras urgencias, como la de Gaza, que en un mes acumuló tantos muertos como Ucrania en casi dos años, a veces entran prisas. Y dudas, sí.
Las disputas presupuestarias en la UE ponen en peligro la concesión, para empezar, de 50.000 millones de euros a Ucrania en el marco de un programa de ayuda de cuatro años, que se decidirá en una cumbre los días 14 y 15 de diciembre. En el Kremlin aseguran que Europa tiene dificultades para financiar la guerra de Ucrania y se mofan de ello. "Esta es una cuestión para los propios europeos. Está claro que cada vez les resulta más difícil poner dinero en los "barriles sin fondo ucranianos". En cuanto a nosotros, nuestra economía se ha adaptado a las condiciones de una operación militar especial y proporciona el régimen necesario para su continuación", señalaba Dmitri Peskov, portavoz del Kremlin.
Mientras, en EEUU, a Joe Biden se le complica sacar su propio paquete de ayuda. Su Administración envió el lunes al Congreso una advertencia urgente sobre la necesidad de aprobar decenas de miles de millones de dólares en ayuda militar y económica a Ucrania. Si no se desbloquea la ayuda con el Partido Republicano, el fondo podría sufrir un fuerte recorte en las próximas semanas, a falta de un acuerdo presupuestario. Un mes, máximo.
"Quiero ser clara: si el Congreso no actúa, a finales de año nos quedaremos sin recursos para entregar más armas y equipos a Ucrania, y para suministrar equipos de las reservas militares estadounidenses", indicó la directora de Presupuesto de la Casa Blanca, Shalanda Young, en una carta dirigida a Mike Johnson, jefe de la Cámara de Representantes, institución de mayoría republicana. Johnson le devolvió secamente la pelota en la red social X: "La administración Biden es incapaz de responder a las legítimas preocupaciones de mi grupo parlamentario sobre la ausencia de una estrategia clara para Ucrania, sobre una salida al conflicto o sobre cómo supervisar el uso del dinero de los contribuyentes estadounidenses", escribía.
No es una pelea puntual ni cosa del roce parlamentario. Es una marea de fondo que amenaza a Ucrania a más largo plazo, porque el año que viene hay elecciones presidenciales en EEUU y las encuestas dan por ganador al exmandatario Donald Trump, que aún no es ni candidato formal en la boleta. El magnate ha dicho repetidamente que es demasiado lo que se da Kiev, que si regresa a la Casa Blanca su política en el país va a cambiar notablemente y que con Putin a lo mejor se puede hablar. Zelenski está con las carnes abiertas.
¿Se puede hablar?
Las divisiones y dudas hacen que esté calando, de nuevo, la posibilidad de entablar diálogo con el invasor ruso. Desde fuera, claro, no desde Kiev, que sigue negando la posibilidad porque obviamente aspira a tenerlo todo, a recuperar entera su soberanía robada desde 2014. Ya a finales del año pasado, EEUU empezó a animar a Zelenski a ser más flexible con su agresor, viendo que la guerra no se iba a acabar pronto, si no. Entonces, Washington dejó caer que sería bueno que Ucrania se "abriera" a negociar con Moscú, que hiciera una señal cercana con Rusia y abandonase su negativa pública a participar en conversaciones de paz a menos que el presidente ruso dejara el poder.
Ahora vuelve a la carga. El diario alemán Bild publicó el 24 de noviembre que tanto EEUU como Alemania quieren forzar a Zelenski a hablar lo antes posible. Mientras tanto, su plan es seguir enviando ayuda a Kiev pero menos y a menor flujo, de forma que su defensa no se resienta pero se vea forzado a sentarse a una mesa. ¿Pero con qué líneas rojas se sienta uno a hablar con su invasor? ¿Se puede conformar Zelenski con salvar sólo parte de su país? ¿Y qué parte? ¿Sobrevivir como estado es suficiente, aunque sea con pérdidas? En la UE -que hasta está acelerando los planes de adhesión de Ucrania y sabe que este conflicto se juega en casa- son prudentes a la hora de hablar de estas posibilidades y la única respuesta que se logra es que son los ucranianos los que tendrán que decidir su propio futuro.
Núñez Villaverde, en su blog de Elcano, afirma que "se dibuja un panorama que se resume en apurar a Kiev para que acepte pasar de una estrategia ofensiva a otra defensiva y para que se disponga a presentar una oferta de negociación". Sus promotores, afina, "buscan convencer a Zelenski de que es mejor que concentre su esfuerzo en mejorar sus capacidades de defensa pensando en el futuro, en lugar de consumir la ayuda que está recibiendo a un ritmo insostenible, sin población y sin industria para aguantar el pulso con Moscú a largo plazo".
Lo fundamental, le dicen, "ahora mismo es tratar de reconstruir el país, preparándolo para estar en condiciones de integrarse algún día en la Unión Europea como una democracia consolidada y una economía desarrollada. Aunque no suele aparecer como un argumento destacado, es obvio que esas indicaciones desde las capitales occidentales tienen también muy en cuenta que el consumo de munición y de material militar que se registra por parte de Ucrania es insostenible para los parámetros de la actual infraestructura industrial de defensa occidental", constata.
"Hay que entender que supondría una expresa renuncia a recuperar todo el territorio perdido desde 2014, una idea difícil de digerir tanto para el propio Zelenski como para una población tan castigada. Complicada, muy complicada papeleta para un presidente al que se le agota el tiempo y el margen de maniobra". Y todo eso, sin saber si Putin aceptaría conversar con su adversario, al que quiso destronar en 48 horas, y ahí sigue.