Omar al-Bashir, militar de carrera, tomó el poder del Sudán por medio de un golpe de estado en 1989, deponiendo así al entonces presidente y al primer ministro. Posteriormente, encabezó la reforma que dividió el Consejo de Mando de la Revolución, en 1993 fue nombrado presidente y diez años después encabezó la lucha armada en la región de Darfur. En 2009, al-Bashir fue acusado por la Corte Penal internacional de crímenes de guerra, crímenes de lesa humanidad y en 2010 de genocidio. Sin embargo, aún permanece prófugo de la Corte Penal Internacional.