En esta situación de especial trascendencia, se debe de convocar a Referéndum, tal y como marca la Constitución Española, al pueblo español, para que pueda dar su opinión sobre lo que está pasando.
Érase una vez un país donde vivían las mejores y más bellas primas del mundo y nadie reparaba en ellas. Pero un buen día los mercaderes trashumantes descubrieron a la más grande y bella prima nunca antes vista, la de la familia Riesgo.
Estamos presenciando una especie de esperpento financiero en el mejor estilo valleinclanesco. Un estado maltrecho como el español se dedica ahora a rescatar a comunidades autónomas quebradas.
Meter dinero en entidades financieras deja en evidencia otra flagrante injusticia, que es la de las empresas o autónomos que deben a esas propias entidades por no haber podido pagar, al igual que su Bankia de turno.
Estas políticas no se pueden implementar sin el aval de la ciudadanía. Porque quien nos gobierna no se presentó a las elecciones con este programa. Y, si no es así, de lo que hablamos es de un fraude democrático.
Como en otros episodios de la crisis reciente, lo necesario no siempre es lo suficiente. Y en este momento, la urgencia exigida para la concreción de las decisiones acordadas es máxima: está en juego la viabilidad del proyecto de unión monetaria a medio plazo.
Ha habido un avance en una hoja de ruta para la integración del proyecto europeo que puede y debe llevarnos a la Unión Política. Sería la recuperación de la coherencia en la construcción europea y -esto sí- la única vía para salvar la moneda única.
Para evitar la bancarrota, no sólo necesitamos que Europa nos avale, sino que necesitamos reinventarnos, crear nuevos empleos, tener ideas empresariales y empresarios con imaginación y talento para realizarla.
Después de todo, el crédito lo recibirá el Estado y por tanto somos nosotros, todos nosotros, quienes tendremos que devolverlo, y también pagar los intereses del mismo. Por eso reclamamos un referéndum.
Nunca antes Alemania había ejercido tanto poder en Europa, pero generando una muy acusada desafección de los ciudadanos no alemanes por la forma en que está ejerciendo esa suerte de "protectorado económico."
Desde 2009 se han prodigado las reformas, parciales o incompletas en diferentes aspectos, lo que se demuestra simplemente porque a la falta de contundencia de cada una le ha debido de seguir otra y así hasta hoy.
El Consejo Europeo de este jueves y viernes puede resultar, esta vez sí, crucial. Y definitivo a la hora de marcar una nueva hoja de ruta que libere al euro de las dudas sobre su propia existencia.
El gran problema para EE UU en esta crisis es que ni tiene la autoridad moral de presionar a ningún otro país ya que ha sido uno de los grandes responsables de la crisis financiera global, ni tiene los recursos financieros para intervenir.
Debería congratularnos que, 'gracias' a esta crisis la población española se haya familiarizado con nombres como el del Nobel de economía, si no fuera porque sus artículos suelen ser precursores de malos presagios para nuestras cuentas.
Cada vez es más evidente que los líderes de la Eurozona forman más parte del problema que de la solución. Con las elecciones griegas a la vuelta de la esquina y en ausencia de un faro a seguir el riesgo de ruptura es más alto que nunca.
¿Imagináis que los dirigentes europeos, en un ataque extemporáneo de lucidez, miraran la realidad de la Unión con ojos de ciudadanos de a pie? El orden de sus preocupaciones se invertiría.