Cómo evitar la bancarrota de España
Para evitar la bancarrota, no sólo necesitamos que Europa nos avale, sino que necesitamos reinventarnos, crear nuevos empleos, tener ideas empresariales y empresarios con imaginación y talento para realizarla.
España va camino a la bancarrota. Si no fuera por la UE que hace ya más de un año nos compra la deuda, no seríamos capaces de financiarnos. Si no fuera con ayudas como las de hoy para recapitalizar la banca estaríamos ya quebrados. La insolvencia de España viene de un Estado que gasta más de lo que recauda. Un Estado que cuando la economía privada, que es la que mantiene al Estado, se achicó de golpe al frenarse la industria de la construcción, no supo bajar gastos rápidamente y acomodarse a la nueva realidad. Pero el Estado no es el único culpable aquí. Tampoco la industria supo encontrar alternativas de empleo para un cuarto de la población que directa o indirectamente se dedicaba a construir todo tipo de viviendas, aeropuertos, autopistas, trenes de alta velocidad y otros proyectos sin usuarios ni compradores, financiados por una enorme expansión de la deuda privada de España.
La situación actual es grave, muy grave. El problema se expresa como un desafío financiero pero es mucho más que eso. Inclusive si España consiguiera que Alemania saliera a respaldar su deuda y los tipos bajaran al 2% del 6% actual, inclusive si el Gobierno consiguiera balancear sus cuentas y bajar el deficit a un nivel aceptable por los mercados, una gran parte del problema de España seguiría sin resolverse: la enorme cantidad de españoles que no tiene nada que hacer. Un país que deja a la mitad de su juventud como generación perdida en el paro es una verguenza de país, un fracaso de país, un país poco ético. Esta es la verdadera bancarrota de España, una generación perdida.
Es así que para evitar la bancarrota, no sólo necesitamos que Europa nos avale, sino que necesitamos reinventarnos, crear nuevos empleos, tener ideas empresariales y empresarios con imaginación y talento para realizarla. Tener trabajadores que son capaces de competir con los del norte y este de Europa y con los del resto del mundo. Tener un sistema educativo que forme a esos trabajadores.
En este escenario es importante entender el concepto de lo que es una start up. Una start up es una empresa en gestación, es el embarazo de una empresa durante el tiempo en el que pierde dinero y aún no es sostenible. En USA el 11% de los empleos vienen de las start ups que son responsables por el 21% del PIB. Pero en España, país en el que hice Jazztel, Ya.com y ahora Fon, me doy cuenta que los emprendedores que transformamos ideas en empresas somos mucho menos comunes y el resultado es, menos trabajo para todos.
Cuando subió el PP al Gobierno traté de convencer a sus líderes de que lo que tenían que hacer era obsesionarse con la creación de empleo y presenté este plan a Cristobal Montoro. Era un plan para apoyar a todas las empresas que aumentan plantilla quitándoles cargas gubernamentales. Lamentablemente Cristóbal Montoro y el equipo PP se enfocó en un plan opuesto. En vez de abaratar las cargas públicas asociadas al empleo abarataron el coste del despido. Apagaron el incendio con gasolina y el paro se descontroló. El Gobierno del PP se obsesionó con la crisis financiera y no entiende que el respiro que están buscando va a llegar, no con más avales de Europa para la deuda, sino con alguna demostración tangible de que hemos parado a esta terrible máquina de destrucción de empleo que viene arrasando con la economía española desde 2008. Si los datos del desempleo se dieran la vuelta, todo se daría la vuelta. Si España generara empleo todos los mecanismos necesarios para ser solventes volverían a aparecer. Pero esto no va a ocurrir mientras no se abarate el empleo, incluso a coste de subir otros impuestos como el IVA.
Para terminar quiero agregar una medida de crisis para tiempos de crisis: crear un régimen franco para la creación de nuevas empresas. La idea es sencilla, toda nueva empresa se le da hasta que tenga 10 empleados, 3 años de vida o sea rentable, una vida franca de impuestos. Es decir, los que trabajan en esta empresa no tienen que cotizar en la seguridad social, ni pagar impuestos, ni indemnizaciones, hasta que la empresa tiene 10 empleados, o hasta que pasan 3 años de vida -que es el tiempo razonable para llegar a ser rentables- o hasta que sea rentable y luego todo se regulariza. Lo que hace falta en España es ayudar a las nuevas empresas no rentables a que se solidifiquen y sean rentables. A que sean sostenibles, a que nazcan, a que existan. Una vez que lo son se las considera empresas, hasta entonces son start ups. Dado que hoy la actividad start up es mínima el impacto fiscal de esta medida sería mínimo, pero en pocos años las cotizaciones de estos nuevos empleos en empresas graduadas de start up a rentables podrían ser un gran refuerzo para la seguridad social y las finanzas españolas. En este régimen, inicialmente las empresas que pierden dinero y no son rentables no tributan, algo que tendría que ser obvio pero no es así hoy en España, en la que un tercio del dinero de una start up se puede ir en impuestos tipo cargas sociales y tributaciones varias de los empleados, incluso mientras la empresa no es rentable. Con esta medida se conseguirían más capitalistas de riesgo, más emprendedores, más inmigrantes listos a apostar por la creación de empresas en España (la mitad de las nuevas empresas en Silicon Valley están hechas por inmigrantes). Como dije en mi charla en La Red Innova, cuando la alternativa es el paro, emprender es barato, solo falta que el gobierno espere para cobrar impuestos a que la empresa sea rentable.
Si el Gobierno español se enfocara no en los que despiden sino en los que emplean, empezaríamos a recorrer el camino a la recuperación de nuestras finanzas, de nuestra economía y aún más importante, de nuestra moral como país.
Este post ha sido publicado también en el blog del autor, en http://spanish.martinvarsavsky.net/espaaa/como-evitar-la-bancarrota-de-espana.html