Muchas veces, la ansiedad social reside en el miedo que tenemos a "ser descubiertos". Tenemos miedo de que alguien descubra que no somos tan listos, tan experimentados o tan populares como fingimos ser. Las personas auténticas no tienen este miedo.
Hay estudios que demuestran que la mayoría de las personas se quejan una vez por minuto durante una conversación. Quejarse es tentador porque nos hace sentir bien, pero, igual que muchas otras cosas placenteras -como fumarse un cigarrillo o desayunar medio kilo de beicon-, no resulta beneficioso.
Me quedé sin palabras ante la sencillez y la profundidad de lo que decía el Dalai Lama. Estaba muy lejos del don't worry, be happy de la popular canción de Bobby McFerrin. No se trataba de una negación del dolor y del sufrimiento, sino de un cambio de perspectiva, de ver que otras personas también sufren.
Existen días en los que te reconcilias con el mundo. Días en que, de pronto, la selección aleatoria de Spotify parece asemejarse a aquella playlist que hiciste con algún sentido; días en que la televisión estival ofrece un título que merece la pena; días en que los seres que nos rodean parecen humanos y no meramente vivos.
Con el paso de los años, me conmueve redactar que siguen llegando personas capaces de cambiar mi vida; entre ellas, el equipo de WiSci. En la ceremonia de inauguración, la directora comentó que un mundo que educa a un varón invierte en una persona; uno que invierte en una mujer, impacta en una familia entera.
Este post está pensado para hacerte sentir mejor instantáneamente. Deja a un lado las preocupaciones y reserva toda tu atención para las cosas verdaderamente importantes. ¡La vida es muy corta! Sobre todo como para preocuparte por estas cosas en las que no deberías perder el tiempo.
Antes de empezar a interesarme por el periodismo, vivía en un mundo en que todo estaba hecho. No tengo claro que fuera ése un mundo mejor, aunque sí un mundo más fácil. Rara vez algo me arrancaba el culo de la cama con más ilusión de la que puede generarme, pongamos por caso, ver el final de un vídeo porno.
¿Te ha pasado alguna vez que, estando muy enfadado, has dicho alguna cosa de la que luego te has arrepentido? Quizás incluso te arrepentías mientras lo decías y, sin embargo, no podías parar. Estabas secuestrado por la cabeza que actúa sin pensar. Las personas, aunque tengamos una sola cabeza, tenemos dos cerebros.
Al final, somos padres igualmente. Con pilas interminables de platos sucios y de ropa por lavar. Es verdad que hay días en los que no hay más que peleas y discusiones y en los que contamos las horas que quedan para irnos a dormir. Pero, como los padres casados, también cruzamos los dedos por que nuestros hijos se porten bien y nos preocupamos por su futuro.
Hay ciertas cosas que me gustaría haber sabido antes de sufrir cáncer; cosas que me habrían permitido ver la posibilidad de un futuro sin relacionarlo con mi pasado, para asimilar el día de hoy, el mañana y el pasado. Si pudiera volver atrás, esto es lo que me diría.