El movimiento social defiende que restringir los nacimientos tendrá un impacto positivo en la lucha contra la crisis climática, aunque los expertos no se ponen de acuerdo.
Se cumplen 50 años del movimiento social y sindical que cuestionó el viejo mundo, pero el presidente francés hace como el que oye llover. Tiene motivos.
No existe la competencia calle versus institución, es una burda oposición que nos lleva a una vieja trampa. Debemos entender la institución y el movimiento social como dos ejes fundamentales para conformarnos como partido del pueblo; el crecimiento de ambos ejes como las dos barras verticales de una escalera que solo cobra sentido si suben de forma paralela. La conexión de las barras horizontales de esa escalera es la conexión que mantiene la unidad del binomio.
El 15-M muchos decidimos dar un paso importante. Dejamos de ser hijos del desánimo, para alumbrar la posibilidad de un cambio esperanzador. Pasamos de destruir a crear, de ser a hacer, de mermar a crecer. Ese día empezamos a salir de las trincheras, donde el miedo a un futuro peor nos tenía agazapados.
¿Necesito que un experto me lo diga o lo sé porque lo percibo en todos los detalles del día a día? Esto mismo ha ocurrido con el 15M y con las luchas y grupos surgidos después, que a pesar de la independencia, el modelo asambleario, la igualdad de voces, etc., han buscado muchas veces la voz del experto/pensador/historiador que diese legitimidad a nuestros actos.