Hoy, la preocupación por la desigualdad se está generalizando. Incluso los asistentes a la Cumbre de Davos de enero de 2017, para nada representantes del radicalismo izquierdista, acaban de manifestar su preocupación por el abrupto incremento de la desigualdad en muchos de los países desarrollados y han establecido relaciones de causalidad entre esta y el ascenso generalizado de las tendencias proteccionistas y nacionalistas en lo comercial y populista, cuando no xenófobas, en lo político.