Precarización y desigualdad laboral: un horizonte oscuro para las mujeres jóvenes
Incremento del desempleo, temporalidad, jornadas parciales..., y además una brecha salarial de género creciente. La brecha salarial de género para el conjunto de las mujeres ha ido aumentando desde que comenzó la crisis, con un ligero respiro en 2010, pero un fuerte incremento posterior hasta situarse en el 18,7% en 2012.
Los datos de la última Encuesta de Población Activa (2o trimestre 2014) confirman un panorama desolador para las mujeres jóvenes. La tasa de actividad de las mujeres jóvenes menores de 30 años no ha variado apenas en los últimos dos años, al igual que ha ocurrido con nuestros compañeros hombres. Sin embargo, la tasa de ocupación ha ido decreciendo en casi dos puntos porcentuales, mientras la de nuestros compañeros se ha movido en la misma medida, pero de manera creciente, situándose actualmente en el 48% para las mujeres y el 52% para los hombres. Asimismo, y a pesar de que la tasa de paro entre las personas jóvenes menores de 30 años se mantiene en cifras muy altas, siendo mayor la de los hombres, con alrededor del 53,2%, ellos han visto decrecer sus niveles de paro a un ritmo lento pero constante, mientras que nosotras sólo hemos visto cómo cada vez aumenta más el desempleo, llegando en la última oleada de la EPA al 46,8%. Estos datos son incluso más evidentes para las personas jóvenes hasta 34 años. Mientras los hombres han visto disminuir sus cifras de paro en casi dos puntos porcentuales en los últimos dos años (llegando al 52,4%), las mujeres hemos visto crecer esa tasa en casi tres puntos porcentuales, llegando al 47,6%.
Por tanto, a pesar de que una primera lectura de los datos desagregados por sexo muestre que la situación laboral de los hombres jóvenes es más difícil al presentar datos de paro ligeramente más elevados, la crisis y las perspectivas de futuro resultan más devastadoras para las mujeres: manteniendo la regularidad en nuestros deseos o necesidad de incorporación al mercado laboral, vemos cómo cuando lo hacemos caemos de manera más cuantiosa que nuestros compañeros en el desempleo.
Mujeres y hombres jóvenes menores de 30 años nos repartimos de manera equitativa los escasos contratos de duración indefinida existentes para las personas asalariadas de este grupo de edad. De hecho, de las casi 11 millones de personas en España con contrato de duración indefinida, sólo un 9,6% corresponden a personas menores de 30 años. Sin embargo, las mujeres jóvenes menores de 30 años somos protagonistas de la jornada parcial, pues del conjunto de contratos parciales existentes en este grupo de edad, nosotras firmamos el 60,6% de los mismos, mientras que nuestros compañeros hombres han firmado el 56,5% de los contratos a jornada completa.
Incremento del desempleo, temporalidad, jornadas parciales..., y además una brecha salarial de género creciente. La brecha salarial de género para el conjunto de las mujeres ha ido aumentando desde que comenzó la crisis, con un ligero respiro en 2010, pero un fuerte incremento posterior hasta situarse en el 18,7% en 2012, según los datos de la Encuesta de Estructura Salarial del Instituto Nacional de Estadística. Esto significa que, si los hombres ganan, por ejemplo, 10 euros por su hora de trabajo, las mujeres estamos ganando 8 euros por esa misma hora en un trabajo igual o equiparable.
A todo esto se ha de añadir la sobrecualificación, un problema de importante magnitud que afecta sin embargo más a las mujeres jóvenes, concretamente al 60% de las mujeres menores de 30 años empleadas y no cursando estudios, mientras que está presente para el 50% de los hombres en la misma situación. Y no se puede olvidar la cada vez mayor precarización del sistema laboral, general para toda la sociedad, pero especialmente dura para las personas jóvenes como uno de los grupos sociodemográficos más afectados.
Toda esta situación nos empuja en muchos casos casi irremediablemente a la emigración. Según el Consejo de la Juventud de España, y teniendo en cuenta solamente los datos de personas jóvenes españolas emigradas registradas (pues existe una importante cantidad de personas que no llegan a registrarse en el extranjero), la emigración joven de entre 20 y 29 años ha crecido un 40,9% desde 2008. Es por ello que el Consejo de la Juventud de España ha lanzado la campaña Juventud migrante. Con la vista puesta en casa, instando a poner en marcha medidas para promocionar el empleo juvenil y facilitar la vuelta de la juventud emigrada que desee regresar.
También el Consejo de la Juventud de España nos alerta de que a las personas jóvenes cada vez nos resulta más complicado emanciparnos. Según datos del último Observatorio de Emancipación, el 80% de las personas menores de 30 años aún vive en el hogar familiar de origen. Y si bien existe el componente cultural de arraigo, los datos muestran que una persona joven necesita el 61,5% de su salario para acceder a una vivienda libre, aspecto que sin duda dificulta nuestra emancipación y la construcción de nuestro propio proyecto de vida.
Las mujeres jóvenes, si bien tendemos a emanciparnos más, lo hacemos asumiendo mayores esfuerzos económicos y riesgos, pues además de obtener menos ingresos por nuestros tipos de contratos y ganar menos salario de media que nuestros compañeros hombres cuando llegamos a ocupar puestos equiparables, estamos amenazadas por todas las discriminaciones de género presentes en el mercado laboral. Éstas no sólo dificultan nuestro acceso, sino que nos expulsan o nos mantienen en puestos de baja cualificación que, precisamente por tratarse de puestos en sectores feminizados, tienen menor remuneración. Todavía seguimos sufriendo procesos de selección discriminatorios y sexistas, y las mujeres aún ocupamos menos puestos de responsabilidad, a pesar de que están más que demostradas nuestras competencias y formación, o al menos las mismas competencias y habilidades que nuestros compañeros. Las mujeres jóvenes no sólo no disponemos de modelos en quienes fijar nuestras aspiraciones y expectativas, siendo éste un factor de desánimo para alcanzarlas, sino que seguimos sin poder atravesar el techo de cristal debido a la asignación social de las responsabilidades reproductivas y de cuidados.
Ante este panorama, desde Federación Mujeres Jóvenes reivindicamos la igualdad real y efectiva de derechos en el ámbito laboral, aspecto que implica el compromiso de desarrollar una dinámica social y familiar corresponsable que permita conciliar las distintas facetas de la vida de las mujeres, incluyendo la laboral. Asimismo, se deben facilitar mecanismos de denuncia de los procesos de selección sexistas y medidas más contundentes para acabar con todo tipo de discriminación en el ámbito laboral, desde la igualdad de salario por el mismo trabajo, la revalorización de los puestos de trabajo que suponen actividades tradicionalmente feminizadas o los protocolos efectivos contra el acoso sexual en el lugar de trabajo y las medidas de apoyo real a las mujeres que estén sufriendo violencia de género. Se debe otorgar una mayor visibilización a los trabajos reproductivos y de cuidados que contribuyen al sostenimiento social, promover medidas para que la presencia de las mujeres en los puestos de responsabilidad y toma de decisiones en todo tipo de organizaciones, incluidas las sindicales y empresariales, no sea una aspiración sino una realidad, y se deben apoyar financiera y políticamente programas de acción positiva que favorezcan la integración laboral de las mujeres jóvenes.
En este sentido, Federación Mujeres Jóvenes, organización juvenil con más de 25 años de trayectoria especializada en atención realizada por y para las mujeres jóvenes, estamos desarrollando la primera edición del Programa para la Inserción Sociolaboral de las Mujeres Jóvenes: Formación en Competencias Digitales para Mujeres Jóvenes. Programa subvencionado por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad en la convocatoria IRPF 2013, en colaboración con la Universidad de Alcalá de Henares. Con esta formación pretendemos dotar de habilidades informáticas a mujeres jóvenes, obteniendo la acreditación Europea de Manejo de Ordenador (ECDL) que nos permita mejorar nuestras competencias sociolaborales y nuestro currículum. Es una de nuestras múltiples aportaciones a la mejora de la situación de las mujeres jóvenes dentro de nuestro incansable trabajo para alcanzar la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres.