Sin árboles, aumentará más la fealdad urbana, habrá más cambios climáticos, más islas de calor más fatiga en nuestras ciudades del malestar. Sin árboles se verán más las insensatas fachadas, los egocéntricos cerramientos y los musculosos armazones de la arquitectura sin alma; esa que se hace para ponerla de escaparate a los coches que la ven al pasar velozmente, sin que la vean ni la disfruten los peatones.