Cambiar la ciudad por un pueblo: "Ha sido la mejor decisión"
Varias personas que se mudaron de la ciudad al campo a través de proyectos de repoblación narran su experiencia y animan a dar el paso.
Si el poema de Machado representara el medio rural español, hendido por el rayo de la despoblación y podrido de abandono, podríamos decir que, tras la pandemia, algunas hojas verdes le han devuelto la vida con proyectos de repoblación y promociones de empresas privadas que han provocado que cientos de personas regresen al campo.
Pueblos como Letur, en Albacete o Cervera de Pisuerga, en Palencia, han recibido de la mano de los proyectos Letur Repuebla y el Proyecto Arraigo respectivamente, una inyección de población que se traduce en más actividad y vida para los municipios.
Letur Repuebla es un proyecto impulsado por Cantero de Letur, la empresa de lácteos ecológicos del pueblo, que promovió la construcción de diez viviendas para alquilar a nuevos vecinos por entre 250 y 360 euros.
El Proyecto Arraigo es una iniciativa que sirve de puente entre los ayuntamientos que demandan población y aquellas personas que quieren irse de la ciudad en busca de un cambio vital. Estas son algunas de sus historias:
Javier Morcillo: “Había que darle un giro a la vida y nos fuimos al campo”
Javier y su pareja, Carmen, vivían en una urbanización a las afueras de Granada. Él, guía de montaña, ella maestra. Todo fue normal hasta que la pandemia lo puso todo del revés. “Yo perdí mi trabajo, y después cuando llegaron las crías todo se paró aún más”, cuenta Javier. Se plantearon seriamente que había que cambiar las prioridades. “Decidimos que había que darle un giro a la vida, y nos fuimos al campo”.
El HuffPost contacta con Javier por vía telefónica mientras este pasea con Carmen y sus dos mellizas de 20 meses por Letur, a las pequeñas se las oye reir sin parar. Ellas son, además, las principales impulsoras del cambio de vida de sus padres. “Queríamos tener tiempo para dedicárselo a ellas y que estuvieran en el campo, cerca de la naturaleza”, sostiene Javier.
Llevan desde mediados de julio en Letur, y aseguran que están encantados. La acogida de la gente ha sido muy buena, los nuevos vecinos y los que ya vivían en el pueblo han congeniado enseguida, sostiene este granadino: “El pueblo encima es muy bonito, hay tiendas, bares, restaurante y todo a 10 minutos”. La furgoneta ya ni la tocan, todas las distancias se cubren a pie.
El tiempo lo dedican en este momento a cuidar de sus hijas y a vivir de un modo más “sencillo”. Pagan alrededor de 350 euros de alquiler por una casa “muy buena”. Carmen pedirá el traslado a una escuela de la zona cuando vuelva a trabajar (ahora tiene una excedencia por cuidado de menores) y pretenden seguir viviendo ahí. “A nosotros con un sueldo nos da para vivir aquí”, explica Javier.
De fondo, se escucha un gorjeo divertido y constante. “Aquí están las niñas pasándoselo pipa con una de estas cortinas que se ponen en las puertas para que no pasen las moscas, con eso ella ya tienen suficiente”, bromea Javier.
Llanos Fernández: “Aquí me asomo a la ventana y veo las montañas y el campo”
Después de pasar por Alicante, Londres, Lisboa, Australia o la India, Llanos y su pareja, Giuliano, acabaron asentándose en Letur. La idea de cambiar a un modo de vida más tranquilo llegó cuando ambos se vieron viviendo en plena pandemia en Lisboa, encerrados y pagando “un dineral” por una vivienda. “Decidimos irnos a una casa que tenemos en una aldea cercana a Letur”, afirma Llanos. Después conocieron la promoción de Letur Repuebla y se fueron hasta el pueblo.
Después de recorrer medio mundo han decidido “estabilizarse”. “También lo decidimos por los críos, yo con encontrar algún cliente más, ya estaría completamente satisfecha”, dice Llanos. Tienen una hija de 4 años y uno de meses.
Ella se dedica a dar asistencia administrativa telemáticamente, presentando papeles, haciendo presentaciones de Power Point... una suerte de asesoría digital. Giuliano es programador y también teletrabaja. “Gracias a que su trabajo es más estable decidimos seguir adelante con esto”, concluye Llanos.
Están encantados con el medio rural, afirman que han ganado mucha calidad de vida: “Te cruzas con los vecinos y te paras a hablar, te saludan, te cuidan, se ha formado un buen ambiente. Aquí me asomo a la ventana y veo la montaña y el campo”.
¿Echan de menos algo? “Será una tontería, pero quizás pedir comida a domicilio”, cuentan. No hay tanta variedad en ese sentido, aunque en el fondo confiesan que no es nada importante. Por lo demás, compran lo que necesitan por internet si no lo encuentran en el pueblo. Detallitos sin importancia.
Álvaro Bermejo: “Aquí pago 250 euros por un piso entero”
Dos razones pesaron más que ninguna otra para que Álvaro decidiera dar el salto y marcharse a vivir a Letur desde Talavera de la Reina (Toledo). La primera, los precios del alquiler en las ciudades, la segunda, la búsqueda de la naturaleza y un entorno más amable tras el paso de la pandemia. Letur lo tiene todo. “Aquí pago 250 euros por un piso entero con dos habitaciones un baño y un salón cocina inmenso”.
Puede desarrollar sin problema su trabajo de escritor creativo de marketing publicitario, profesión que ejerce en teletrabajo. “Todo va superbien, es un pueblo pequeño pero donde pasan muchas cosas”, narra Álvaro. Cuenta, por ejemplo, sobre un grupo que tiene con otros vecinos con los que siembra, cuida y recolecta un huerto urbano.
“Hay dos personas que nos indican cómo debemos ir haciendo todo y también nos explican cómo debemos preparar los productos para conservar lo que recogemos”, comenta el talaverano. Siempre hay algo que hacer, cuando no es tomar algo con los vecinos es ir a dar un paseo por el campo, celebrar algún cumpleaños...
Estaba harto de compartir pisos con gente que a veces apenas conocía pagando 500 euros por una habitación que no podía considerar como propia. Admite que al principio tuvo algunas dudas, pero se disiparon pronto: “Tenía un poco de miedo por todo lo que se dice de los pueblos, que si son pequeños, que si no hay nada, pero ha resultado ser todo lo contrario”.
Italy Constantino: “Ha sido la mejor decisión”
Italy llegó a España con su pareja desde su México natal hace cuatro años. Han vivido en varios lugares, ella misma se define como “un poco nómada”. Sin embargo, después de vivir en El País Vasco y luego en Andalucía, decidieron cambiar de rumbo y mirar a la tierra. “Ha sido la mejor decisión”, sentencia esta joven de 26 años.
Su calidad de vida ha mejorado con creces, asegura: “En la ciudad sales a dar un paseo y te encuentras con los coches y el ruido. Aquí sin embargo te vas al campo, el aire es fresco e incluso se respira mejor”. De hecho, mientras atiende a El HuffPost se encuentra realizando una ruta en medio del monte.
Destaca la acogida de la gente. “Aquí vas por la calle y te saludas con las vecinas y los vecinos, te paras a charlar y conoces a las personas, no es como en las ciudades que vives en el número de un portal y apenas conoces a los del piso de al lado”, sostiene Italy.
Su pareja es programador, teletrabaja, y ella “se adapta” allá donde va desde siempre. Cuando llegó tenía un poco de miedo de no encontrar trabajo, sin embargo, enseguida consiguió un empleo en un restaurante del pueblo.
El alquiler acompaña, también pagan 250 euros. “Hemos llegado a pagar hasta casi 600 euros, por ejemplo, cuando vivíamos en Jerez de la Frontera”, en Letur viven por menos de la mitad en casas que “se nota que están preparadas para que la gente llegue y viva ahí”.
Cervera de Pisuerga, ofertas de empleo y 19 habitantes más
El Proyecto Arraigo ha llevado 19 habitantes más a Cervera de Pisuerga (Palencia), un número suficiente como para que la curva de población del pueblo revirtiera ligeramente su descenso y volviera a crecer, de los 2.277 habitantes de 2020 a los 2.288 de 2021. Puede parecer un cambio insignificante, pero es algo que no pasaba desde 2004, cuando subió levemente y que en toda la serie histórica del INE, que empieza en 1996, nunca más había pasado.
Revertir el proceso de despoblación es uno de los objetivos principales de Jorge Ibáñez, alcalde del municipio (PSOE). “Somos pueblos de la llamada España vaciada donde poco a poco se va viendo la sangría poblacional, pero también tenemos dificultad para cubrir las plazas que van dejando aquellas personas que se jubilan”, explica Ibáñez.
El pueblo se encuentra cerca del polo de la industria alimentaria de Aguilar de Campoo, sin embargo, falta gente para trabajar y en el pueblo no son suficientes. “Veíamos mucha población flotante que venía a trabajar y después se iba porque no se arraigaban, queremos que vengan trabajen y vivan en el pueblo”, apunta Ibáñez. Básicamente, quien quiera trabajo y vivir en un pueblo, que vaya a Cervera de Pisuerga, resume el regidor.
Eso es precisamente lo que hicieron Karina Cuelda junto a su marido y sus dos hijas. Se fueron del Viladecans, en el área metropolitana de Barcelona, a la localidad palentina. “Ahora vivimos en una casa mucho más grande y por fin nos hemos podido independizar después de 20 años viviendo con la familia”, defiende Cuelda.
Los precios de Barcelona convertían en “imposible” llevar a cabo cualquier proyecto que conllevara iniciar un camino independiente: “Ahora pagamos un alquiler de 300 euros por una casa donde vivimos los cuatro, por ese precio en Barcelona aspiras como mucho a compartir una habitación”, afirma Cuelda.
Su marido trabaja en la fábrica de galletas de Aguilar de Campoo y ella ha conseguido un empleo en un hotel rural, haciendo lo que más le gusta “trabajar de cara al público”. Esa cercanía con la gente es otro de los puntos fuertes que le han hecho ver que tomaron la decisión correcta.
“Aquí te sientas en una terraza y la gente se pone a contarte una historia, te saludan, es muy cercano. En Barcelona sabía quien vivía en cada piso y poco más aparte de las conversaciones sobre el tiempo en el ascensor”, explica Cuelda de broma pero muy en serio. Después de un año, asegura que ya conoce “a todo el pueblo”.
La repoblación en sí misma convierte a aquellos que la llevan a cabo en repobladores. Existe un efecto llamada. “Ahora mis suegros ya se están planteando seriamente poner su piso en venta y buscarse un alquiler aquí”, cuenta Cuelda.
Hay trabajo y oportunidades de llevar una vida más tranquila en el medio rural, pero Ibáñez señala un problema: “Faltan viviendas, la gente que compra es para tener una segunda residencia y los que quieren vivir no encuentran casas para alquilar”. Desde el Ayuntamiento se han postulado para que se construyan casas de protección oficial y pretenden crear una serie de viviendas para jóvenes en un antiguo edificio de la Seguridad Social.
El campo demanda habitantes, no como antaño, con hoces y jornales, sino desde jubilados hasta profesionales cualificados que puedan teletrabajar. La vida tranquila les aguarda.