Los muertos salen, llegan a las casas, se sientan, charlan sin charlar y regresan allá, lejos, tras saber que todo sigue ese orden impreciso en el que todos los vivos entienden que deben cruzar en algún momento de su lado. Y la fiesta, en este país con tanta imaginación y necesitado de vender su tanta vida, se desparrama por calles, montañas y cementerios. Es el Día de los Muertos en México.