El fuego cruzado iniciado el martes ha dejado al menos 155 muertos y ha hecho saltar las alarmas de la comunidad internacional, especialmente de Rusia.
El magnífico documental de Miguel Ángel Nieto Solís, La sombra de Ararat, que se ha vistos estos días en la Cineteca de Matadero, en Madrid, retrata, a través de la emoción, a esta nación nómada, Armenia, y nos muestra cómo la descomposición del imperio otomano empujó a los Armenios a la diáspora.
Si bien este reconocimiento político -tardío- de una verdad histórica alegra a los partidarios de la justicia y de la moral, también intriga a quienes se interesan por las relaciones internacionales contemporáneas. ¿Por qué esta resolución ahora que las relaciones germano-turcas están más tensas que nunca? ¿Por qué no se hizo el año pasado, cuando habría tenido más impacto por ser el centenario del genocidio?
Quedo con Antonio Chávez en la salida del metro de Tribunal. A pesar de que no se nota su ceguera, tiene una discapacidad visual del 80% y ve el mundo con visión túnel, aunque eso no le ha impedido viajar a Armenia y Georgia, de donde acaba de venir para grabar los sonidos de sus rincones y tradiciones.
Un siglo después nadie ha puesto todavía sobre la mesa de un Tribunal Penal Internacional el genocidio armenio, a pesar de la innumerables pruebas fehacientes que se guardan. Tampoco se ha juzgado a Turquía, el país nacido del Imperio Otomano. Ni siquiera se ha reconocido que haya habido un genocidio. En todo caso, una simple escaramuza bélica, según Ankara.
De las manos de los zares, Adjaria pasó a manos de los bolcheviques en 1921, mientras nacía la URSS y las ruinas otomanas pasaban el testigo a la flamante y afrancesada República de Turquía. A cambio de mantener Adjaria, los soviets regalaron a los turcos las montañas más altas de Kars y Ardahan, despojando así a Georgia del alma de la cordillera.
La República de Nagorno Karabaj es un país literalmente insertado en suelo de Azerbaiyán. Es decir, está rodeado de Azerbaiyán por todas partes menos por una, que linda con Armenia. Azerbaiyán impide entrar. Y, sobre todo, impide salir: los habitantes del Alto Karabaj son enemigos de los azeríes, con quienes estuvieron en guerra entre 1988 y 1994.