La culpa del paro ¿las cuidadoras?
No entiendo que la presentación de los datos tan malos se intenten paliar estableciendo categorías, como si de una graduación se tratara según las personas que no tienen empleo, o las personas que no tienen empleo debido a la propia acción del Gobierno, como si de un desempleo de segunda se tratara.
Por segunda vez consecutiva el Gobierno utiliza la excusa de sus propios recortes para justificar un incremento en las cifras de paro registrado. La vez anterior era en relación con los recortes presupuestarios aplicados al empleo público y en esta ocasión, en relación con la personas, cuidadoras no profesionales, a las que se les ha retirado la cotización a la seguridad social que se venía reconociendo en el marco de las prestaciones de la Ley de la Dependencia.
En las dos ocasiones me ha surgido la misma duda; ¿esperaba el Gobierno que el resultado de estas medidas fuera otro que el del incremento del desempleo? Seguramente no, ya que la única posibilidad de que estos recortes en el empleo y las prestaciones públicas no se transformaran directamente en un incremento del desempleo hubiera sido que las personas afectadas hubieran decidido no apuntarse a las listas del paro y esto no entra dentro de lo razonable. Por lo tanto ¿nos indica con esto el Gobierno que se trata de un desempleo que le importa menos? No sé qué pensarán de esto las personas afectadas. ¿Nos quieren transmitir la sensación de que ya lo esperaban y que está todo controlado? No sé en los demás pero a mí me suben los vértigos si esta es la idea que tiene el Gobierno sobre cómo hacer frente a la crisis.
Por eso no entiendo que la presentación de los datos tan malos se intenten paliar estableciendo categorías, como si de una graduación se tratara según las personas que no tienen empleo, o las personas que no tienen empleo debido a la propia acción del Gobierno, como si de un desempleo de segunda se tratara. Reconozco que me ha dolido especialmente este mes, cuando se ha hecho referencia a las personas cuidadoras no profesionales. Les bajan la ayuda, les retiran la cotización, ninguna de estas personas cobrará prestación por desempleo, el desempeño de tareas de cuidado afecta directamente a su empleabilidad y les echan la culpa del paro registrado en noviembre. Creo que es el record mayor registrado en la senda de "habéis vivido por encima de vuestras posibilidades".
Ya vale. Ninguna de las medidas que se están aplicando está teniendo efectos de ningún tipo en relación con la creación de empleo. El mejor horizonte que nos ofrecen es el del ¡año 2014! Mientras tanto se han eliminado fondos destinados a las políticas activas de empleo, se degrada la formación para el empleo, lo que, a su vez será causa de mayor desempleo en este sector, y no se desarrollan líneas de apoyo al autoempleo y el crédito no vuelve, así ahoguemos a los bancos en ayudas oficiales.
¿De verdad que hay que aguantar así al menos un año más?
Aún hoy sigo oyendo decir a representantes gubernamentales que el problema de la falta de contratación es la falta de flexibilidad de las relaciones laborales, en una alusión directa imagino a la necesidad de realizar otro lijado a los derechos de trabajadoras y trabajadores, inspirado en las recomendaciones de gente tan docta como Díaz Ferrán.
Me pregunto si lo de que para salir de la crisis había que trabajar más y cobrar menos lo dijo antes o después de comprarse el kilo de oro que parecen haber encontrado en su domicilio y que seguramente utilizaba como reposapiés, si lo dijo antes o después de subirse su propio sueldo y asegurarse de que los acreedores de las empresas que dirigió con resultados tan nefastos no iban a cobrar, incluyendo trabajadores y trabajadoras.
Que con estos ejemplos de la representación empresarial, elegidos democráticamente y de alto nivel, se siga hablando de rigidez de las relaciones laborales como causa de la falta de contratación por parte de las empresas, y que nadie parezca echar en falta una pizca de responsabilidad y calidad de la gestión empresarial, constituye para mí un misterio que no desentonaría entre los temas de los programas dedicados a los fenómenos paranormales.
Nos hundimos en la ciénaga de la desigualdad. Desde todos los ámbitos se contribuye a ello, desde el empleo, la educación, la sanidad, la justicia. Es evidente, lo dicen además varias de las proyecciones internacionales y los propios indicadores económicos, que advierten de un severo incremento de las diferencias sociales en los próximos meses, pero no hay nadie al frente que pueda poner una pizca de sensatez en esta deriva. Incluso en el mejor horizonte que hoy nos ofrecen, las diferencias entre quienes tienen dinero de verdad y quienes sólo aspirábamos a no ser pobres, entre mujeres y hombres, entre las diferentes generaciones y sus posibilidades de protección social, se habrán incrementado hasta niveles difíciles de creer, eso sin hablar de las personas que se encuentran directamente en situaciones de exclusión social y que, según la técnica estadística de presentación de datos de este Gobierno, seguramente están ya en terreno de descuento.
Cuando esto supuestamente acabe se habrán engordado las cuentas en los paraísos fiscales, en espera de que las plusvalías de la inversión empresarial en empleo y desarrollo económico hayan crecido y resulten más interesantes que un reposapiés, y parece que hoy por hoy, estamos sólo a la altura del felpudo. Y ello a pesar de las innumerables ventajas fiscales que se les ofrecen. Pagar menos impuestos para incentivar la creación de empleo ha dejado de ser interesante para quienes tienen dinero, cuando el simple hecho de tenerlo y especular con nuestras deudas, incluyendo la pública, les reporta un beneficio mayor. Y además está lo del reposapiés.
Y dice Arturo Fernández, otro insigne representante de las empresas españolas, que no cree que el caso Díaz Ferrán haya afectado la imagen de la CEOE y la representación patronal en España. Me pregunto si a lo mejor tiene razón y este caso sólo es un reflejo de cómo se ven a sí mismos.