El supermercado Amazon

El supermercado Amazon

El crecimiento de Amazón se ha basado siempre en una búsqueda constante de la sofisticación tecnológica. El último paso ha sido el proyecto Amazón Go, tiendas físicas para vender productos alimentarios... sin pago. Aún en fase experimental, cuenta ya con establecimientos abiertos en Estados Unidos, solo para empleados de la compañía.

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Foto: Reuters.

Todos conocemos Amazon, el gigante de las ventas online que comenzó como una librería virtual y fue poco a poco añadiendo productos a su catálogo hasta alcanzar los servicios de una megatienda en la que ya puede adquirirse prácticamente cualquier cosa. Sin embargo, el crecimiento de Amazon no ha consistido únicamente en una ampliación de la oferta sino en una búsqueda constante de la sofisticación tecnológica como respaldo de su negocio. Amazon ha perseguido acortar los plazos de espera hasta el mínimo, apoyándose en una red de distribución cada día más veloz, ha experimentado la entrega a domicilio mediante un sistema de transporte a cargo de drones (el programa Prime Air, que pretende poder entregar por aire paquetes de menos de tres kilos en media hora) y ahora ha decidido abrir tiendas físicas para vender productos alimentarios... sin pago.

En esto consiste el experimento Amazon Go: supermercados en los que no será necesario pagar ni habrá cajas registradoras. Los productos estarán en sus estanterías y los usuarios, que habrán de estar registrados en el servicio de Amazon, accederán activando la app correspondiente en su teléfono móvil. Todos los productos estarán controlados mediante un software que cargará en la cuenta del usuario-cliente el precio de la compra de forma automática, con lo que no habrá que pasar por caja sino, simplemente, salir de la tienda con la compra hecha.

El proyecto Amazon Go cuenta ya con establecimientos abiertos en Estados Unidos, aunque aún en fase experimental y exclusivamente para empleados de la compañía. Esta fase beta permitirá corregir disfunciones o mejorar aspectos técnicos y conducirá a la apertura al público general a partir del próximo año 2017. Amazon pretende, en una primera etapa, abrir más de 2000 supermercados desde esa fecha.

Se hace difícil aún adivinar qué impacto puede tener esta apuesta sobre los costes laborales o qué grado de amenaza representa para los puestos de trabajo en el sector.

En los supermercados Amazon seguirán existiendo reponedores y personal de almacén, pero ya no habrá personal de caja. Por el momento, Amazon ha diseñado su estrategia planteando establecimientos pequeños en los que solo habrá una selección limitada de productos frescos, inspirándose en el funcionamiento de algunas cadenas europeas como Aldi o Lidl. Por eso se hace difícil aún adivinar qué impacto puede tener esta apuesta sobre los costes laborales o qué grado de amenaza representa para los puestos de trabajo en el sector.

No es prudente afirmar que este vaya a ser el destino de las tiendas físicas, porque un sistema así hoy solo puede funcionar en una cadena de establecimientos y no en un comercio aislado (entre otras cosas por el enorme esfuerzo de distribución y reposición de los productos o el exorbitante coste de la tecnología que lo respalda), del mismo modo en que parece poco práctico aplicarlo a determinados servicios en los que la elección del comprador no es tan sencilla como retirar un producto de un estante... Pero el hecho es que esta estrategia sí puede dañar a los comercios minoristas de alimentación que existan en las zonas en que Amazon abra sus supermercados.

Por eso mismo la iniciativa de Amazon nos coloca ante un puñado de interrogantes: la evolución tecnológica va permitiendo automatizar servicios hasta ahora prestados por personas, eliminar intermediarios entre el productor y el consumidor suplantándolos por algoritmos, simplificar las cadenas de contratación... Si el proyecto Amazon Go tiene éxito, es probable que otras cadenas (en Estados Unidos, Amazon pretende competir con monstruos como Wal-Mart o Target) comiencen a desarrollar sistemas parecidos o traten de aplicar estrategias tecnológicas similares y que la velocidad o la mayor comodidad del consumidor, aunque solo consista en no tener que rebuscar monedas en la cartera, se imponga como una insospechada ventaja competitiva a la hora de comprar.