La ciencia de la felicidad y la sabiduría de vivir
Así sucedió que, pocos días después de mi supuesta 'revelación', en un ataque de terrible y desdeñable vehemencia, se me ocurrió preguntarle a mi sobrino de doce años lo que él quería ser de mayor. La respuesta fue escueta, pero reveladora: yo de mayor quiero ser feliz.
Foto Flickr/Sherman Geronimo-Tan
Cuando crees haber hallado la respuesta a una de las grandes preguntas, viene alguien y lo pone todo patas arriba. Y esto, que a priori podría parecer una mala noticia, puede que te lleve a ser más feliz.
Pero permítanme que, para que ustedes me entiendan mejor, como en tantas otras ocasiones, les cuente una historia.
DE MAYOR QUIERO SER FELIZ
Fue en una de éstas que yo, habiendo creído encontrar el sentido de mi vida, de mis actos pasados y de mis deseos futuros, le espeté con total convicción a una persona muy cercana: me gustaría llegar a ser un tipo sabio, a poder ser, un filósofo de la ciencia. Soy consciente de que esto les puede sonar un tanto extraño, pero no me juzguen, al fin y al cabo, tal vez así seamos todos: únicos y un tanto extraños. En mi caso, la convicción se basaba en un sucesión de cosas: una intuición (desde pequeño me interesé por las preguntas que el profesor raramente respondía), en la experimentación (científica y no científica) y en los años de estudio y reflexión (lectura, escritura y discusión con personas diversas). Así sucedió que, pocos días después de mi supuesta 'revelación', en un ataque de terrible y desdeñable vehemencia, se me ocurrió preguntarle a mi sobrino de doce años lo que él quería ser de mayor. La respuesta fue escueta, pero reveladora: yo de mayor quiero ser feliz.
¡Toma ya, cuánta sabiduría en tan pocas palabras! Porque, para ser sinceros, el conocimiento, el pensamiento, la ciencia, el arte o la introspección, son elementos que pueden resultar enriquecedores pero, ¿qué valor tiene todo esto comparado con ser feliz?
Y entonces me acordé otra vez de Oliver Sacks, ese inmenso científico y escritor, que nos dejó una de las más bellas cartas de despedida, poco antes de morir. En ella Sacks contaba: "el sentimiento que predomina en mí es la gratitud. He amado y he sido amado; he recibido mucho y he dado algo a cambio; he leído, y viajado, y pensado, y escrito".
El neurólogo y escritor Oliver Sacks en la Feria del Libro de Brooklyn de 2009. Foto: Luigi Novi/Wikipedia
Pues bien, las palabras de Oliver Sacks parece que coinciden con lo que nos dicen algunos estudios científicos: la felicidad no consiste en acumular cosas, sino más bien experiencias. Y esto coincide también, con los que les explicaba en otro artículo: muchas personas a punto de morir de lo que se arrepienten es no haber intentado ser más felices, de no haber dedicado más tiempo a lo que les gustaba, de no haber perseguido más sus sueños. Parece que Sacks sí persiguió los suyos y estaba agradecido a la vida. Precisamente, estudios recientes sugieren que las personas que son agradecidas, son también más felices.
Lo que yo me cuestiono aquí es: ¿puede la ciencia realmente decirnos dónde se encuentran las claves de la felicidad?
LA CIENCIA DE LA FELICIDAD
Aunque existen un buen número de artículos científicos, periodísticos y de libros al respecto, para serles sincero, creo que las informaciones que nos llegan de la ciencia acerca de las fuentes y las formas de la felicidad podrían ser, cuanto menos, discutibles. Muchas veces, incluso aparentemente contradictorias. Por ejemplo, mientras algunos estudios nos dicen que el sexo nos hace más felices, otros que tener demasiado sexo en pareja nos provoca, en realidad, desdicha. Pese a todo, no pocos científicos se aventuran a tratar de hallar el secreto de la felicidad, algunos incluso a escribir una fórmula matemática para cuantificarla. Sin embargo, para dar cierto valor a todos estos trabajos, probablemente lo primero que habría que hacer es definir lo que es la felicidad, cuestión que incluso para la ciencia, puede resultar un tanto difícil.
Por consiguiente, no voy a ser yo el que trate hoy de explicarles hoy todo lo que la ciencia nos puede decir sobre la felicidad, como les contaba antes, eso ya lo han intentado otros. Mi objetivo es distinto, es tratar de ver qué tienen en común la felicidad y esa pregunta que les comentaba antes: ¿Qué quieres ser de mayor?
Y para ello, necesito primero entender mejor dónde y cuándo reside la felicidad: ¿en el presente, en el pasado o en el futuro?
CUÁNDO Y DÓNDE RESIDE LA FELICIDAD
Por supuesto, muchos de ustedes pensarán que la felicidad solo puede ser cosa del presente: vivimos y disfrutamos el momento, carpe diem. ¿Pero es esto de verdad así? ¿A quién no se le ha escapado una sonrisa al recordar uno de los buenos momentos pasados? ¿Y quién no se ha sentido feliz alguna vez al imaginarse ciertos acontecimientos futuros?
Según el premio Nobel Daniel Kahneman, conviven en nosotros varios 'yo', cada uno de ellos feliz a su manera. Kahneman los denomina el 'yo de ahora' y el 'yo que tiene experiencias'. Mientras el primero siente felicidad por las cosas que disfruta en el momento, el 'yo que tiene experiencias' lo que busca es vivir cosas que, aunque no le apetezcan especialmente en ese momento concreto, sabe que le van a reportar recuerdos que podrá recordar felizmente, en el futuro. O sea que, una posible interpretación sería: la felicidad vive, a la vez, en el pasado, en el presente y en el futuro.
Y esta conclusión puede darnos una posible respuesta a la pregunta a la que estoy dando vueltas desde el principio de este artículo: ¿qué quieres ser de mayor?
Cada uno lo podrá interpretar como quiera, para mí la respuesta de un chico de doce años podría dar en el clavo: de mayor quiero ser feliz. Y me atrevo a aventurar que ésa es la respuesta que solo puede dar alguien que conoce la felicidad, alguien que la ha sentido en el pasado. Pero más aún, es la respuesta inteligente de alguien que es consciente de que la felicidad del ahora, puede ser también la del futuro.
CONCLUSIONES SOBRE ESO QUE LLAMAMOS FELICIDAD
Tal vez la ciencia nos vaya ayudando a entender, cada vez mejor, qué es la felicidad y en que momento reside. Pero, en cualquier caso, asumiendo que existe el libre albedrío, seguirá dependiendo de nosotros el intentar buscarla.
Cada uno puede y, tal vez incluso debe, tener sus propios sueños. Ignoro cuáles son los suyos. Como les contaba antes, el mío es ser llegar a ser algún día un poco sabio, ojalá, un filósofo de la ciencia. El ejemplo de un chico de doce años llamado Jan me lleva a pensar que hay sabios de la felicidad que no necesitan conocer la ciencia que se esconde tras ella. Y las palabras de un anciano Oliver Sacks me llevan a pensar que el estar agradecido a la vida, cuando estamos a punto de abandonarla, puede ser un claro síntoma de una vida plena, feliz.
Por todo esto, gracias a la sabiduría de un chico y de un abuelo, ahora entiendo un poco mejor lo que de verdad quiero llegar a ser en el futuro. Yo de mayor también quiero ser feliz.
Nota: dedico este artículo a todos mis sobrinos pero, muy especialmente, a Aniol. Porque, aunque ya no esté entre nosotros, le llevo siempre conmigo. Y porque gracias a él, ahora soy una persona mucho más valiente.
Gracias también, un vez más, a Aleix Ruiz-Falqués por las correcciones y comentarios.