Paula Gil, presidenta de MSF España: "Gaza va a ser prácticamente irreparable"
Acaba de volver de Palestina y Jordania tremendamente preocupada por el nivel de violencia y la profundidad de los daños. Toda solución pasa, forzosamente, por un alto el fuego estable.
Paula Gil, la presidenta de Médicos Sin Fronteras (MSF) España, atiende al teléfono acelerada. Lleva pocas horas de sueño, la noche previa aterrizó de vuelta a casa tras un viaje a Jordania y Palestina. Lo que ha visto la tiene "tremendamente preocupada" por el nivel de violencia que trae la crisis derivada de la guerra entre Israel y Hamás y por la complicación de las soluciones en el futuro inmediato, dado el daño y la destrucción.
La Gaza de la que empezarán a salir rehenes de Hamás y donde entrará más ayuda humanitaria, gracias al acuerdo entre la milicia e Israel, es pura destrucción. Por eso todo pasa, repite insistente, no por una pausa o ventana humanitaria, sino por un alto el fuego estable. Sin eso, es imposible que haya una persona ayudando a otra persona en el momento más difícil de la vida, que es como ella define la labor de su gente.
- ¿Cómo se ha encontrado las cosas por Palestina, qué información tienen sus equipos de Gaza?
- Las noticias son cada vez más duras. Nosotros, antes de que empezara todo esto, teníamos unos 300 trabajadores nacionales en diferentes proyectos. Trabajábamos en la zona norte de Gaza, sobre todo. Y cuando comenzó todo el conflicto, la recomendación fue que se fuera a todo el personal el sur. Muchos de los trabajadores se fueron hacia la frontera con Egipto, sí, pero otros muchos decidieron quedarse porque seguían trabajando de manera voluntaria en los hospitales, incluyendo el hospital de Al Shifa, que tantos han mencionado estos días. Unos, por la razón que fuera, no se podían mover, porque tenían familiares mayores, por ejemplo, y decidieron quedarse. De ellos, teníamos 137 trabajadores locales con sus familiares, entre ellos 65 niños, que se refugiaron en las casas de Médicos Sin Fronteras, en una clínica que teníamos de consultas externas y en las casas donde vivía nuestro personal internacional, que se había evacuado hace una semana.
Hace dos días intentamos hacer una evacuación pactada con Hamás y con el Ejército israelí para que se pudieran mover hacia el sur con los coches de MSF, bien identificados. Cuando llegaron al checkpoint no los dejaron pasar, empezaron a oír disparos, se pusieron nerviosos, había miles de personas, la población se empezó a dispersar, ellos decidieron dar media vuelta y en el trayecto de regreso a la casa, uno de los coches fue disparado. No con fuego cruzado, fue disparado directamente y mataron a un familiar de uno de nuestros compañeros e hirieron gravemente a otro de ellos.
Volvieron de nuevo a la clínica en la que estaban refugiados y al centro de salud de consultas externas donde estaban viviendo ellos, que después fue atacado, quemado, quemaron los coches de MSF, y estamos sufriendo porque no tenemos ningún contacto con ellos, no sabemos cómo están, habían veintipico personas en la clínica viviendo, en ese edificio y lo que nos ha llegado es simplemente que estaban rodeados de fuego y que no podían salir. Eso es lo que nos llega, por si sirve de ejemplo de la situación.
- En MSF tienen una antigüedad importante en la asistencia en conflictos armados pero, ¿se había enfrentado alguna vez a algo parecido? Con el cerco, la incapacidad de llevar ayuda...
- Nosotros estamos en muchas guerras, sí, y hemos visto muchas barbaridades, pero en esta guerra una de las cosas más terribles es el hecho de que no haya un lugar seguro donde la población se pueda refugiar. Teníamos un equipo internacional en el sur, trabajando en el hospital Nasser y ayer mismo, cuando hubo un bombardeo en el campo de refugiados de Khan Younis y les llegaron 120 heridos gravísimos con quemaduras, que necesitaban ser operados urgentemente, muchos niños, y esto ya no es en el norte de Gaza, que se supone que es más inseguro.
Esta es una situación que nos da mucho miedo porque realmente no hay un lugar en el que la población se puede refugiar y no se están respetando las estructuras de salud ni las ambulancias. El asedio lleva a que la población esté sufriendo con el corte de suministros de agua o de electricidad y eso va a traer unas consecuencias terribles. Ya estamos ahí, en ese escenario, pero de cara al futuro Gaza va a ser prácticamente irreparable.
Yo estaba con compañeros palestinos que me decían: "Yo soy palestino, vivo en Jerusalén, tengo amigos judíos, después de años y años y años se ha establecido una relación con la gente, pero si antes del 7 de octubre el nivel de confianza entre nosotros, de uno al 10, era de seis, ahora estamos a menos cien". Así es como se sienten.
- Se está hablando ya de cómo será la Gaza sin Hamás, pero aún tenemos por delante toda la crisis humanitaria y con el invierno a las puertas... y sin que haya muchos movimientos diplomáticos.
- El invierno es muy duro también en esa zona y la gente, cuando eso está apenas llegando, ya tiene problemas de acceso al agua, es horrible la insalubridad en los campos de refugiados o en las escuelas que sirven de refugio. Pesa sobre todo la impotencia de que estamos pidiendo por todos los medios posibles que haya un alto fuego, y sólo algunos líderes, tímidamente, están diciendo ya que eso tiene que suceder, pero son muy pocos aún los que se atreven a alzar la voz, con unas circunstancias como estas.
Hay que ver la complicidad de muchos países, y cuando digo esto me refiero de todo tipo de procedencias. Lo real es lo que están sufriendo esas poblaciones, la gazatí y la cisjordana, que es algo que es desproporcionado completamente. Por eso no se entiende, ante esa desproporción, esta falta de eco, que dé ese margen de protección o de refugio que se da en cualquier conflicto, al menos. Aquí no lo estamos teniendo ni se está consiguiendo ni parece que la presión internacional esté funcionando.
- Desprotección también para los sanitarios, que están siendo diana directa, ¿no?
- El problema de falta de protección a la misión médica no es exclusivo de lo que está sucediendo en Gaza ni lo que está sucediendo en Cisjordania. Lamentablemente, estos ataques son algo que viene sucediendo repetidamente desde hace muchos años, que nosotros continuamente lo estamos denunciando. Sólo el año pasado hubo 1.900 ataques a instituciones de salud en el mundo. Ambulancias, centros de salud, hospitales... Solamente el año pasado, de esos 1.900, cerca de 400 ataques sucedieron en Ucrania. [Poco después de acabada esta entrevista, MSF informó de la muerte de tres doctores, dos de ellos de su ONG, en el hospital Al Awda].
Quiero decir que es algo que sucede de manera regular en muchas partes del mundo. Insisto: el problema en este caso particular, en Palestina, es la falta de refugio para la población y la falta de acceso para poder suministrar de manera suficiente ayuda humanitaria. Lo que estamos consiguiendo hacer entrar y lo que está consiguiendo pasar por la frontera de Gaza es muy poco, no es nada. ¡No es nada!
En nuestro caso concreto, se ha logrado introducir material para hacer 800 intervenciones quirúrgicas, que lo vamos a acabar en nada, porque estamos haciendo una cantidad de operaciones increíbles desde que empezamos a trabajar en el hospital Nasser (sur). Por eso, tiene que haber un flujo constante de ayuda humanitaria, tienen que haber lugares seguros donde la población se pueda cobijar y tiene que haber un alto fuego. Una pausa humanitaria, tal y como la han mencionado en la resolución de la ONU, es absolutamente insuficiente, dadas las circunstancias.
- ¿Cómo se han ido apañando con la escasísima ayuda que entra por Rafah?
- Desde que empezó la guerra insistimos para conseguir entrar material en Gaza. En todos los proyectos del mundo en los que trabajamos tenemos un stock de emergencias y en Gaza teníamos uno también. Se va adaptando a los escenarios que podamos tener en cada contexto y, en este, era el de conflicto armado abierto. Todo ese material se dio ya y se ha gastado, estamos hablando de una donación de más de un millón de euros en materiales. Después, desde el 7 de octubre, hemos conseguido introducir 26 toneladas de material, que aunque parece mucho no lo es, repito, no es nada. En todo este tiempo han entrado unos 1.200 camiones, no sólo nuestros, cuando el flujo antes era de más de 600 vehículos diarios.
- Ya eran pocos, con el bloque, en tiempo de calma... Ahora con los bombardeos, no llegarán, ¿cierto?
- No. Independientemente de los materiales, que es una parte súper importante, las necesidades son tantas... La situación de los hospitales es caótica, de 36 que había en la franja ahora funcionan siete. La mayor parte de las estructuras de salud que estaban activas ya no lo están, el único hospital oncológico está cerrado, el pediátrico, igual, la única unidad de diálisis, el mayor de todos… Sigue habiendo pacientes críticos y algo de personal sanitario dentro de ellos, a la desesperada, no se pueden mover.
Son tantas cosas que, por mucho que podamos hacer, vamos a conseguir paliar sólo una parte de las necesidades de los gazatíes. Por eso es tan importante que haya un alto el fuego, porque no es que con la entrada a cuentagotas de ayuda humanitaria se vaya a solventar lo que está sucediendo, a abordar la magnitud de la catástrofe. No hay combustible, no hay comida, no hay agua y los casos de diarrea entre nos niños están subiendo, porque están consumiendo agua salada. Es tal el castigo colectivo, de tal nivel el sufrimiento que esta gente está teniendo, que lo que tenemos que hacer es parar, parar esto. Basta ya. Tienen que encontrar una solución entre todos los que pueden cambiarlo. Este bombardeo continuo e indiscriminado que no selecciona, que está arrasando con la población, es una locura y tiene que parar.
- Los hospitales precisamente han sido señalados por Israel porque dice que Hamás los usa para sus intereses. ¿Se han sentido ustedes presionados por los milicianos en los centros en los que trabajan, han tenido allí gente de la milicia?
- Nosotros llevamos trabajando en Gaza muchísimos años, y evidentemente tenemos una relación lógica con el Ministerio de Salud y también con todos los grupos que existen, con el fin de garantizar la seguridad. Es algo que nos pasa en Gaza, en Afganistán, en Mali o en Níger. Para poder garantizar esa seguridad de la misión tienes que tener relación con todo el mundo.
Ahora bien, sabemos de esa acusación (de Israel), pero nosotros no tenemos esa información, la que nos llega es que los hospitales están llenos de pacientes, de heridos, de personas que necesitan asistencia médica y que necesitan que los hospitales funcionen. Esa es la información que nos transmiten nuestros compañeros y compañeras, que han trabajado allí por muchos años. Es lo que sabemos.
- Esos compañeros sobre el terreno ¿cómo están trabajando en mitad del conflicto?
- Yo vengo con el corazón en un puño, porque a pesar de las desgracias, la gente canaliza su tristeza y su impotencia a través del trabajo y he visto a los compañeros en Cisjordania o Ammán trabajando con ganas, intentando buscar soluciones y alternativas, buscando carreteras, checkpoints, haciendo propuestas para dar asistencia a los ciudadanos. La gente está muy afectada, en toda la región. La situación es muy tensa y la ves desde que entras en Israel. La verdad es que hay mucho sufrimiento, globalmente, por ambos lados, y la única manera de que esto pare es que haya un alto el fuego y que se sienten a dialogar. Es lo único que puede suceder aquí.
- Por su experiencia, ¿cómo puede un ayudar un ciudadano de a pie ante esta situación?
- Una de las cosas que pueden hacer es movilizarse e informarse; es muy importante, porque hay muchas noticias y opiniones. El otro día me preguntaban en una entrevista si las imágenes que se ven que llegan de Gaza son falsas o reales. Hasta ese punto. La gente, que se informe bien, chequee bien lo que corre por internet y se movilice también para tratar de influir en los que toman las decisiones. Dejemos al lado nuestras ideologías, cada uno con la suya porque, esto ya no va de izquierda o derecha. Es algo más, hablamos de humanidad. Por eso la gente debe manifestar esa solidaridad, sea hablando de lo que pasa, contrarrestando narrativas que criminalizan a las personas y que ponen a todo el mundo en el mismo saco, apoyando a organizaciones que están trabajando y respetando, también, el trabajo de esas organizaciones, porque eso es algo que nos pone en peligro todos, todos los días.