Una prisión dentro de la prisión: el daño mental de siete guerras en una generación entera de gazatíes

Una prisión dentro de la prisión: el daño mental de siete guerras en una generación entera de gazatíes

La nueva operación de Israel sobre Gaza, en su intento de barrer a Hamás, supone la séptima guerra sobre la franja en 15 años. Tres lustros de miedo, ansiedad, angustia y aislamiento que dejan la salud por los suelos. "Es prácticamente irrecuperable". 

Un grupo de niños contempla los cuerpos de otros menores, en el hospital Al-Aqsa de Deir Al-Balah, el 22 de octubre.Fatima Shbair / AP

"Gaza es una una prisión y, dentro de Gaza, están las cabezas de más de dos millones de personas, que son prisiones en sí mismas, plagadas de fantasmas y miedos, de temores y angustia. Aislamiento sobre aislamiento, es así generación tras generación". La doctora Manal Herbawi resume el estado de la salud mental de los gazatíes, bloqueados desde 2007 como castigo por votar mayoritariamente a Hamás y que, con la guerra actual, ha vivido siete contiendas con Israel en apenas 15 años. 

Una generación entera de palestinos ha nacido y se ha criado entre bombardeos y cohetes, con los recursos exactos para sobrevivir, sin servicios con los que tratarse de un miedo constante y una "sensación de fragilidad que lo abarca todo", en palabras de la psicóloga del Programa de Salud Mental de la Comunidad de Gaza (GCMHP, por sus siglas en inglés). Ahora, con la peor guerra desde 1948, cuando se creó el estado de Israel, la situación se agudiza. No hay medios, dice, ni capacidad de atender a tantos desplazados hacia el sur, tras la orden de evacuación dada por Tel Aviv. "Las guerras se superponen y hay males que se hacen perpetuos", resume. 

Estaba todos, sintetizados, en un aviso de la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA) dado a conocer el día antes de que Hamás atacase de forma insólita suelo israelí. Según sus datos, uno de cada cuatro refugiados de Gaza (1,5 millones de sus 2,3 millones de habitantes) tienen problemas de salud mental y uno de cada tres menores necesitaba ayuda psicosocial antes de aquel sábado negro. Son datos extraídos de las consultas en los centros de salud, en los que los efectos mentales se acumulan y se superponen a las mutilaciones, las heridas, la falta de medicamentos, la mínima red asistencial. Si "graves" son los problemas generales de salud pública, "indescriptibles" son las consecuencias psicológicas del conflicto

La UNRWA destacaba que la situación era particularmente grave en los niños, con menos recursos vitales y una experiencia tan corta que se reduce a la destrucción cíclica. Presentan problemas de pesadillas, cama mojada, pérdida total o parcial del habla por traumas de violencia, incapacidad de concentración (que afecta especialmente a los estudios), comportamientos agresivos (consigo mismos y con los demás) y un aumento "considerable" en el número de suicidios en jóvenes.  

"Vivir con tranquilidad es algo prácticamente imposible para palestinos y palestinas. Cuando una persona está traumatizada porque ha visto morir a sus hijos y hay otra ofensiva en la que de nuevo otro familiar pierde la vida o tú mismo eres herido o mutilado, es realmente difícil superar el trauma", manifestaba la directora de UNRWA España, Raquel Martí.

Son datos corroborados por Save The Children, facilitados por Jason Lee, su director para Palestina. La ONG publicó un informe el año pasado en el que destacaba que cuatro de cada cinco niños gazatíes sufre de depresión, dolor o miedo y que, según sus registros, la cifra de menores con "angustia emocional" ha subido desde el 55% registrado en 2018 al 80% actual. Un 55% de niños se han planteado el suicidio como salida y tres de cada cinco se autolesionan. La "intensificación de los ataques" con la ofensiva terrestre de Israel, entiende, probablemente "hará que haya más muertes, heridos y angustia", por lo que el alto el fuego se necesita con inmediatez. 

"Esto es puro horror para todos los niños y sus padres. En toda la Franja de Gaza, más de un millón de niños están atrapados en medio de una zona de conflicto activo sin un lugar seguro adonde ir ni una ruta hacia la seguridad. Con las comunicaciones cortadas, los niños están aislados del mundo, más aislados que nunca, incapaces de hablar con sus seres queridos o incluso de llamar a una ambulancia", resalta, dando cuenta de una cadena que suma y cala: de la falta de medios a los problemas médicos, de la escapada de casa a la interrupción de relaciones familiares que dan seguridad y confianza.

Esa "gran inestabilidad" se traduce en un estrés postraumático que acaba siendo casi permanente, por la duración del conflicto. En lo físico, también, porque se traduce en dolores de cabeza o de estómago, dolencias casi  crónicas en la población. Llueve sobre mojado. Presta atención a dolencias que se ven menos pero que demuestran el daño mental de los gazatíes: incapacidad de gestionar sus emociones, impulsividad, complicaciones con la autoregulación o el autocontrol. 

Un grupo de palestinos rescata el cuerpo de una menor de las ruinas de una casa en Gaza, el 24 de octubre.Abed Khaled / AP

Todo eso que denuncian las organizaciones internacionales es lo que ve a diario la doctora Herbawi, cuyo centro ha contado, por ejemplo, con financiación española, de la Diputación de Sevilla. "Las consecuencias son a largo plazo y las demoras en la atención y en el fin de la guerra hace que las posibles soluciones, por complicadas que sean, se demoren", indica de inicio. "Son generaciones encadenadas que sufren un bloqueo que les impide salir de Gaza, tener relación con otras comunidades palestinas, recibir visitas de familiares, intercambiar experiencias o bienes, hacer turismo o estudiar en otro lado... Todo eso, con operaciones militares que suponen un sometimiento constante a la violencia. Claro que cala", indica. 

Hay quien, incluso, no sólo no está dejando sus casas por incapacidad para trasladarse o por resistencia en su hogar, sino por "desencanto". ¿Un suicidio? "Cuando no hay nada más, a veces la vida se afronta así", dice. 

Explica que le parece "especialmente preocupante" el efecto en los niños porque detecta que "sus secuelas les hacen complicado centrarse en el hoy, por ejemplo, en la escuela, en las ganas de desarrollarse a nivel educativo o como personas. Hay apatía, les da igual porque no ven futuro", añade. Ahora mismo, cita, los niños deberían estar en mitad de su nuevo periodo escolar, en centros "que mental y físicamente son un lugar de seguridad y paz", como los centros de la UNRWA, pero no, su rutina se ha roto, las escuelas han sido dañadas, han dejado sus casas y no saben qué pasará "al minuto siguiente". "Es una carga que no lleva bien ni un adulto", puntualiza. 

Los pupitres vacíos esta vez son ya muchos: casi el 70% de los muertos reportados en Gaza son niños y mujeres, o lo que es lo mismo, "casi 3.200 niños han sido asesinados en Gaza en tres semanas, superando el número de niños asesinados anualmente en todas las zonas de conflicto del mundo desde 2019", en palabras de Philippe Lazzarini, director de UNRWA.

La "exposición a la violencia constante", avisa la sanitaria, puede implosionar también en un aumento de la violencia hacia niñas y mujeres. Si ya era alta, en una sociedad donde la violencia siembre violencia y donde el patriarcado asfixia a la mitad de su población, la tensión en la vida de diáspora, en la pérdida de familiares o en la espera "puede acentuar esos comportamientos de agresividad". Aunque es algo, se duele, de lo que se habla menos. El estigma de las mujeres, más el estigma de la salud mental. 

La fragilidad máxima

Serena Greco, psicóloga italiana y cooperante en Palestina entre los años 2011 y 2012, sostiene que hay rasgos "similares" en todas las víctimas de conflictos armados, pero que en el caso palestino tienen añadidos "que agravan la situación". "El primer dato a tener en cuenta es que es una guerra sin fin. La ocupación permanece y el problema no se resuelve. No es un bombardeo puntual, no es una operación concreta, sino una situación de presencia armada, de redadas, brotes violentos, aislamiento o discontinuidad territorial permanente que hace más disfuncional la situación de los enfermos", indica. 

Esto va afectando "a las distintas generaciones" y convierte a la población es "especialmente vulnerable", no sólo en Gaza, donde se añade el bloqueo por tierra, mar y aire, sino también en Cisjordania o el este de Jerusalén, donde la tensión sobre todo es por las operaciones militares y la presencia de colonos, casi 600.000 según Naciones Unidas. "Son ciudadanos que tienen privación de recursos básicos, de alimentos a agua o carreteras, vivienda digna, seguridad... Que se ven sometidos constantemente a pérdidas de familiares, por muerte o cárcel, a separaciones o desplazamientos como el de ahora hacia Rafah, y que acaban normalizando la violencia hasta un nivel que no se da en otros conflictos. Es realmente profundo", ahonda.  

Greco describe la "ansiedad anticipatoria" que supone la "certeza de que habrá una nueva incursión u operación" más pronto que tarde, una sensación que se "clava" en las vidas cotidianas y cuyo mayor efecto es "la fragilidad máxima del equilibrio mental y vital". La sanación o la recuperación "es muy difícil" en estas circunstancias y, viendo que la nueva incursión de Israel en Gaza va para meses, espera un daño aún mayor del que pudo ver sobre el terreno. "El techo que da seguridad desaparece, las prsonas que dan seguridad desaparecen. No hay asideros, ni siquiera las escuelas, que son salvavidas. No hay esperanza de escapar por un país vecino, porque esto no es Ucrania", enumera. 

Coincide con su colega gazatí en que habrá que esperar el fin de la contienda Hamás-Israel y sus verdaeeras consecuencias para saber el daño en su población, si hay más muertes, si hay flujo de refugiados hacia Egipto como hace 75 años, si hay ocupación del terreno por parte de Tel Aviv... Ahora es apresurado decirlo. Pero las dos avisan de que, aparte de la necesidad de tratamiento en salud mental, habrá que estar atentos a "la manera de expresarse de ese malestar", por si las "estructuras mentales tienden al radicalismo, al no tener futuro sino imposiciones de una realidad tan complicada". 

De momento, Tarik Jasarevic, em portavoz de la Organización Mundial de la Salud (OMS) constata las "crecientes necesidades" de la asistencia en la zona y, también, en el lado israelí, en la atención a las familias de los secuestrados por Hamás en Gaza. Un doble dolor que atender. Mientras Occidente convierte en las noticias más leídas sus guías para proteger la salud mental ante las noticias que llegan de Israel y Palestina, la realidad es la de un dolor perenne sin esperanza. 

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Licenciada en Periodismo y especialista en Comunicación Institucional y Defensa por la Universidad de Sevilla. Excorresponsal en Jerusalén y exasesora de Prensa en la Secretaría de Estado de Defensa. Autora de 'El viaje andaluz de Robert Capa'. XXIII Premio de la Comunicación Asociación de la Prensa de Sevilla.