Armas nucleares en el mundo: cuántas hay, quién las tiene, cómo evolucionan
Este 26 de septiembre Naciones Unidas conmemora el Día Internacional para la Eliminación Total de las Armas Nucleares constatando su preocupación: no hay freno, sino nuevos programas de modernización y expansión y mucho dinero en ello.
Como cada 26 de septiembre desde 2014, Naciones Unidas conmemora este martes el Día Internacional para la Eliminación Total de las Armas Nucleares. Celebrar no, no hay nada que celebrar en un mundo en el que la amenaza atómica en vez de retroceder se incrementa. La mayor prioridad en materia de desarme para la ONU es una trinchera en la que se parapetan, en cambio, las nueve potencias nucleares del planeta y sus aliados, que no mueven un dedo por cambiar las cosas. Flaca memoria de lo ocurrido en Hiroshima y Nagasaki y de lo que puede volver a pasar.
El secretario general de la organización, el portugués Antonio Guterres, en un texto conmemorativo de esta jornada, muestra su enorme preocupación por el estado actual de las cosas. Hay 12.512 armas nucleares en el mundo y no hay manera de reducir ese número. Los países que las poseen "tienen programas de modernización en marcha a largo plazo, con importante dotación de fondos" que impulsan ese arsenal. A contracorriente de todos los tratados que claman por su reducción, si no desaparición.
Guterres reconoce que el tiempo del optimismo tras la Guerra Fría, cuando la política de bloques se vino abajo y la necesidad de tener estas armas (si un día existió) se redujo notablemente, ha pasado. Lo afirma con una frase espeluznante: "No se ha destruido físicamente ni una sola arma nuclear de conformidad con ningún tratado, bilateral o multilateral, y tampoco hay negociaciones en marcha sobre la cuestión". La nada.
Al contrario, la presión armamentística "es creciente", como se aprecia tras la invasión rusa de Ucrania (que ya acumula 19 meses), cuando más del 50% de la población mundial vive hoy en países que tienen armas nucleares o son miembros de alianzas atómicas, lo que multiplica los riesgos. "La doctrina de disuasión nuclear persiste como un elemento de las políticas de seguridad de todos los Estados que poseen este tipo de armas y sus aliados", afirma el exprimer ministro portugués.
La Federación de Científicos Estadounidenses (FAS, por sus siglas en inglés) remarca la idea de que el plan de los estados que tienen "la bomba" es mantener grandes arsenales en el futuro, no ir a menos, "se muestran comprometidos a conservarlas para un futuro indefinido" y precisamente el peligro que añaden al mundo turbulento en que vivimos ha llevado a que el Boletín de Científicos Atómicos de la Universidad de Chicago a reducir a 90 minutos el espacio que nos separa del fin del mundo.
Los números, los poderosos
Según el informe de este año del SIPRI (Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo), el centro de referencia mundial en armamento, el número de armas nucleares operativas "empezó a aumentar a medida que los países avanzaban los planes de modernización y expansión a largo plazo de sus fuerzas", una lectura en la que coincide con la ONU. Los nueve Estados con armamento nuclear -Estados Unidos, Rusia, Reino Unido, Francia, China, India, Pakistán, la República Popular Democrática de Corea (Corea del Norte) e Israel- han continuado poniendo al día sus arsenales nucleares y varios de ellos desplegaron en el último año nuevos sistemas de armas nucleares o con capacidad nuclear.
Del inventario mundial total de unas 12.512 cabezas nucleares registrado en enero de 2023, alrededor de 9.576 se encontraban en arsenales militares para su uso potencial, 86 más que en enero de 2022. De ellas, se estima que 3.844 ojivas estaban desplegadas en misiles y aviones, y unas 2.000 -casi todas pertenecientes a Rusia o EEUU- se mantenían en estado de alerta operativa alta, lo que significa que estaban instaladas en misiles o retenidas en bases aéreas que albergaban bombarderos nucleares. "El mundo está a la deriva en uno de los períodos más peligrosos de la historia de la humanidad", constata.
Rusia y Estados Unidos poseen conjuntamente casi el 90% de todas las armas nucleares del planeta, hoy por hoy. El tamaño de sus respectivos arsenales nucleares (es decir, las cabezas nucleares utilizables) parece haberse mantenido relativamente estable en 2022, "aunque la transparencia respecto a las fuerzas nucleares disminuyó en ambos países tras la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022", puntualizan los expertos del centro sueco.
Además de sus armas nucleares utilizables, Moscú y Washington poseen cada uno más de 1.000 ojivas previamente retiradas del servicio militar, que están desmantelando gradualmente.
Hay novedades en el último año sobre los pasos dados por China para reforzar su almacén atómico. Pekín, en el último 2022, ha liderado la expansión en este campo, con hasta 60 nuevas, pasando de tener 350 en enero de 2022 a 410 en enero de 2023.. "Y se espera que siga creciendo", añade el dossier. Dependiendo de cómo decida estructurar sus fuerzas, "al final de la década China podría tener al menos tantos misiles balísticos intercontinentales (ICBM) como Estados Unidos o Rusia", ahonda.
"China ha comenzado una expansión significativa de su arsenal nuclear. Cada vez es más difícil cuadrar esta tendencia con el objetivo declarado de Pekín de tener solo las fuerzas nucleares mínimas necesarias para mantener su seguridad nacional", comenta Hans M. Kristensen, uno de los investigadores del SIPRI.
Aunque se cree que el Reino Unido no aumentó su arsenal de armas nucleares en 2022, se espera que el stock de cabezas nucleares crezca en el futuro como resultado del anuncio hecho por el Gobierno británico en 2021 de que aumentaba su límite de 225 a 260. También dijo que ya no revelaría públicamente sus cantidades de armas nucleares, ojivas o misiles desplegados. Por su parte, el año pasado Francia prosiguió sus programas de desarrollo de un submarino nuclear lanzamisiles balísticos (SSBN) de tercera generación y de un nuevo misil de crucero lanzado desde el aire, así como de reacondicionamiento y mejora de los sistemas existentes.
India y Pakistán parecen estar ampliando sus arsenales nucleares y ambos países introdujeron y siguieron desarrollando nuevos tipos de sistemas vectores nucleares en 2022. Aunque Pakistán sigue siendo el principal objetivo de la disuasión nuclear de la India, "este país parece estar poniendo
cada vez más énfasis en las armas de mayor alcance, incluidas aquellas capaces de alcanzar objetivos en toda China", indica el SIPRI.
Y el régimen de Corea del Norte "sigue dando prioridad a su programa nuclear militar como elemento central de su estrategia de seguridad nacional". Aunque en 2022 Corea del Norte no realizó ninguna prueba nuclear, "llevó a cabo más de 90 pruebas de misiles2. Algunos de ellos, que incluyen nuevos misiles balísticos intercontinentales, pueden transportar cabezas nucleares. El SIPRI estima que el país ha ensamblado ya unas 30 cabezas nucleares y posee suficiente material fisible para un total de 50-70 cabezas, ambos son aumentos significativos respecto a las estimaciones de enero de 2022. En el presente año, Pionyang ha presentado un nuevo "submarino para ataques nucleares tácticos".
También se cree que Israel -que no reconoce públicamente poseer armas nucleares- está modernizando su arsenal nuclear. Se sospecha que tiene suficiente plutonio para entre 100 y 200 armas nucleares, oculto en sus instalaciones de Dimona.
Irán no es un país con armas atómicas y está objetivamente lejos de serlo; sin embargo, en los últimos tiempos también ha dado pasos preocupantes en sus investigaciones. Después de 20 meses de conversaciones, el 14 de julio de 2015, un grupo de negociadores occidentales y Teherán cerraron un acuerdo nuclear histórico que declaraba que "Irán reafirma que bajo ninguna circunstancia buscará, desarrollará o adquirirá armas nucleares". El pacto, a 15 años, obligaba a que Irán redujera sus centrifugadoras en dos tercios y no enriqueciera más uranio. A cambio, el país obtendría alivio de las sanciones económicas y permiso para continuar su programa nuclear con fines pacíficos.
Pero en 2018, el entonces presidente norteamericano, Donald Trump, anunció que se retiraba oficialmente del acuerdo nuclear con Irán. Desde entonces, las tensiones han ido en aumento y los ayatolás se han visto empoderados para no cumplir con el acuerdo, roto ya por Washington.
Hay otros países a los que hay que prestar atención en el plano nuclear, como Japón, que en 2006 declaró que tenía el conocimiento y la capacidad para producir armas nucleares, pero no tenía planes hazlo y que ahora se encuentra inmerso en una carrera armamentística potente.
Y hay otros que han dejado el club nuclear defensivo como Bielorrusia, que todavía tiene un programa civil de investigación nuclear y ha anunciado el traslado de armas nucleares rusas a su territorio, en el marco del conflicto con Ucrania, de cuya llegada no hay constancia aún; Kazajstán, que aunque heredó ojivas nucleares después del colapso de la URSS, transfirió el inventario a Rusia; Sudáfrica, que desarrolló estas armas en los años 70 del siglo pasado pero frenó los avances y está limpio desde 1991; y, al fin, Ucrania, que tras el fin de la era soviética tenía el tercer arsenal más grande de armas nucleares pero que hizo como Kazajstán, lo devolvió todo a Moscú.
A más
"La mayoría de los países con armamento nuclear están endureciendo su retórica sobre la importancia de estas armas y algunos incluso están lanzando amenazas explícitas o implícitas sobre su posible uso", añade en el informe Matt Korda, investigador asociado del Programa de Armas de Destrucción Masiva del SIPRI. "Por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, esta competencia nuclear tan elevada ha aumentado drásticamente el riesgo de que las armas nucleares sean utilizadas en un arranque de ira", afirma.
"Con programas de miles de millones de dólares para modernizar y, en algunos casos, ampliar los arsenales nucleares, los cinco países poseedores de armas nucleares reconocidos por el Tratado de No Proliferación Nuclear parecen alejarse cada vez más de su compromiso con el desarme en virtud del tratado", asegura por su parte Wilfred Wan, director del Programa de Armas de Destrucción Masiva del SIPRI.
Se han dado pasos atrás importantes en pocos años, que han ensombrecido el panorama. En 2019, lamenta la ONU, EEUU abandonó el Tratado de eliminación de misiles de corto y medio alcance (INF) que firmó con Rusia en 1987. Aseguró que el acuerdo estaba siendo "violado deliberadamente por Rusia". Ambos países se habían comprometido a eliminar una clase completa de misiles nucleares. Ya nada. Tras la invasión de Ucrania, EEUU anuló también su diálogo bilateral de estabilidad estratégica con Rusia.
Este mismo año, en febrero, Rusia suspendió su participación en el Nuevo START, el más ambicioso tratado de control de armas nucleares entre Moscú y Washington. "Ellos quieren que perdamos estratégicamente, lo que es cinismo profundo o tontería profunda. Pero no parecen imbéciles, ¿quieren una derrota estratégica que nosotros aceptemos? Se equivocan", dijo entonces Vladimir Putin. La prórroga ansiada, hasta 2026, es una quimera hoy, cuando se creía que era la mayor esperanza para controlar las armas nucleares entre las dos potencias más poderosas. No obstante, según la evaluación del SIPRI, en enero de 2023, las fuerzas nucleares estratégicas desplegadas por ambos países permanecían dentro de los límites del Nuevo START.
El apoyo militar de Irán a las fuerzas rusas en Ucrania y la situación política en Teherán, con los ayatolás cada vez más criticados también ensombrecieron recientemente las conversaciones sobre la reactivación del Plan Integral de Acción Conjunta (JCPOA, por sus siglas en inglés), el acuerdo de 2015 destinado a impedir que Irán desarrolle armas nucleares del que se salió EEUU y que llegó a estar bastante cercano. Ahora, su reactivación parece cada vez más improbable.
Y para ganar en transparencia (ejem), EEUU y Reino Unido se negaron a hacer pública la información sobre sus fuerzas nucleares en 2022, cosa que sí habían hecho en años anteriores.
El dictamen, en fin, es concluyente: hay frustración por la lentitud del desarme (nulo) y una creciente preocupación por la posibilidad de que se usen estas armas en un conflicto extendido, léase Ucrania, sin reparar en las posibles consecuencias humanitarias. "Los desafíos de seguridad que aún prevalecen no pueden ser una excusa para seguir confiando en las armas nucleares y olvidar nuestra responsabilidad de buscar una sociedad internacional más pacífica", enfatiza Guterres.
Su llamada a que el mundo reafirme su compromiso contra estas armas, acometa el desarme y eduque sobre las consecuencias de su uso es, por ahora, sólo un mensaje hermoso en un día mundial.