Sánchez incendia el PSOE
La guerra ha estallado ya con toda su crudeza y quienes, hasta ahora, han callado en público -unos por responsabilidad y otros por táctica-, hoy braman ya contra Sánchez. Los "aparatos" de unos y otros han empezado a hacer cálculos para comprobar si cuentan con los 130 votos necesarios para en un caso, echar abajo la convocatoria inminente del congreso, y en el otro para celebrarlo. El líder del PSOE se ha hartado de que se cuestionen sus decisiones, y los secretarios generales territoriales de que él no asuma responsabilidades.
Igual que el torero cuando recibe al animal que sale de chiqueros, rodilla en tierra: con la vista alta y en actitud desafiante y corajuda. Un quiebro tan espectacular como peligroso porque el astado sale con todo su ímpetu, además de deslumbrado por la luz de la plaza. En el lenguaje taurino se denomina "a porta gayola". En el político, se puede llamar de muchos modos. Que cada cual utilice la expresión que le plazca. Pero así es cómo recibió ayer Pedro Sánchez a los barones, que desde hace tiempo cuestionan su estrategia política y exigen responsabilidades no por una, ni dos, ni tres, sino por cuatro derrotas históricas y un bloqueo institucional sin precedentes en España.
Como en los toros, la embestida puede tener un final incierto. Y, aunque pudiera parecer que el secretario general del PSOE vuelve a hacer de su capa un sayo con su propuesta de celebrar ya un congreso federal de carácter plebiscitario, su desafiante actitud de momento ha sacado de la zona de confort a los barones hasta ahora más favorables a soluciones templadas.
Puede que el 25-S no aporte una solución para el laberinto nacional ni sirva para decidir el nombre del próximo presidente del Gobierno de España, pero seguro que valdrá para resolver de una vez por todas el caos en el que vive la socialdemocracia española desde que Sánchez tomó las riendas hace ya más de dos años.
¿Imaginan a un presidente del Gobierno en funciones convocando un referéndum? Impensable. La Constitución no lo permite y a ninguno se le ocurriría semejante dislate. Proyecten la escena sobre el PSOE porque esto es lo que pretende Pedro Sánchez. Un secretario general con un mandato expirado desde febrero que se dispone a llamar a la militancia con el propósito de encontrar en ella la confianza perdida entre los cuadros del partido. Si no se arredró con dos derrotas históricas en generales, nada hacía creer que fuera hacerlo por los resultados de dos autonómicas por muy desastrosos que fueran como han sido. Y si nadie reparó en su día en las consecuencias de sustituir la democracia directa por la representativa, quizá con esto de la nueva política y la podemización de las bases socialistas sea tarde para hacerlo ahora.
El caso es que, no satisfecho con enfrentar a los cuadros dirigentes con los afiliados, Sánchez se despacha además con una retahíla de insultos a los barones que ponen palos en sus ruedas: que si desleales; que si subalternos de la derecha española; que si ahora que se retraten en público y digan, uno a uno y con nombres y apellidos, que prefieren un gobierno de derechas a uno socialista con 85 diputados...
El líder del PSOE se ha hartado de que se cuestionen sus decisiones, y los secretarios generales territoriales de que él no asuma responsabilidades por llevar a la marca a su peor registro electoral en democracia, además de anteponer su supervivencia personal a la estabilidad de dos gobiernos autonómicos. Sólo en ese registro se entiende la amenaza de Podemos en Castilla-La Mancha y Extremadura de dejar caer a los Ejecutivos de Emiliano García Page y Guillermo Fernández Vara, si bien el extremeño gobierna gracias a la abstención de Podemos, pero sin pacto de gobierno.
La guerra ha estallado ya con toda su crudeza y quienes, hasta ahora, han callado en público -unos por responsabilidad y otros por táctica-, hoy braman ya contra Sánchez. "Hundimiento inmenso. Se deben asumir responsabilidades", afirma Eduardo Madina. "Resultados nefastos y cortinas de humo", añadió el secretario de Organización de los socialistas andaluces, Juan Cornejo. "Desolado. Qué más tiene que pasar para que el PSOE reflexion", lamenta José Blanco.
Es sólo el principio de lo que se escuchará en las distintas federaciones del PSOE hasta que el sábado día 1 se reúna el Comité Federal, lo que antes era el máximo órgano del partido entre congresos y hoy parece tan sólo un eufemismo, después de que Sánchez decidiera traspasar algunas de sus funciones a la militancia.
Susana Díaz ha convocado al Comité Director de Andalucía para el próximo jueves; Page ya ha hablado con todos sus secretarios provinciales; Vara hará lo propio con los cuadros de Extremadura e idem Lambán en Aragón y Javier Fernández en Asturias...
Lo que está en juego, para todos ellos, ya no es una pelea intestina por el liderazgo, sino el ser y el estar de un partido centenario, además de la gobernabilidad del país. Si Sánchez ha echado un nuevo órdago a la grande, Díaz esta vez está dispuesta a ver quién es quien lleva mejores cartas. "Yo tampoco me voy a cruzar de brazos", afirma tras la convulsa reunión de una Ejecutiva (en versión reducida) en la que Sánchez se quejó de que la presidenta de Andalucía venga con frecuencia a Madrid "a verse con empresarios y periodistas y no pase por aquí" (en alusión a la calle Ferraz). No fue su única invectiva contra los barones. "He tenido que leer hasta a un presidente decir que yo los criminalizaba", se quejó en esta ocasión de García Page por su reciente entrevista con el Huffington.
Y todo esto, sin entrar de nuevo en las causas de la debacle. Lo mismo que ocurrió en diciembre y se repitió en junio, vuelve a pasar en septiembre. Así que, en efecto, urge, como dice Sánchez, que el PSOE tenga una única voz. Lo que está por decidir es si ésta saldrá del congreso con primarias que el secretario general propondrá el sábado o de la gestora que busca constituir el sector crítico, tras tumbar en el Comité Federal las intenciones de la dirección federal. Claro que tampoco está asegurado que Sánchez dimitiese, después de perder la confianza del máximo órgano entre congresos.
Los "aparatos" de unos y otros han empezado a hacer cálculos para comprobar si cuentan con los 130 votos necesarios para en un caso, echar abajo la convocatoria inminente del congreso, y en el otro para celebrarlo. El cónclave estaría precedido por la consulta entre la militancia que elegiría nuevo secretario general el próximo 23 de octubre, tan sólo una semana antes de que expire el plazo para la disolución de las Cortes.
Lo dicho: de aquellos polvos estos lodos. Por algo Alfredo Pérez Rubalcaba tuvo tantas dudas en modificar los estatutos para instaurar la elección, por voto directo de la militancia, del secretario general. Algunos se estarán hoy lamentando de aquello... y no sólo, también del apoyo prestado a un secretario general que creyeron "manejable" para sus propios intereses.