Pedro Sánchez explora una investidura sin Ciudadanos
Pedro Sánchez vuelve por sus fueros y, pese a todo, explora posibilidades para una investidura. La suya, claro, no va a ser la de Rivera. Que aquí en esta España de la política del disparate cabe todo menos un Borgen. Si le sale, se habrá impuesto a Rajoy y al PSOE. Si no, habrá ganado tiempo hasta la nueva convocatoria y cegado el paso a cualquier operación de sus críticos para desbancarlo.
Lo buscó, lo intentó y fracasó. Hoy vuelve a hacerlo, aunque diga que no se postula y que sólo busca una reflexión conjunta. Uno no abre una ronda de contactos con el resto de líderes políticos porque no piense en postularse, sino todo lo contrario. Así que sí, Pedro Sánchez vuelve por sus fueros y, aún convencido de que todas las encuestas fallan, que hay una conspiración "planetaria" contra él y que unas terceras elecciones no irían mal para el PSOE, explora posibilidades para una investidura. La suya, claro, no va a ser la de Rivera. Que aquí en esta España de la política del disparate cabe todo menos un Borgen. Si le sale, se habrá impuesto a Rajoy y al PSOE. Si no, habrá ganado tiempo hasta la nueva convocatoria y cegado el paso a cualquier operación de sus críticos para desbancarlo.
De momento, no ceja en el empeño. Lo ha intentado todo. Un gobierno de izquierdas, uno de cambio, uno transversal... Ahora lo llama "regeneracionista", expresión de nuevo cuño con la que Sánchez parece haber superado ya la opción de llegar a La Moncloa con la abstención de Podemos y Ciudadanos, un empeño más que imposible.
Naranjas y morados se han declarado incompatibles para cohabitar en la misma escena, y la remota posibilidad de que unos y otros se abstengan para que Sánchez gobierne en minoría se ha evaporado. Cinco millones de votos y 71 diputados no se entregan a cambio de nada, le ha dicho Iglesias. Rivera le ha cortado el paso antes incluso de que el socialista le llamase para exponerle sus planes: "La única solución que vemos para desbloquear hoy la situación es un Gobierno en minoría del PP". La senda que transita el líder de Ciudadanos no es la que pretende Sánchez, sino la apuntada por Felipe González: no bloquear la formación de gobierno, que Rajoy facilite la salida del atasco con su renuncia y en caso de que haya terceras elecciones, que se marchen todos los fracasados.
Recapitulemos. Si el "no" a Rajoy es inamovible, la negativa de Rivera a un acuerdo con Podemos ídem y damos por bueno que Sánchez rechaza unas terceras elecciones, el empeño del secretario general por mantener abierta su extravagante ronda de contactos ha de llevar a una nueva pantalla. ¿Adivinan? La vía catalana: un gobierno en minoría con el sí de Unidos Podemos (71), CDC (8), PNV (5), ERC (9) y el PSOE (85). 178 votos y sin contar con Ciudadanos.
En eso anda, pero con ayuda de interpuestos para que los barones no puedan recordarle que tiene prohibida, por decisión unánime del Comité Federal, una negociación con los independentistas. Ya saben: no es lo mismo que uno concierte con el bloque soberanista a que lo hagan otros en su nombre, igual que no es lo mismo proponerse ante Felipe VI como candidato a la investidura a que lo propongan otros.
Por eso es Compromis, y no el PSOE directamente, según ha podido saber El Huffington Post, quien ha decidido tantear a los soberanistas sobre la base del llamado Pacto del Prado. No el que tuvo lugar en el XIX en vísperas de la muerte de Alfonso XII entre Cánovas y Sagasta para dar estabilidad a un régimen amenazado, sino el que el partido de Monica Oltra buscó "in extremis" entre las formaciones de izquierda para cerrar un gobierno que evitara las elecciones del pasado 26 de junio.
¿Recuerdan? Un documento con 30 medidas que retiraba las exigencias de reconocimiento del "derecho a decidir" y proponía simplemente "abordar las crisis territoriales del Estado desde una perspectiva democrática para avanzar hacia un modelo federal". Una opción difícil, pero no imposible, que el PP y algunos sectores del PSOE siempre temieron, que Sánchez está dispuesto de nuevo a explorar y a la que la extinta Convergència no hace ascos. De ahí el entusiasmo con el que Francesc Homs reclamó al líder del PSOE que encabezara una alternativa tras su último encuentro en el Congreso de los Diputados.
ERC es más reticente que los del partido de Puigdemont a aplazar la agenda catalana, pero si Podemos accede a edulcorar o camuflar el derecho a decidir, se encontraría solo ante la tesitura de bloquear en solitario una alternativa viable a Rajoy porque el PNV, estén seguros, aceptaría la propuesta. Todos juntos sumarían mayoría absoluta y, aunque en el PSOE los barones convulsionen y amenacen con todos los males del infierno, Sánchez tendría fácil situarles en un Comité Federal ante la disyuntiva de elegir entre las terceras elecciones que aseguran no querer y un gobierno socialista en minoría.
Algo así como elegir entre el yo (que sería Sánchez) o el caos que vaticinan todos los sondeos con los que el sector crítico presiona al secretario general para que vire del "no" a la abstención a un gobierno de derechas. El primero en levantar la mano para elegir el caos quedaría marcado y retratado ante la militancia que elegirá al próximo secretario general. Como dice un veterano socialista apartado del canibalismo del ruido orgánico, si con la democracia representativa había clientelismo en el PSOE, con las primarias y el voto directo se ha creado odio, deslealtad, ignorancia y sobre todo subordinación de los objetivos del país a los orgánicos. Pues eso: que todo vale con tal de mantener la primacía, incluida la negociación directa o mediante embajadores con quienes quieren romper el orden constitucional de España.
Atentos a la interlocución entre el valenciano Joan Baldoví y Antonio Hernando, Iñigo Errejón y Alberto Garzón porque es fluida además de continua, aunque Pablo Iglesias recele del papel que Compromís se ha arrogado en busca de un protagonismo que no se corresponde con la exigua representación de los cuatro diputados que tiene en el Parlamento. Igual que en el PSOE, entre los "morados" no es lo mismo hablar con su secretario general que hacerlo con su portavoz parlamentario. La dirección de Ferraz mantiene abiertos los dos canales, pero juega con la discrepancia entre quienes consideran innegociable -como Iglesias- entrar en el gobierno y quienes anteponen echar a la derecha de La Moncloa a cualquier interés partidista. Podemos acusaría en las urnas un nuevo desgaste si por segunda vez impidiera el cambio.
Y esto, pese a que el líder de Podemos no confía en el éxito del nuevo triple salto mortal que ha decidido ensayar Sánchez. Está convencido de que no tiene margen en su partido para la "vía catalana" y, aunque admite que Convergencia quiere intentarlo, la posición de ERC es más inflexible. En todo caso, esta misma semana volverá a reunirse con el secretario general del PSOE para explorar las ya ínfimas posibilidades de evitar unas terceras elecciones. Esas que los españoles rechazan mayoritariamente en las encuestas tras declararse más engañados que hartos y en las que culpan del bloqueo, no al sistema, sino a los políticos.
Que tomen nota.