¿Y si redefinimos la palabra 'democracia'?
Ese término que llena la boca a nuestros políticos...
‘Democracia’ es un término que llena la boca a nuestros políticos.
Es fácil hablar de aquellos países que no son democráticos (eso decimos), y da cierto aire de superioridad moral a un gran número de países que señalan con el dedo a los que se salen de su guion, y no comparten la verdad absoluta que presentan nuestras democracias.
Democracia, nos dice Wikipedia, “es una forma de organización social que atribuye la titularidad del poder al conjunto de la ciudadanía”.
Pues ya vamos mal si, basándonos en esta definición, empezamos a cuestionar si lo que sucede en nuestros países es una democracia. Quizás sería correcto si cambiáramos “conjunto” por “unos pocos” o “los elegidos”.
En los países que más me afectan personalmente, que son Reino Unido y España, esta democracia es muy relativa.
En ambos países parecía, hasta hace relativamente poco, que todo el pescado estaba vendido y había un cambio de gobierno cíclico de Tories o Populares a Labour o Socialistas. En España apareció el 15M, en Reino Unido el Brexit.
Podemos, Ciudadanos, y los innombrables se han unido a un número de fuerzas regionalistas que ya se repartían las migajas de lo que dejaban el PP y el PSOE, pero estas migajas ya son casi tan grandes como el pedazo de pan que se repartían los dos partidos mayoritarios.
En Reino Unido, el partido conservador ante el incremento de votos del partido anti Unión Europea UKIP, y para frenar este trasvase, decidió de manera frívola callar la boca y parar la fuga de votos con un referéndum de antemano ganado… y no lo ganaron.
En las últimas elecciones de la UE en España destacan cuatro partidos nacionales, con resultados parecidos a las elecciones generales de abril. Lejos parece que queda el bipartidismo.
En Reino Unido, los conservadores se dan un gran batacazo, así como los laboristas no se benefician debido a su falta de posicionamiento ante el Brexit. El gran ganador es el partido pro Brexit liderado por Nigel Farage, así como los Liberal Demócratas que llevaban en caída libre una década y los Verdes, que consiguen un porcentaje de votos muy superior a lo que históricamente lograron.
La sociedad ha demostrado que está dispuesta a votar de manera diferente y a cambiar los patrones establecidos, con mayor fragmentación en el reparto de escaños.
Pero los partidos mayoritarios están empeñados en mantener sistemas arcaicos de representación.
En Reino Unido, donde hay 650 demarcaciones electorales, hay 650 escaños a repartir. El sistema es uninominal y el escaño se concede a la lista más votada, lo que se significa que hay una mínima representatividad y una máxima estabilidad.
Los verdes podrían contar con más de una decena de escaños en un sistema como el español, y el partido nacionalista escoces podría bajar su representación a casi la mitad. Los Liberal Demócratas también multiplicarían su número... Y por otro lado, con el sistema británico, Ciudadanos tendría una representación prácticamente nula al no salir como lista más votada en ningún municipio de importancia.
En las elecciones en Reino Unido falta la tensión y la intriga sobre quién gana en ciertos asientos. Hay demarcaciones dominadas desde hace décadas por un mismo color.
En el sur, el color azul se extiende en muchos condados, lo mismo que el rojo lo hace en el norte. La atención se centra en los “marginal seats”, que son aquellos lugares en los que, por la escasa diferencia entre los votantes de una u otra opción, se hace posible el cambio de mando, y ganar esos escaños que decantaran un gobierno u otro.
En la ciudad de Leeds el sábado 22 de junio comenzaba una campaña para solicitar el segundo referéndum y buscar hacer uso de esa democracia de la que hablamos.
La democracia parece se, que en el tema del Brexit solo existió hace tres años con la primera votación aquel 23 de junio de 2016. A partir de entonces esta democracia ya no existe en relación al Brexit. Solo pueden decidir los políticos en la Cámara de los Comunes… solo ellos.
La Cámara de los Lores, que se supone que está formada por aquellos a los que hay que escuchar, intelectuales de prestigio y hombres de negocios del Reino Unido, y que esta para asesorar en temas complejos, ha sido desoída. Estos sabios del Reino Unido, han desaconsejado salir de la Unión Europea, pero para las hordas de antieuropeístas y para los Comunes, su experiencia y consejo en esta materia no es ni valorada ni escuchada.
Se critica la elección a dedo de los Lores obviando que los Comunes siguen unas reglas endogámicas muy parecidas: 19 primeros ministros en Reino Unido comparten haber salido del elitista Eton College.
David Cameron, su amigo y canciller de Exchequer George Osborne, así como el posible nuevo primer ministro Boris Johnson, provienen del Bullingdon Club en Oxford, famoso por su exceso de lujos y falta de ética, y que está representado en la película The Riot Club.
El porcentaje de parlamentarios que han sido educados en escuela privada es cuatro veces superior a la media británica, y más de la mitad de los conservadores han pasado por las Universidades de Oxford o Cambridge, tan difícil de acceder para el resto de mortales (solo el 1% de los británicos han sido educados en una de estas universidades). Las elites económicas deciden lo que se hace o deja de hacer en Reino Unido, y esto es más evidente que en otros países cuando vemos la representación parlamentaria.
Luego estamos los tres millones de europeos que vivimos en Reino Unido y trabajamos en sectores claves como son la medicina, la educación, la investigación, el transporte, los mataderos o incluso la hostelería. Estos más de tres millones de personas que pagamos impuestos y que nos vemos afectados por el Brexit no tuvimos ninguna voz y mucho menos ningún voto en esta decisión.
Y los españoles en el Reino Unido no pudimos votar en aquellas elecciones de hace tres años en Reino Unido, y solo un 6% pudo votar para las elecciones que tuvimos en abril en España… esto a pesar de que provenimos de una democracia que creemos que es de primera división, pero que nos hace rogar el voto.
La democracia, a la que pertenecemos, ha decidido que muchos no podamos votar y que no contemos en Reino Unido ni tampoco en España. Yo propondría que se reescribiera la definición de democracia:
Democracia es una forma de organización social que atribuye la titularidad del poder a las élites sociales y económicas, y excluye a los inmigrantes, así como a los emigrantes.