La mala educación: cómo Vox busca protagonismo cruzando líneas rojas en el Parlamento
La ultraderecha carga contra la prensa y no acata el reglamento del Congreso dentro de su estrategia para deteriorar las instituciones.
Vox se vende como un partido de orden. Pero la realidad es que en el Congreso de los Diputados y en otros parlamentos regionales busca el desorden y desestabilizar el debate político y a las propias instituciones. Polarizar al máximo, siguiendo los postulados de Steve Bannon. Con las máximas para su objetivos: deslegitimar el poder actual y cargar contra la prensa al estilo Trump para crear antagonistas y vender que sólo ellos dicen la ‘verdad’.
Durante estos días Vox ha desplegado con toda su crudeza esta técnica. Y lo ha hecho además en mitad de un debate que quería reventar por todos los lados: el inicio de la ley del PSOE para reformar el Código Penal e incluir cárcel para las personas que hostigan a las mujeres cerca de las clínicas donde van a abortar. Una norma que ha dado su primer paso con el beneplácito de todos los grupos a excepción de PP y Vox.
Un debate crucial para muchas mujeres y que complementa el derecho al aborto. Pero Vox lo dinamitó, a conciencia, con la actitud de un diputado suyo que llamó “bruja” a la portavoz de Igualdad del PSOE en la Cámara Baja, Laura Berja, encargada de defender el texto. Todo ello provocó un espectáculo que llevó a ser amonestado a José María Sánchez García hasta en tres ocasiones y, en consecuencia, ser expulsado.
Pero el parlamentario pasó el límite desobedeciendo al vicepresidente primero del Congreso, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, que lo expulsó. Él se quedó en el Hemiciclo, sentándose al lado de Macarena Olona, incumpliendo el propio reglamento de la Cámara Baja. Y apoyado por todo su grupo parlamentario. Una desobediencia en toda regla a la institución que representa a la soberanía popular.
El reglamento del Congreso lo establece en su artículo 104: “Al Diputado u orador que hubiere sido llamado al orden tres veces en una misma sesión, advertido la segunda vez de las consecuencias de una tercera llamada, le será retirada, en su caso, la palabra y el Presidente, sin debate, le podrá imponer la sanción de no asistir al resto de la sesión”.
El diputado de Vox, por tanto, incumplió el propio reglamento de la Cámara Baja, algo que, en cambio, los de Santiago Abascal denuncian en otras ocasiones, como llevar al Tribunal Constitucional las fórmulas de acatamiento de los diputados independentistas. Esta vez les dio igual la norma y la ley. La ley, sólo cuando les interesa.
Además, supuso todo un pulso a la Presidencia del Congreso, ejercida en esos momentos por Gómez de Celis. Incluso subió al sitio más alto de la Cámara. Al final, el sevillano buscó una decisión salomónica haciendo retirar sus palabras al diputado de Vox, juez en excedencia y catedrático de Filosofía del Derecho de la Universidad de Sevilla. Según decía posteriormente el vicepresidente primero del Congreso lo sucedido ha sido algo “inaudito” y recordaba la petición de Meritxell Batet al principio del periodo de sesiones de buscar la concordia y el acuerdo.
El Gobierno tiene clara la intención de Vox: dinamitar el propio Congreso. Se lo ha reprochado la propia portavoz, Isabel Rodríguez, a Macarena Olona durante la sesión de control: “cuando se saltan el reglamento de esta Cámara y no cumplen con las normas, están deteriorando las instituciones y con ello debilitando al Estado”. “No está tan lejos de los independentistas a los que critican”, decía la ministra de Política Territorial.
Los socialistas también han vinculado esta actitud con los discursos de “odio” que se extienden durante estos días: “Una demostración clara de que hay formaciones políticas que en la actividad propia de la Cámara siguen incentivando estas dinámicas de rechazo y no tolerancia”, según denunciaba el nuevo portavoz, Héctor Gómez.
Precisamente Olona era otra de las protagonistas por su actitud ante la prensa: se encaró en el Congreso con la informadora Cristina Pérez, quien le preguntó por esas declaraciones de “bruja” del diputado de Vox. En tono desafiante intentó amedrentar a la informadora en los propios pasillos del Congreso y le increpó su pregunta. Otra línea roja traspasada y que recuerda a la actitud de la Administración Trump contra los medios de comunicación. “Sean respetuosos con los medios de comunicación y sus profesionales”, le ha pedido también Rodríguez.
Vox tiene entre sus objetivos la crítica a los medios de comunicación, a los que intenta desprestigiar. Por ejemplo, ha vetado la presencia de El País, la Cadena Ser y El HuffPost en sus noches electorales alegando que se trata de un espacio privado.
Esta actitud de Vox en el Congreso también se traslada en otros parlamentos autonómicos. En los últimos meses el caso más palpable ha sido el de la Asamblea de Ceuta, donde el presidente Juan Jesús Vivas (PP) ha tenido que cortar los debates en varias ocasiones por los insultos y las provocaciones de la ultraderecha al resto de grupos.
Siempre con la idea de deslegitimar a las instituciones y a los gobernantes. El propio Abascal se dedica en los debates en el Congreso a decir que se trata de un Gobierno ilegítimo e incluso lanza que es el peor Ejecutivo en los últimos ochenta años, por lo tanto legitimando el franquismo y la dictadura. Objetivo: desprestigiar las actuales instituciones… para hacerse con ellas.