Trump ha decidido que el cambio climático ya no es una amenaza para la seguridad nacional
Este último movimiento del presidente estadounidense contradice los propios informes de las fuerzas armadas elaborados desde 1990.
En cuestión de dos décadas de planificación militar, el presidente Donald Trump ha eliminado el cambio climático de la lista de amenazas para la seguridad nacional que elabora su gabinete.
El informe de 56 páginas de Estrategia de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, publicado este lunes por la tarde, incluía la palabra "clima" cuatro veces, tres de ellas en referencia a regulaciones comerciales y una al medio ambiente.
Aproximadamente una hora después de su publicación, Trump prometió en un discurso de 30 minutos defender la nación contra nuevas amenazas, incluidos "ciberataques y ataques electromagnéticos". Mencionó poco el cambio climático, sólo para citar (como un logro) su plan de abandonar "el muy caro e injusto acuerdo del clima de París". Lo que sí dijo el presidente es que su política de seguridad nacional "da la bienvenida a un futuro de dominancia energética y autosuficiencia americanas".
"Estamos declarando que América está dentro del juego y que América va a ganar", expresó Trump, que en otra ocasión repudió el calentamiento global calificándolo de montaje chino.
El informe hace hincapié en el crecimiento económico y en los "intereses de la seguridad energética". La única referencia del texto al calentamiento global hace una distinción entre "polución tradicional" y gases de efecto invernadero, un guiño a quienes niegan el cambio climático, que desacreditan, entre otras, las emisiones de dióxido de carbono al considerarlas "alimento para plantas".
"Estados Unidos seguirá siendo un líder global a la hora de reducir la polución tradicional, así como los gases de efecto invernadero, mientras hace crecer su economía", señala el informe. "Este logro, que puede servir como modelo para otros países, procede de la innovación, los avances tecnológicos y el desarrollo en la eficiencia energética, y no de una regulación onerosa".
Este movimiento hace caso omiso a décadas de la política del Pentágono. También contradice al secretario de Defensa James Mattis, al presidente del Estado Mayor Conjunto de los Estados Unidos Joseph Dunford y a otros cuatro jefes militares que fueron citados en el proyecto de ley de defensa que Trump firmó la semana pasada y que decía cosas como: "El cambio climático es un problema para la seguridad nacional".
El anuncio llega casi una semana después de que Trump firmara la Ley de autorización de Defensa Nacional, que dedica unas 870 palabras a las "vulnerabilidades de las instalaciones militares" asociadas al cambio climático en los próximos 20 años. El texto advierte de que el aumento global de las temperaturas, la sequía y las hambrunas pueden llevar a la quiebra de muchos países —"un caldo de cultivo para organizaciones extremistas y terroristas"— y de que se prevé que la instalación de radares del Air Force por mil millones de dólares en un atolón de las Islas Marshall "esté cubierta por el agua dentro de dos décadas".
"Un aumento de tres pies [91 cm] en el nivel del mar amenazará las operaciones de más de 128 enclaves militares de Estados Unidos y es posible que muchas de esas bases en riesgo queden sumergidas en los próximos años", señala el proyecto de ley. "En el Ártico, la combinación de derretimiento de hielo marino, descongelación de permafrost y aumento del nivel del mar está acabando con las costas, lo cual está dañando las instalaciones de radares y comunicaciones, pistas, diques y áreas de entrenamiento".
El nuevo informe sobre seguridad nacional llega en mitad de una racha de fenómenos climáticos extremos que los científicos describen como efectos del cambio climático. Incendios brutales que ocurren meses después de la temporada habitual en el Sur de California. Huracanes sucesivos y terribles en Texas, Florida, Puerto Rico y las Islas Vírgenes a principios de año. El mes pasado, los científicos anunciaron que las emisiones globales de combustibles fósiles iban a alcanzar su máximo histórico este año, al tiempo que los niveles de dióxido de carbono empezaban a acrecentarse de nuevo después de permanecer estables durante tres años.
En septiembre de 2016, el entonces presidente Barack Obama emitió unmemorándum en el que pedía que todas las políticas de seguridad nacional "tengan plenamente en cuenta los impactos del cambio climático". La acción ejecutiva cimentó la política de facto en el Pentágono, que empezó a incorporar el cambio climático en su entrenamiento y su ensayo de armas a principios de este año. El memorándum se basaba en un informe del Consejo de Inteligencia Nacional, que citaba como ejemplos de potenciales amenazas a la seguridad el incremento de tensiones políticas por la disminución de recursos, el aumento de flujos migratorios debido a las sequías y al clima extremo, y las disputas por los trabajos de geoingeniería.
No obstante, el cambio climático se convirtió en un problema para las fuerzas armadas mucho antes de que Obama llegara a la presidencia en 2009.
Una de las primeras referencias al cambio climático data de mayo de 1990. Ese mes, la Escuela de Guerra Naval de Estados Unidos redactó un informe de 73 páginastitulado Global Climate Change Implications for the United States, que descubrió que "las operaciones navales del próximo medio siglo pueden verse seriamente afectadas por el impacto del cambio climático global".
La cuestión ganó peso durante el Gobierno de George W. Bush, pese a que el exmagnate del petróleo negara el cambio climático y saliera del Protocolo de Kioto de la ONU para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. En octubre de 2003, la Universidad de Defensa Nacional publicó un informe que avisaba que "el calentamiento global podía tener un efecto aterrador sobre las fuerzas armadas".
"Las últimas pruebas sugieren que los océanos ya pueden estar experimentando cambios a gran escala que podrían afectar al clima de la Tierra", dice el informe. "Los planificadores militares deberían empezar a considerar los abruptos escenarios posibles del cambio climático y su impacto sobre la defensa nacional".
Ese mismo mes, la Oficina de Evaluación de la Red del Departamento de Defensa elaboró un informe que adoptó un tono mucho más escéptico, pero exigía una acción inmediata: "Hemos creado un escenario posible de cambio climático que, aunque no es el más probable, es plausible, y pondría en apuros la seguridad nacional de Estados Unidos de una forma que debería tenerse en cuenta de forma inmediata".
En 2008, el informe de Estrategia de Defensa Nacional de la Administración Bush lo afirmaba claramente: "Los cambios en los recursos existentes y futuros, en el medio ambiente y las presiones del clima pueden generar nuevos retos para la seguridad [...]. Estos riesgos requerirán que se gestionen las necesidades divergentes de la cada vez mayor demanda de energía para mantener el desarrollo económico y la necesidad de abordar el cambio climático".
Aun así, se ha culpado a las fuerzas armadas por no hacer lo suficiente para salvaguardar al país del cambio climático. La semana pasada, la Oficina de Cuentas del Gobierno, el brazo de auditoría imparcial del Congreso, criticó al Pentágono por eximir a decenas de bases de una evaluación de la vulnerabilidad del clima a nivel departamental, dejando a los militares sin datos consistentes sobre los gastos provocados por la temperatura extrema y la subida del mar.
"Como consecuencia de ello —apunta el informe—, los servicios militares carecen de la información necesaria para adaptar la infraestructura en instalaciones de ultramar para capear los efectos asociados al cambio climático y desarrollar una estimación de presupuesto adecuada para el mantenimiento de la infraestructura".
Desde hace años, las fuerzas militares han evadido las batallas partidistas del cambio climático evitando ciertas frases con agilidad orwelliana. En un capítulo del último libro del periodista Jeff Goodell, The Water Will Come, los oficiales de la Estación Naval de Norfolk ―la mayor estación del mundo― admiten que la ley pretende crear muelles como proyectos de mantenimiento, sin hacer referencia a la subida del nivel del mar. La base sufre inundaciones de forma habitual, aun cuando brilla el sol, y no hay planes para arreglarlo, según un informe de InsideClimate News.
El anuncio de Trump de este lunes sólo puede empeorar el problema. Pero es poco probable que ocurra un cambio sustancial en la política militar. El informe de la Estrategia de Seguridad Nacional "se ve principalmente como un documento político sin influencia significativa sobre los asuntos del gobierno", sostiene Francesco Femia, presidente del Centro para el Clima y la Seguridad.
"Obviamente, parece coherente con algunos puntos políticos que la Administración ha dejado claros sobre el clima", explica al HuffPost Femia, cuyo organismo cuenta con antiguos asesores de seguridad nacional. "Pero no es coherente con lo que ya está pasando dentro de la Administración".
"Envía un mensaje extrañamente contradictorio", añade. "Es desacertado".
David W. Titley, un contraalmirante de la Marina retirado, afirma que no hay "nada en este documento que impida al Departamento de Defensa seguir haciendo lo que está haciendo".
"No veo este documento como un tipo de declaración de guerra al clima o algo así", comenta Titley, ahora profesor de Meteorología en la Universidad Estatal de Pensilvania, en una conversación telefónica con el HuffPost. "En ese sentido, estoy hasta feliz. Podría haber sido mucho peor".
Durante el discurso de Trump, mientras criticaba a los Gobiernos anteriores por no haber confrontado a los enemigos de América de forma más agresiva, el presidente hizo una declaración que, irónicamente, algún día podía salir de la boca de un futuro presidente cuando hable de la subida del nivel del mar y de las temperaturas.
"La situación debería haberse abordado mucho tiempo antes de que yo llegara al mando, cuando era más fácil abordarla", sentenció Trump.
Este artículo fue publicado originalmente en el 'HuffPost' EEUU y ha sido traducido del inglés por Marina Velasco Serrano