Melyssa es el "amiga, date cuenta" que todas hemos dicho alguna vez
La concursante de 'La isla de las tentaciones' (Telecinco) ha abandonado sola el programa, pero con la cabeza bien alta.
Del “no quiero estar despierta” al “yo no pierdo nada, pero tú sí”. Así ha evolucionado Melyssa Pinto, la concursante del reality de Telecinco La isla de las tentaciones en un total de siete programas. Este miércoles, la joven de 28 años abandonó sola el programa tras romper con Tom Brusse delante de casi tres millones de espectadores.
Al otro lado de las pantallas, miles de personas hemos sufrido estas semanas con ella. No porque Melyssa haya hecho todo bien —se saltó las reglas en una hoguera y se coló en la villa de los chicos, ha llamado “guarra” a Sandra...— sino porque todas hemos estado en la situación de Melyssa alguna vez o, en su defecto, todos nos hemos compadecido de aquella amiga que lo estaba pasando mal y no ponía fin a aquello que le hacía daño.
Sus imágenes llorando desconsolada en la cama mientras Tom se acostaba con Sandra han removido al público, a los presentadores e incluso a los propios compañeros de Tom. Mientras sus amigas insistían en que él no valía la pena, que le olvidase, la joven se agarraba al último clavo ardiendo de que él aprendiese y le declarase amor eterno. A ese perdón vacío que aparece una y otra vez en las relaciones tóxicas y dependientes.
Hasta la última hoguera en la que se han visto las caras, parecía que a Melyssa no le importaba su propio sufrimiento. Sólo quería volver con Tom y que él le explicase lo inexplicable. Qué mujer no ha vivido con alguna amiga una escena como la suya con Melodie, cuando le intenta transmitir que olvidarle es lo mejor para ella, que no se merece pasarlo así. En ese momento, por un oído te entra y por otro te sale. Porque en ese momento no piensas, no respondes.
Algunos han achacado este comportamiento a su inocencia y su juventud. Pero lo que le ha pasado a Melyssa puede pasarle a cualquiera: es producto de una relación mal construida, donde uno tiene el poder y la otra cada vez se va haciendo más pequeña, cada vez pierde más autoestima... Un tipo de relación en la que, normalmente, las personas que la conforman son incapaces de ver esta toxicidad.
“Abre los ojos, Melyssa, por favor”, le dijo Melodie la noche que ella se hundió, tirada en la arena de la playa. Parecía que no iba a ser capaz, pero lo ha hecho. No confundamos: la Melyssa que entró en la hoguera sí que era la misma que días antes no podía levantarse de la cama. Pero es lo que pasa cuando uno se enfrenta al dolor y toca fondo: que muchas veces puede impulsarse hacia arriba, recuperar amor propio y decir “basta”. Se ha recuperado a ella misma.
El comportamiento de Tom ha sido un oráculo para la joven; que por fin se sentó frente a él y sacó la fuerza que había ido acumulando los últimos días. “Ahora estoy fuerte”, sentenció entre otra ristra de afirmaciones que la hacían cada vez más grande en nuestras pantallas: “No me merece”, “ha perdido todo el valor que tiene una persona y yo lo he ganado”, “me voy sola para resguardarme en las personas que me quieren de verdad”, “algún día daré las gracias por haber venido aquí y haberme dado cuenta de la persona que tenía al lado”, “me voy con la cabeza alta y orgullosa de mi porque ahora mismo me valoro”.
Casi tres millones de espectadores llevamos semanas diciéndole mentalmente a Melyssa “amiga, date cuenta” cada vez que la veíamos en pantalla. Y muchos nos vinimos igual de arriba que ella después de ver cómo había recogido todos sus cachos rotos y se había recompuesto. Porque quien ha pasado por eso, sabe que de ahí ha salido una mujer más fuerte. Porque anoche Melyssa fue un ejemplo de dignidad.