Siete puntos que no debemos olvidar tras lo ocurrido en Ceuta
Las expulsiones realizadas en las últimas horas en Ceuta son devoluciones ilegales contrarias al derecho internacional.
La entrada de más de 8.000 personas a la ciudad de Ceuta y la posterior devolución de más de la mitad de ellas en apenas 36 horas se trata de un acontecimiento dramático del que estamos obligados a analizar para obtener conclusiones que nos ayuden a no repetir errores, pero también recordar advertencias y propuestas que numerosas entidades de derechos humanos como CEAR, llevamos años poniendo encima de la mesa.
1. Como ya se vio con Turquía o Libia, se demuestra una vez más que la política europea de externalización de fronteras, a cambio de cifras millonarias, antes o después acaba en fracaso. Subcontratar a países que no respetan los derechos humanos como gendarmes para controlar nuestras fronteras exteriores, no solo provoca que miles de personas vean vulnerados sus derechos con nuestra connivencia, sino que a medio plazo nos acaba convirtiendo en víctimas de continuos chantajes.
2. Las expulsiones que se han realizado en las últimas horas en Ceuta, justificadas en el marco del acuerdo entre España y Marruecos, son “devoluciones exprés” o “en caliente”, pero en definitiva son devoluciones ilegales contrarias al derecho internacional. Así lo han confirmado las sentencias tanto del Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo y del Tribunal Constitucional español que exigen que las devoluciones en frontera deberán llevarse a cabo con garantías, en el marco de una identificación individualizada (nunca colectiva), con el fin de poder hacer una detección de perfiles vulnerables y garantizando el acceso a la tutela judicial efectiva. En la medida que en las devoluciones en Ceuta no ha existido un recurso efectivo, y en ausencia de procedimiento, se han incumplido las garantías legales exigidas.
3. El control de las fronteras es soberanía de los Estados, pero no todo vale para llevarlo a cabo. Si se realizan devoluciones deben hacerse con garantías y en cumplimiento de los derechos humanos. El alto número de llegadas no puede servir de excusa para eludirlo. En estos momentos creemos que no se ha garantizado la tutela judicial efectiva que prevé la ley, y por tanto estas devoluciones serían ilegales.
4. El respeto a estas garantías no es una cuestión formal, sino que es lo que permite tener posibilidad real de identificar perfiles vulnerables entre quienes llegan casos de menores de edad, víctimas de trata o personas que huyen de la guerra o de una persecución y que por tanto tienen derecho a pedir asilo en nuestro país.
5. Aunque es evidente que la llegada de un número tan elevado de personas en tan poco tiempo es algo muy complejo de gestionar, la respuesta de las autoridades no puede ser ni saltarnos nuestra propia legislación ni un discurso alarmista, más propio de un conflicto armado, que presenta a las personas migrantes como una amenaza para la seguridad del país, que solo justifican posteriores discursos de odio y actos de discriminación y violencia. Es necesario un compromiso de responsabilidad para que no se utilicen estos dramas humanitarios para hacer oposición, porque los discursos del odio ponen en riesgo la convivencia social.
6. Las vidas humanas no pueden convertirse en peones sacrificados en una suerte de partida de ajedrez diplomática. Parece claro que así es como ve Marruecos a las personas que quieren llegar a España, pero la Unión Europea no debe ceder al chantaje y abandonar al pueblo saharaui como cesión ante las presiones del país vecino.
7. Las cifras, las declaraciones altisonantes y los desacuerdos entre países no pueden apartar nuestra mirada del problema central. La pobreza y falta de oportunidades agravadas por la pandemia, el cambio climático, la vulneración de derechos humanos, los conflictos silenciados y el acaparamiento de recursos por parte de los países del Norte, es lo que conduce a que miles de personas no tengan otra alternativa que migrar, y exige un nuevo enfoque en las políticas migratorias.
La mirada a corto plazo, centrándonos principalmente en el control de fronteras y tratando de poner parches a las consecuencias de estas políticas, sin abordar en profundidad las causas que lo originan, y sin poner en marcha vías legales y seguras para poder desarrollar una migración más ordenada y estratégica, es precisamente lo que nos ha llevado a errar una y otra vez.
Seguramente, la semana que viene la situación en Ceuta ya no estará en las portadas pero nuestra situación como país fronterizo de la Unión Europea no habrá desaparecido y el drama se podrá trasladar en cualquier momento a nuestras islas o nuestras costas. El reto que queda por delante es enorme, por ello es urgente ponernos manos a la obra para afrontar las migraciones desde otra óptica y evitar que se repitan estas situaciones.
Así mismo, cuestiones como la vacunación en los países de África, los conflictos olvidados, la extracción de recursos naturales locales que permiten su autosuficiencia, el referéndum en el Sahara Occidental, el deterioro medioambiental que afecta particularmente al Sahel deberían ser temas presentes en la agenda política. Todo eso que la llegada de 8.000 personas a nuestro país en apenas un día nos exige no olvidar.