Si el coronavirus se transmite por el aire, ¿qué cambia en nuestras vidas?
La OMS reconoce que “no se puede descartar” este tipo de transmisión, lo cual implicaría que el virus es mucho más contagioso de lo que se creía.
El runrún sobre la posibilidad de que el coronavirus se transmita por el aire viene de lejos. A mediados de junio empezó a sonar más fuerte, pero no fue hasta principios de julio cuando un grupo de 239 científicos puso en entredicho las informaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) e instó al organismo a reconocer la transmisión aérea del virus mediante una carta publicada en The New York Times.
Tres días después de ese comunicado, la OMS se pronunció al respecto con su habitual lenguaje ambiguo. “Sobre la posible ruta de transmisión aérea hay nuevas evidencias pero no definitivas, y esa posibilidad se ve especialmente en condiciones muy específicas, como lugares con mucha gente y poco ventiladas”, explicó Benedetta Allegranzi, de la Unidad Global de Prevención de Infecciones de la OMS el 7 de julio en una rueda de prensa.
En esa misma comparecencia, la jefa del Departamento de Enfermedades Emergentes de la OMS, María Van Kerkhove, aclaró que aunque la OMS considera que el principal medio de transmisión de la COVID-19 es a través de pequeñas gotas (expelidas por los enfermos, al toser al estornudar o al hablar), el organismo sigue estudiando otros medios de transmisión del virus, y colabora desde hace meses con muchos de los firmantes de la misiva de The New York Times.
Apenas dos días después, el 9 de julio, la OMS se vio obligada a volver sobre el tema, esta vez de forma un poco más rotunda. En su web de información al público sobre la COVID-19, la OMS admitió que la transmisión por vía aérea del coronavirus podría ser posible, principalmente en entornos cerrados y en determinadas circunstancias.
Exactamente, ¿qué dice la OMS?
“La transmisión aérea de SARS-CoV-2 puede producirse durante procedimientos médicos que generan aerosoles. La OMS, junto con la comunidad científica, ha discutido y evaluado activamente si el SARS-CoV-2 también puede transmitirse a través de aerosoles al margen de estos procedimientos, especialmente en entornos cerrados con mala ventilación”, explica el organismo en su web, actualizada el 9 de julio.
En esa misma nota, habla de “hipótesis” y de “teorías” que sugieren “que 1) un cierto número de gotas respiratorias generan aerosoles microscópicos (
“Fuera de las instalaciones médicas, se han documentado varios brotes relacionados con espacios interiores con mucha mucha gente, que sugieren la posibilidad de transmisión por aerosoles, combinada con la transmisión por gotículas, por ejemplo, durante el ensayo de un coro, en restaurantes o en clases de aeróbic. En estos escenarios, la transmisión por aerosoles a corta distancia, particularmente en locales cerrados, llenos de gente y mal ventilados durante un periodo prolongado de tiempo y con personas infectadas, no se puede descartar”, señala el organismo, que insiste que se necesita “mucha más investigación” dadas las posibles implicaciones de este tipo de contagio.
Por el momento, la principal vía de contagio que reconoce la OMS es por contacto con pequeñas gotas expulsadas por personas infectadas al toser o estornudar, o si estas gotas quedan en determinadas superficies (muebles, pomos de puertas, barandillas), pasan por contacto a otras personas y éstas se tocan los ojos, la nariz o la boca.
Si el coronavirus también se puede transmitir por vía aérea, ¿qué supondría?
En primer lugar, que el virus podría viajar mucho más lejos de los aproximadamente dos metros se consideraban hasta ahora. En segundo lugar, que la ventilación sería un factor clave en los espacios cerrados, algo de lo que se viene alertando hace tiempo. En definitiva, significaría que una persona contagiada es mucho más infecciosa.
“Esto podría ser un problema”, admite Salvador Macip, doctor en Medicina y profesor de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). “Estamos asumiendo los dos metros como distancia de seguridad porque se supone que es lo máximo que pueden viajar las gotas de saliva en las que teóricamente va el virus. Pero si existe la otra posibilidad de que el virus vaya con los aerosoles que emitimos al respirar, entonces no podría viajar dos metros, sino 10, 15 o hasta 20 metros”, explica. “Y el problema importante sería en los espacios cerrados, ya que al aire libre en principio se diluye”.
Para el epidemiólogo Pedro Gullón la posibilidad de que haya transmisión área “no es una dicotomía”. “Cuando decimos que la forma principal de transmisión es por unas gotas, nos referimos a unas gotas gordas que se expulsan al toser o al hablar, y que no van más allá de dos metros porque caen por su propio peso. Lo que se está viendo ahora es que probablemente el mecanismo sea mixto y que parte de estas gotas se evaporen y parte de ellas pasen al aire. ¿Eso significa que hay transmisión aérea? Tal y como solemos clasificar la transmisión aérea, no, porque en ese caso el principal mecanismo de transmisión serían esas gotitas pequeñas”, aclara Gullón, que acaba de publicar el ensayo Epidemiocracia (Capitán Swing).
Lo que ha admitido la OMS estos días es que se han dado casos de contagios, como las 53 infecciones en un coro de 61 personas en Estados Unidos, o los diez chinos contagiados en un restaurante mientras comían en mesas separadas, en los que la posibilidad de transmisión aérea coge fuerza. La clave, en ambos casos, reside en la ventilación, o mejor dicho en la falta de ella, ya que los contagios se produjeron en espacios cerrados.
Por eso los expertos insisten en este importante detalle. “En espacios cerrados habría que ir con muchísimo cuidado, ventilar las estancias mucho más y, obviamente, ir con mascarilla todo el rato, porque si existe la transmisión aérea implicaría que el virus, por medio de estas microgotitas, podría quedarse latente en el aire durante horas, y podría viajar mucho más lejos”, advierte Salvador Macip. “Habría mucho más riesgo de contagio, y se debería encontrar la manera de incrementar la seguridad, la ventilación y disminuir al máximo la cantidad de personas en una estancia”, señala.
Para David Bernardo, experto en Inmunología del Instituto de Biología y Genética Molecular del CSIC, “no se puede descartar” la transmisión aérea, aunque habría que matizar esa frase. “No es comparable, por ejemplo, con la legionela, que va por el aire acondicionado y que casi todos los veranos produce un brote. La diferencia es que la legionela es una bacteria, un organismo vivo que se puede reproducir fuera del organismo, y el SARS-Cov2 es un virus; un parásito que está entre la vida y la muerte y que por sí solo no puede replicarse”, explica. “¿Se transmite por el aire? Entre comillas. No es una bacteria, un ántrax o una legionela. Pero, ciertamente, si estás en un ambiente cerrado y no recirculas el aire, te puedes contagiar. Es un matiz importante”, aclara.
La importancia de la mascarilla (y de la ventilación)
Sea como sea, el uso de mascarillas es clave. “No nos podemos relajar, no podemos salir sin mascarilla”, sostiene David Bernardo,, que explica que “la inmensa mayoría de los casos registrados recientemente se han producido en espacios cerrados, donde quedaría el virus concentrado”. “Cuando quedo con mis amigos en el interior de un lugar, me dejo la mascarilla puesta, aunque sea un incordio estar tomándote unas sidras y tener la mascarilla”, comenta.
“Creo que es necesario insistir en que, en las reuniones sociales, cuando estemos charlando y no comiendo o bebiendo, hay que ponerse mascarilla si no hay distancia de seguridad”, coincide Javier Padilla, médico de atención primaria y coautor de Epidemiocracia. “Ahora hay una especie de presión social por la que nadie quiere ser el histérico o el rarito de llevar puesta la mascarilla con los colegas, o que no hace falta la mascarilla con tus amigos porque te fías de ellos, pero a mi consulta sigue viniendo gente porque en reuniones familiares han tenido contacto con algún caso positivo y ninguno llevaba mascarilla. Hay que ser muy consciente de esto”, incide.
“El problema no es el aire, sino los sitios cerrados, la falta de ventilación, el aire viciado”, comenta Bernardo.
¿Por qué le cuesta tanto a la OMS hablar de transmisión aérea?
“Todos los científicos tienen que estar muy seguros antes de decir una cosa, y más la OMS”, recuerda Macip. “Esto implica que hay que recopilar muchos datos, y el proceso es lento, no se hace de un día para otro”, insiste.
Algo similar explicó hace unos días Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), cuando se le preguntó en rueda de prensa sobre el tema. La OMS tendrá que pensar “con mucho cuidado” si va a decir que el coronavirus se transmite a través del aire, recalcó Simón, que aunque admitió que existe “alguna evidencia” que indica esa posibilidad, en su opinión “no es mucha ni es muy sólida”.
“Con la pandemia hemos visto publicarse trabajos científicos mucho más rápido de lo que se suelen publicar, con lo cual hay datos que posiblemente no son tan sólidos”, coincide Macip, que recuerda que ya se cuestionó la tardanza de la OMS para declarar ‘pandemia’, algo que no hizo hasta el 11 de marzo. “Hasta que no estén cien por cien seguros, o muy seguros, de que esto es así, hablarán con condicionales (‘podría ser, es posible que, no se puede descartar’), que creo que es lo más prudente. Un científico no puede afirmar o negar algo rotundamente hasta que tiene los suficientes datos para hacerlo y, hasta ahora, esos datos no eran suficientes”, concluye.