Salvar vidas y derechos durante la pandemia
La ciudadanía ha estado esperando en vano durante casi 100 días a que los representantes de la derecha dejaran de lado sus intereses electoralistas.
El pasado domingo finalizó el estado de alarma en toda España tras 98 días que siempre quedarán en nuestra memoria. Cuando comenzó, allá en el ahora lejano mes de marzo, toda la situación era nueva, sin precedentes, y exigía una actuación decidida, rápida y eficaz. Estaban en juego las vidas de nuestros compatriotas.
El estado de alarma fue la herramienta elegida por el Gobierno de Pedro Sánchez. Está prevista en la Constitución y ha permitido crear el marco legal para poner freno a la expansión del virus, limitando los desplazamientos y confinando a la población en sus casas. Casi cien días después, podemos decir que el estado de alarma ha funcionado, ya que ha permitido salvar unas 450.000 vidas, como han señalado algunos estudios de prestigio y veracidad comprobable.
Juntos y juntas lo hemos conseguido. Especialmente con la labor de los que han estado en primera línea, como el personal sanitario, también de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, las Fuerzas Armadas, así como muchos trabajadores y trabajadoras: empleados de supermercado, transportistas… Gracias a todos y a todas por su labor fundamental en estos momentos de incertidumbre.
Pero no se trataba solamente de salvar vidas, también había que evitar que los derechos sociales y el bienestar de millones de personas fueran arrasados por la pandemia. Por ello, mientras tomaba decisiones para frenar los contagios, el Gobierno tomó una serie de medidas para no dejar a nadie atrás. Solo quiero recordar algunas de las más importantes, como por ejemplo la extensión de los ERTEs para evitar una sangría de puestos de trabajo; ayudas económicas por cese de actividad a los autónomos; el aplazamiento del pago de la hipoteca para las familias más vulnerables; y sobre todo, el Ingreso Mínimo Vital, que sacará de la pobreza a más de 2,3 millones de personas.
Salvar vidas y derechos durante la pandemia. Este ha sido el objetivo del Gobierno de Pedro Sánchez, y los resultados están ahí: no solo las 450.000 vidas salvadas que ya se han mencionado, sino la recuperación en junio de un tercio de los empleos perdidos por el virus, como ha subrayado recientemente el ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, durante su comparecencia en el Senado.
Sin embargo, si ha habido algo mejorable durante estos 98 días, eso ha sido el tono del debate político. La crispación no ha sido el mejor acompañante para los españoles y españolas durante este tiempo de angustia. Lo deseable es que la oposición, en especial del Partido Popular, hubiera sido un apoyo -no necesariamente acrítico- al Gobierno. La ciudadanía ha estado esperando en vano durante casi 100 días a que los representantes de la derecha dejaran de lado sus intereses electoralistas y ayudaran a crear un clima de unidad y de esfuerzo común contra el virus. Pero, desgraciadamente, estuvieron esperando en vano. Ahora, con el fin del estado de alarma y a las puertas de la reconstrucción de nuestra economía, la oposición tiene la oportunidad de revisar su comportamiento y arrimar el hombro.
Vencer al virus y a la crisis. Eso es lo que se espera de nosotros, eso es lo que estamos haciendo, y eso es lo que vamos a seguir haciendo.