El lazo que ahoga la política catalana
Lo que supone judicial y políticamente el juicio a Torra.
“Sí, desobedecí. Pero era imposible cumplir una orden ilegal”. Palabra de Quim Torra en el grandilocuente Palacio de la Justicia de Barcelona. Los lazos amarillos están a punto de estrangular su carrera política, pero a la vez sirven para liar más la endiablada situación catalana y descabezar la agonizante legislatura catalana. Y reventar casi también las costuras de la incipiente en el Congreso de los Diputados.
Torra se puede convertir en apenas una semanas en el primer presidente catalán inhabilitado en activo. Y es el tercero seguido procesado por la Justicia (como sus predecesores Artur Mas, por el 9-N, y Carles Puigdemont, por el 1-O). Un escenario judicial que tendrá consecuencias directas en el difícil panorama político, tanto en Barcelona como Madrid.
El actual presidente autonómico se ha sentado en el banquillo de los acusados de este lunes por no cumplir la orden de la Junta Electoral de retirar los lazos amarillos durante la campaña del 28-A. El fiscal superior de Cataluña, Francisco Bañeres, lo ha resumido así en el juicio: “El acusado fue intensificando esa falta de respeto institucional, hasta el punto de que se vino arriba”.
¿Puede seguir siendo presidente? ¿Y candidato?
El juicio ha quedado visto para sentencia tras esta única sesión en el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña. ¿Y a qué se enfrenta Torra? La Fiscalía mantiene su listón: un año y ocho meses de inhabilitación por delito de desobediencia (artículo 410 del Código Penal) y una multa de 30.000 euros. El abogado de Vox ha subido esa exigencia hasta los dos años y a los 72.000 euros.
Ahora arranca un calendario judicial paralelo al político y todo puede pasar en Cataluña. En principio, el fallo sobre el juicio de los lazos deberá llegar en unas semanas y podría acarrearle la inhabilitación. Entran aquí varios factores: en caso de ser culpable, Torra todavía puede recurrir al Tribunal Supremo -es el órgano final cuya decisión se considera firme-.
Por lo tanto, Quim Torra podría seguir ejerciendo como presidente de la Generalitat aunque fuera inhabilitado por el TSJC. Actualmente, el período medio para resolver este tipo de asuntos es de unos nueve meses en el Supremo. Por lo tanto, esta inhabilitación podría producirse en torno a dentro de diez u once meses.
Esta decisión judicial se producirá en mitad de un clima enrarecido en Cataluña, tras la sentencia del procés, y con la posibilidad de adelantar elecciones. Y emergen las dudas entre los partidos: ¿Es mejor convocar ahora? ¿Esperar a la decisión del TSJC o a la del Supremo?
Si Torra es condenado por el TSJC, podría seguir como president hasta que se pronuncie el Supremo. Pero ya no podría ser candidato a unas elecciones. El artículo 6.2 de la LOREG contempla la desobediencia como uno de los delitos, con independencia de que la condena sea firme, que hace “inelegible” a un aspirante.
¿Entonces qué ganaría Torra convocando las elecciones anticipadas si es inhabilitado y no puede ser candidato? ¿Por qué no esperar al Supremo? Este es uno de los debates que se abre dentro de su grupo. Por un lado, si anticipa los comicios podrán controlar la convocatoria y los tiempos.
Si decidiera no hacer nada hasta que el Supremo se pronunciara, se podría encontrar con una inhabilitación en firme y que la Presidencia pasara de forma transitoria a su ‘número dos’, Pere Aragonés. Traducción: el control recaería en ERC en vez de a Junts.
Unas elecciones sin candidatos
Pero el debate se enrarece todavía más. Convocar las elecciones, ¿pero quiénes serían los candidatos? Torra no podría por inhabilitación y Carles Puigdemont se encuentra fugado en Bélgica, con una euoroorden de arresto a sus espaldas. Ahí aparece el factor Artur Mas, que está inhabilitado hasta febrero del próximo año, por lo que podría ser el aspirante. Lo ven con buenos ojos una parte del PDeCAT, pero los independientes de Junts más cercanos a Puigdemont no lo tienen tan claro. Es más, hay dentro de ese grupo quienes preferirían una candidatura simbólica de este último y teniendo como ‘número dos’ y potencial aspirante a Laura Borràs, cuya figura política se ha visto reforzada desde que está en el Congreso y que se ha convertido en uno de los grandes apoyos de Torra.
ERC también se encuentra descabezada con Oriol Junqueras en la cárcel. Y el partido tiene sus distintas almas en este momento. El antiguo vicepresidente catalán mueve sus hilos desde Lledoners y prefiere a Aragonés como candidato. En cambio, otros sectores apuestan por el actual presidente del Parlament, Roger Torrent. Y un ‘tapado’ entra en la carrera ante la división: Joan Tardà.
Los dos socios actuales del Govern se miran con recelo y hacen sus cálculos electorales. ERC quería hasta ahora adelantar las elecciones y ya sentía que podría lograr el sorpasso ante Junts en unas catalanas. Ahora ha ganado las generales en Cataluña, pero ha perdido dos escaños (tiene 13 desde el 10-N), mientras que Junts ha subido uno (ha logrado 8). En las autonomías siempre vence la antigua CiU.
En teoría Junts quería aguantar y ERC andaba con prisas. Pero en otra vuelta de tuerca Esquerra se encuentra una situación muy complicada en Madrid: el gran dilema de apoyar o no a Pedro Sánchez. Sus votos son imprescindibles para la investidura de Sánchez. Junts se ha situado en el ‘no’. ¿Qué hará Rufián? En julio fue uno de los más firmes defensores del pacto entre el PSOE y UP, pero ahora exige una mesa de negociación -algo muy difícil de aceptar para el socialismo-. Dicen en Esquerra que están en el ‘no’ actualmente, pero una parte del partido no quiere votar lo mismo que el PP, Cs y Vox ante el primer Gobierno de coalición progresista de nuestra democracia.
Y este dilema quiere ser aprovechado por una parte de Junts, que entiende que si se adelantan las elecciones, podrían sacar provecho en las urnas con el argumento de que ERC apoyó a Sánchez sin conseguir nada.
Mientras, los republicanos están intentando buscar la unidad de voto con JxCat y la CUP, así como con Bildu y el BNG, para no quedarse sola en su decisión.
Con un debate, además, profundamente marcado por los postulados más extremistas de la CUP, que además ha entrado en el Congreso de los Diputados. “Bienvenida sea la condena”, ha llegado a decir Torra en el juicio, para reivindicar que no piensa “renunciar nunca a los derechos civiles, políticos y democráticos” de todos los catalanes. En la línea más ortodoxa. Y después del juicio ha decidido plantar a los empresarios y los enviados del Gobierno (Nadia Calviño, María Jesús Montero y Margarita Robles) a la cena del Foment.
Otra vez la Justicia y la Política se enlazan y enredan en Cataluña.